domingo, 25 de agosto de 2019

Infraestructura de la política y escritos anexos


El profesor Miguel Angel Iribarne es un columnista destacado de La Prensa. He tenido la fortuna de editar en el diario en el que trabajo desde 1989 los miniensayos del ex decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Católica de La Plata. Se destacan -os aseguro- no sólo por defender las ideas correctas, sino también por esclarecer los pliegues de la política, tanto la doméstica como la internacional. La suya es la mirada del erudito. Bien, el señor Iribarne acaba de publicar un libro con idéntica excelencia: Infraestructura de la política y escritos anexos (Editorial Dunken, 102 páginas).
Siguiendo la estela de Gianfranco Miglio y de Vicente Massot, la obra persigue (y encuentra) las "realidades invariantes de la naturaleza política", es decir "las regularidades" (es un error de hablar de leyes), que a su juicio son "el objeto propio de la Politología, cuyo método es inductivo y, más específicamente, histórico-comparativo".
En el marco de esas regularidades se desenvuelve el drama político, con "su sonido y su furia", que tanto daño nos están causando hoy a los argentinos. Justamente, el ensayo nos permite entender taras de nuestro sistema institucional.
Por ejemplo, la ausencia de un centro firme siempre es garantía de turbulencias. "Es fundamental considerar la distancia ideológica entre los actores", destaca Iribarne en la página veinte. "Si la distancia es excesiva, si cada actor se hace portador de una weltanshaung incompatible con las restantes, es grave el riesgo de colapso del sistema... se reduce dramáticamente la posibilidad de que la alternancia sea respetada. Es el caso de Alemania en 1933, España en 1936 y Chile en 1973, entre tantos ejemplos".
¿Qué significa esto? Que si Alberto Fernández gobierna según los dictados de La Cámpora o el filochavismo nuevoencuentrista, en lugar de apoyarse en el peronismo racional, los gobernadores o el massismo, nos esperan años muy peligrosos a los argentinos.
REVELACIONES
El libro va desgranando conceptos: Constitución, oligarquía, monocracia, aparatos, representación, extrapoderes, etc. Fiel a un oficio que ama, el profesor emérito de la Universidad Católica Argentina se impuso una misión pedagógica: develar a sus lectores que hay debajo de las máscaras de aquéllos que nos interpelan por un voto o una simpatía. Lo que hay es una clase política (CP) que, en el fondo, no se identifica más que con sí misma.
"El poder político, estructuralmente oligárquico y tendencialmente monocrático (recurrencia cíclica al hombre fuerte) necesita conversar con la sociedad", señala Iribarne. Y nosotros, en tanto, interlocutores debemos siempre recordar que la casta dirigencial posee autoconciencia y "la expresa en primer lugar negándose a aceptar su catalogación como clase, que pondría en riesgo la ideología de la representación que invoca para legitimarse. Y por el otro lado, denunciando permanentemente las interferencias de raíz corporativa o tecnocrática que limitarían su gestión".
Es decir, hay un ellos y un nosotros en este asunto de la democracia representativa. Nuestra autoconciencia como pueblo es tenerlo presente. "La soberanía popular se ejerce optando entre oligarquías", establece un ensayo, virtuoso de la cita.
Iribarne, por otra parte, rechaza firmemente la interpretación marxiana de la Historia, basada en el determinismo económico que rebaja todo a mero subproducto de los afanes de las clases sociales. La acción política tiene su propia esfera de autonomía. Y, contra todos los maestros de la sospecha entiende que los fenómenos políticos deben ser explicados por causas también políticas.
¿EXCEPCIONALES?
Otra idea formidable que se desprende del pensamiento de Iribarne es que debemos ser muy cautos en atribuir ciertas patologías a la excepcionalidad argentina. La minuciosa descripción de invariables a lo largo de la Historia universal nos advierte, por ejemplo; que el clientelismo es tan viejo como Occidente. El ciudadano carente de protección política ha sido en todas las eras un hombre o mujer a la intemperie. Se establece en la página cincuenta y nueve:
"Patronos romanos, señores feudales y hoy bosses, punteros o sindicalistas desempeñan análogo rol estructural. Las eventuales diferencias de calidad en los lazos que anudan con sus seguidores tienen que ver con un problema civilizatorio, es decir, cultural y en última instancia religioso".
También es universal -y al parecer eterno- el ansia del ser humano por un semejante providencial, un líder carismático. Se explica:
"Genéticamente, el vínculo político -es decir, la relación entre el mando y la obediencia- tiene naturaleza carismática y, por ello, no puede prescindir de la personalización del poder".
Vale decir, el peronismo no es un fenómeno exótico. "La recurrencia cíclica del poder personal fuerte, por un lado, y las oligarquías expansivas que tienden a reducirlo a símbolo, por otro, permanece como una invariante de la infraestructura política", insiste el profesor. Y en esta tumultuosa y desconcertante alborada del siglo XXI la tendencia parece colorear casi todo el planisferio. Los nombres de Trump, Putin, Xi Jinping, Abe, Erdogan, Orban, López Obrador, entre tantos, resultan muestras elocuentes del espíritu de la época.
Un libro escrito, por así decirlo, con la Historia en el regazo resulta imprescindible. Hay otra muy buena razón para su consumo: al final se añaden los artículos de Iribarne que este año honraron a La Prensa.
Guillermo Belcore
Calificación: Muy bueno

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