Adriana Hidalgo. Novela, 180 páginas. Edición 2008.
Silvia Baron Supervielle nació en Buenos Aires en 1934, se radicó en París en los sesenta y desde entonces emplea el idioma de Balzac. El moroso y recargado andamiaje de la cierta narrativa francesa lo aligera en esta nouvelle intimista con un par de recursos eficaces. En primer lugar, el cruce de géneros. Además de lirismo, la historia envuelve reflexión filosófica y una obra de teatro que empuja la trama. Agrada también el desdoblamiento del protagonista. Yo es nosotros.
Manuel Marino, editor y biólogo, se enamora una noche de Rebeca Lerson, la reina de la fiesta. Nunca antes la pasión ha brotado con tanta fuerza del pecho de Manuel, pero Rebeca tiene, ¡ay!, marido poderoso y amante joven, bello y poeta. A la vampiresa le deleita un juego perverso: provocar y alejarse, no le interesa sino su carrera de actriz. Al hombre lo obsesionan los caballos, se encierra a rastrear la llegada del primer galope en el horizonte, pesquisa que le conduce a la genealogía del ser humano y de los sentimientos. Su amada escribe un texto dramático y finalmente le reclamará a Manuel que sea su compañero de escena. Una ficción que anule a la otra. Las escrituras y el frenesí se confunden. El le exigirá bosquejar el último cuadro.
El título del libro define claves estilísticas y conceptuales. Menudean las formas intermedias o intermediarias. Supervielle rechaza los diseños acabados tanto en la condición humana como en la forma de narrar. Se utilizan símbolos para expresar lo que las palabras no saben decir. Una cita exquisita de Montaigne abre cada capítulo. La prosa poética exige al máximo nuestra atención. Algo precioso asoma en cada página, pero los lectores impacientes correrán el riesgo de no captarlo.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa
Calificación: Bueno
PD: Silvina Friera entrevistó a la autora con motivo de su segunda novela. Podés leerlo en http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-10188-2008-05-28.html
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