domingo, 27 de octubre de 2013

Te llevaré conmigo

Niccoló Ammaniti

Anagrama. Novela, 459 páginas. Edición 2013.


Hay un método casero para determinar si una novela foránea es buena. Pregúntense: ¿la trama y los recursos narrativos se sobreponen a una traducción hispanocéntrica? ¿Diálogos y personajes resisten de pie el embate del desagradable caló madrileño? La respuesta es “sí”, en este caso. La erótica de un obra publicada por primera vez en 1999 ha quedado intacta, a pesar de la proliferación de coños, follones, guay, folláis, capullos y otras máculas infames.

Basta con saborear algunas páginas para concluir que el multipremiado Niccoló Ammaniti (Roma 1966) es un narrador formidable. De la estirpe clásica, aquella a la que nada le cuesta construir decenas de caracteres interesantes y escenas poderosas, fáciles de visualizar. Como Murakami, añade con destreza elementos del pop y técnicas de complicidad (hay una especie de voz en off). La crítica ha propuesto dos influencias: Dickens y Fellini. Casi nada, ¿eh?

Nos plantea Ammaniti dos historias de amor desesperadas en una aldea de patanes no lejos de Roma: la de Pietro y Gloria, chico pobre, manso e inofensivo como un gorrión, y nena rica. Y la de Graciano y Flora, playboy patético en decadencia y profesora solterona, de rara y casta belleza. Pero el verdadero protagonista, como en cualquier manifestación del realismo italiano, es el populacho. Un buen punto de partida: pueblo chico, infierno grande. El autor, por cierto, no hace concesiones al conductismo, esa enfermedad de los intelectuales.

El libro siempre resulta interesante de leer. Se exploran temas trascendentes: violencia familiar, bullying, sentido de vida, inmigración, resentimiento social, psicopatías. En clave italiana, lo que equivale a decir que un toque de comedia aligera los dramas. Ese vaivén entre risas y lagrimas es una de las glorias de la novela. Sobrevuela, no obstante, una idea terrible: ocupes el lugar que ocupes en la cadena alimenticia tu vida será tolerable en tanto no tropieces con un depredador. En el fondo, todo es una cuestión de suerte.

Guillermo Belcore
Publicado hoy en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Muy bueno

PD: Oir a los personajes conversando en madrileño vulgar, con su leísmo detestable, es una dura prueba para los nervios, pero no estoy seguro de que una adaptación al gusto del argentino común y corriente sea lo aconsejable. ¿Es preferible, entonces, una traducción en un castellano neutro? Confieso, amigos y amigas, que aún no he logrado dilucidar el punto. En principio, me siento tentado a pensar que el sello editorial debería dejarse de pijoterías y ofrecer en cada mercado una versión criolla del texto. Pero puede que así no le cierren los números. El tema es delicado y lo dejo abierto.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi años de vida en España me enfrentó a la extraña experiencia de la traducción "a la madrileña". Pero más extraño fue descubrir la actitud refractaria a cualquier tipo de "castellano neutro", escrito, hablado o apenas dibujado: sencillamente no lo entienden (p.ej. carecen de un arsenal mínimo de sinónimos).

Guiasterion dijo...

Muy interesante, anónimo. Ese provincianismo es comparable al estadounidense, me parece. Una limitación, la negación de lo cosmopolita.

Gracias por escribir
G.B.

Anónimo dijo...

Estimado Guillermo, ¿no le parecen agresivos los adjetivos "detestable" y "desagradable" para referirse a las variaciones dialectales de una lengua? Entiendo el punto, pero creo que el problema tiene que ver más con la lógica de las traducciones que con el "caló" madrileño. Y que conste que no lo digo como madrileño ofendido, sino como mexicano.

Saludos.

Guiasterion dijo...

Querido amigo:

Le pido disculpas, no soy yo el que habla. Es mi oído. Oir hablar a dos chicos italianos como si tratase de los amiguetes del Lazarillo de Tormes me saca de quicio. No quise ofender, naturalmente, sino recalcar un punto: ¿si se lanza una novela en la Argentina, en México o en Colombia no nos merecemos una traducción revisada? ¿Se encarecería mucho el producto? Quizás sí, quizás no.

Abrazo, gracias por escribir

G.B.

Marcos Buchin dijo...

Recomiendo efusivamente el reciente libro de editorial Ariel "Un pez en la higuera. Una historia fabulosa de la traducción" de David Bellos. Es un libro de divulgación sobre la traducción y un ensayo académico a la vez, que reflexiona con agudeza entre otras cosas sobre como traducir el cordobés (o cualquier equivalente) Ideal para lectores de ficción extranjera o apasionados del lenguaje en egeneral