Eterna cadencia. Cuentos, 270 páginas. Edición 2009.
¡Qué libro tenemos aquí! Esta antología contiene no menos de una docena de cuentos excelentes. Hay textos que detallan la degradación de una patria, la explotación de los pobres, la neurosis de la clase media. Otros honrarían una colección de literatura erótica. Los hay sutiles, feministas, conmovedores.
En la selección pues está el arte. Es mérito del profesor Diego Trelles Paz (Lima 1977). Reunió autores latinoamericanos nacidos después del emblemático 1968. Como prologuista no es malo, si le perdonamos el narcisismo inane tan típico de la era. Por fortuna, no se detecta esa lacra en casi todo el volumen. Relumbra el genio individual; es tal la pluralidad de estilos y temas que los platonistas se sentirán frustrados: resulta imposible detectar una corriente, tendencia o genealogía. Si algo tienen en común es que acatan el mandato básico de la diosa Literatura: relatan una historia entretenida con una escritura agradable.
El lector hallará dos gemas talladas por compatriotas. Oliverio Coelho, con una elegancia que no le conocíamos, evoca a un escritor decadente sometido a la lascivia coreana. Samanta Schweblin hilvanó, con prosa neocortaziana, una intriga fantástica y patagónica. Ningún ensayista, quizás, retrata mejor las miserias del castrismo (y su buen sistema sanitario) que Ena Lucía Portela. Daniel Alarcón esclarece la demencia de Sendero Luminoso; Ronald Flores delata la vileza de las maquilas; Juan Gabriel Vázquez imagina de lo que es capaz el hombre-masa en un país viciado por impunidad. Desde el solemne Chile llegan airosas aproximaciones al incesto y a la concupiscencia juvenil. Santiago Nazarian (Brasil) y Tryno Maldonado (México) ofrecen una prodigiosa exhibición de estilo. Ignacio Alcuri (Uruguay) tiene el don de divertir. Deberíamos mencionar todos los buenos, pero el espacio es otro tirano.
Guillermo Belcore
Esta reseña se publica en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa el domingo 15 de febrero
Calificación: Excelente
PD: Bueno, aquí comienza el año literario. Les aseguro que es una de las mejores antologías que he leído. No sólo sirve para tomar nota de las nuevas figuras a las que no conviene perderles la pista. Lo recomiendo para entregarse simple y sencillamente al goce de la lectura.
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