Después del éxito fenomenal de Herzog, Bellow se tomó seis años para publicar su siguiente novela, que también fue recibida con una ovación por el público y la crítica en 1970. El planeta de Mr. Sammler (Emecé, 297 páginas, edición 1977) obtuvo el National Book Award y aún hoy es un placer edificante su lectura. Encontramos filípicas tan convincentes como esclarecedoras contra el relativismo moral y la revolución de la contracultura. Vale decir, el mensaje no han perdido un gramo de vigencia.
Oímos pues la voz colmada de sabiduría del señor Arthur Sammler, judío polaco, cíclope de setenta años, aristócrata venido a menos (la suya, como la de Bellow es un aristocracia del espíritu), sobreviviente del Holocausto, ex periodista, estudioso, libresco (“los mejores escritores lo entrenaron para distraerse con percepciones“), sacerdote, juez y confidente de su alocada hija, de sus dos sensuales sobrinas y del sobrino benefactor que lo rescató de las ruinas de Europa y ahora se está muriendo.
Con sus finuras del Viejo Mundo, Mr. Sammler es una isla meditabunda en la isla de Manhattan. Estamos en la Nueva York decadente de fines de los sesenta, justo cuando el hombre se dispone a pisar la luna. Esa “perla blanca y corroída” es uno de los subtemas fascinantes de este libro. La hija de nuestro héroe le roba un manuscrito sobre la conquista lunar al biólogo indio Golinda Lal para que el anciano pueda concluir su obra, en forma de dialogos reveladores, sobre su viejo amigo H.G. Wells. Hay muchos tarambanas en esta novela. Incluso un fetichista que se moja los pantalones rozando con la punta de los dedos los brazos oscuros y regordetes de desconocidas.
Estamos también en lo que nuestro vicario de insensatos llama la “era del fin de la influencia del puritanismo“. Al Señor Minuciosamente Observador no le gusta lo que ve. Rateros impunes, sostenido por buenistas (“aprendieron a practicar el bien como si fuera un vicio”) que consideran al criminal como héroe social. Una locura sexual abruma al mundo moderno. Las explicaciones de los intelectuales son un peligro y una desgracia (1). El feminismo exacerbado, una falta de respeto hacia la misma mujer que lo proclama. ¿Suena familiar?
NUESTROS ENEMIGOS
Mr. Sammler ha arribado a una conclusión terrible, que aún hoy tiene validez. Transcribo un párrafo grandioso que atesora la página 38:
“El peor enemigo de la civilización resultaron ser sus intelectuales favoritos, que la atacan en sus peores momentos, en nombre de la revolución proletaria, en nombre de la razón y en nombre de la irracionalidad, en nombre de la profundidad visceral, en nombre del sexo, en nombre la libertad perfecta e instantánea. Pues ello viene a suponer una ilimitada demanda: insaciabilidad, rechazo de la criatura condenada (ya que la muerte es segura y definitiva) a marcharse insatisfecha de este mundo. Por eso, cada individuo presenta una cuenta completa de peticiones y quejas. No negociable. Sin admitir que en ningún departamento humano hubiera escasez de aprovisionamiento”.
Es francamente inteligente el procedimiento de Bellow: enjuiciar y condenar a la cultura posmoderna desde la perspectiva de un hombre al que los SS reventaron un ojo con un culatazo, arrojaron a una fosa común y obligaron a ser guerrillero en los bosques de Zamosth (allí descubrió que matar también puede ser un éxtasis). Mr. Sammler es uno de los condenados que resistió todo y que no puede sino sentir desdén hacia el espectáculo de la cruel disolución social. Muchas prácticas de esa comedia, observada con sentido histórico, le resulta repugnantes. Es cierto que existen demasiados imbéciles con un alto coeficiente de inteligencia alrededor nuestro.
Es lógico, por otro lado, que un hijo de judíos europeos -si es que es perspicaz- propugne una refrescante visión reaccionaria (2). Cuando colapsa la civilización y se derrumba el mundo conocido, la tribu concreta de Mr. Bellow y Mr. Sammler ha descubierto con pavor que no sobreviene el Eden. Sobrevienen Hitler y Stalin.
De todos modos, tenemos que decir que el meollo de la novela es la locura. ¿Somos una especie demente? La locura individual y la del hombre-masa. La chifladura de la ciudad de Nueva York, la de la civilización contemporánea, con su fiebre de originalidad (3), y la de los que luchan por destruirla para vengar sus decepciones personales. Mr. Sammler -un tuerto que es rey en el país de los ciegos- concluye que la santidad consiste nada más que en elevarse sobre ese nivel colectivo de locura. Aun hoy es así. ¿Quién puede desmentirlo?
Insistimos, los monólogos interiores de Mr. Sammler y sus chapoteos filosóficos en los que suelta opiniones históricas, planetarias y universales son dignos de ser leídas. Se dedican treinta páginas (¡treinta!) a un diálogo erudito con el doctor Lal. Tropezamos con escenas francamente cómicas. Podemos decir (con palabras de Saúl Bellow) que el Premio Nobel de Literatura 1976 hizo con la vida corriente del urbanita lo que Einstein hizo con la materia: descubrió su energía, reveló su radiación.
Guillermo Belcore
Calificación: Excelente
(1) "El intelectual se ha convertido en una criatura explicativa. Las raíces de esto, las causas de aquello otro, la fuente de los acontecimientos, la historia, la estructura, los porqués. En la mayor parte entran por un oído y salen por el otro. El alma quiere lo que buenamente quiere".
(2) “Un ser humano que se valore a sí mismo por los motivos adecuados tiene y restaura el orden y la autoridad”.
(3) “Una vida interesante es la suprema aspiración de los estúpidos”.
PD: En este blog se elogian otras tres novelas de Bellow:
1 -https://labibliotecadeasterion.blogspot.com/2016/02/ravelstein.html
2 - https://labibliotecadeasterion.blogspot.com/2018/07/la-verdadera.html
3 - https://labibliotecadeasterion.blogspot.com/2018/10/el-robo.html
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