miércoles, 14 de octubre de 2009

Ciencia fringe

El moscardón imaginario XVIII

Una nueva serie de tevé me ha conquistado. Su nombre es Fringe y es la última creatura de J.J. Abrams, el factotum de Lost. Viene a completar ese incómodo vacío que nos había dejado a los ingenuos amantes del género fantástico la extinción de los Expedientes X y el fracaso de Millenium. La descubrí por casualidad en mis vacaciones en Puerto Madryn (no tengo cable en casa) y ahora disfruto de su llegada a Master Videoclub (Rivadavia 4654), ese templo del buen cine y la cordialidad. Cada CD trae tres o cuatros capítulos. Un buen programa para el sábado a la noche. A mi mujer también le encanta; se ha enamorado de los ojos, la voz y los pectorales del agente Charlie Francis. Pasó un mal momento en el episodio número diecisiete cuando una quimera transgénica atacó a Charlie. El bicho tenía garras de águila, cuerpo de tigre, cola de escorpión, colmillos de serpiente y piel de rinoceronte. Lo abatieron con balas explosivas calibre cincuenta.

Fringe arrastra la ciencia hasta el límite de lo grotesco. Plantea un caso inconcebible (por ej: personas sufren una muerte espantosa al cerrársele en minutos todos los orificios del cuerpo) y después nos ofrece una explicación racional (una toxina estimula el elemento de nuestro cuerpo que causa la cicatrización). Al igual que en X Files, los protagonistas son bienintencionados investigadores del FBI con mente abierta, aunque también hay de los otros. Existe otra similitud: los episodios siguen un esquema binario. La mitad refiere a espeluznantes casos independientes (por ej: un pulso enviado por Internet licua literalmente los cerebros) o narran una gran conspiración que involucra al Estado, el mayor contratista del Pentágono y a alienígenas.

En el capítulo catorce, nos enteramos por un manuscrito maldito de que existen universos paralelos. Los seres de otra dimensión conocen la forma de visitarnos. Los intercambios generaron un patrón de tragedias devastadoras e inexplicables, como el gran tsunami de 2004. Alguien parece estar usando la Tierra como laboratorio. Sólo uno de los dos universos podrá sobrevivir. Hay humanos que se han alistado en secretísimas organizaciones para combatir a los alienígenas, pero nunca uno puede estar seguro (he aquí uno de los aciertos de la serie) de qué lado está quién. Massive Dynamic un poderosísimo conglomerado militar-industrial es la clave del asunto. Se nos dice al pasar que su director, William Bell, es el Anticristo. Siempre que ocurre alguna catástrofe aparece un hombrecito sin un pelo en el cuerpo y vestido con severo traje, garabateando notas en un alfabeto desconocido. Se lo conoce como El Observador. Fascinante, ¿verdad?

La heroína se llama Olivia Dunham, agente especial del FBI con vínculos con otras organizaciones blindadas como la Dirección Nacional de Seguridad. Es una rubia dura de pelar, ex marine y ex sujeto de prueba con una droga (Cortexiphan) que limita las limitaciones de la mente. Se enamoró de John Scott, un recio compañero que, al parecer, traicionó a la Patria y murió en el primer capítulo, pero ella absorbió sus recuerdos y es capaz de seguir encontrándolo en un plano mental alternativo. Olivia lidera un equipo científico cuya estrella es el doctor loco Walter Bishop, cuyo coeficiente intelectual es comparable al de Einstein. Lo rescatan de un manicomio donde Washington lo mantuvo encerrado diecisiete años por un accidente mortal en su laboratorio y porque sabía demasiado. Es decir, sabe más de lo que recuerda. Ha hecho cosas monstruosas en el pasado, al servicio de generales y burócratas. Cada gramo de memoria que recupera, la serie da un brinco inesperado. Walter con sus manías, sus inmensos conocimientos, su inmoralidad científica y su sonrisa de idiota es el carácter inolvidable de Fringe. Lo asiste su hijo Peter, un rebelde con causa y sólidos vínculos con los bajos fondos. También tiene un CI superior a 190 y es un hombre de acción.

Fringe transcurre casi enteramente en Boston y Nueva York (está es una de sus debilidades). Adolece de los clásicos defectos del cine de acción de Hollywood: un malvado con una súper ametralladora puede reventar un pelotón entero, pero a la heroína las balas nunca le pegan. Hay episodios magníficamente filmados, con el vértigo de la trilogía Bourne. Como Ford esponsorea la serie, los chivos son descarados. El truco narrativo básicamente es el mismo que en Expedientes X: lo que conocemos como realidad no es, en realidad, la realidad. A mí, con eso y con un poquito más me basta para entretenerme.
Guillermo Belcore

Calificación: Buena

PD: Leo en la Wikipedia: “La investigación científica en un campo de estudio específico que se aparta significativamente de las principales teorías y ortodoxia y está clasificado en el "límite" (en inglés "fringe") de una disciplina académica digna de crédito. (…) Los conceptos fringe se consideran altamente especulativos o débilmente confirmados por la ciencia vigente. (…) Aunque existen ejemplos de apoyo de los principales científicos a ideas limítrofes dentro de su propia disciplina de especialización, muchas ideas fringe avanzan gracias a personas sin una formación científica académica tradicional, o por científicos que están fuera de la corriente principal de sus propias disciplinas”.

PD II: Aún no he llegado a ese capítulo, pero me enteré que Leonard Nimoy (¡El Señor Spock!) protagoniza el papel de William Bell. 

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