Yasunari Kawabata
Emecé. Novela, 205 páginas. Edición 2004.
A punto de retirarse, el maestro invicto Shusai, etéreo, frágil y abstraído, acepta librar su última contienda. El rival es Otake, joven, sanguíneo, una encarnación del juego agresivo. La partida duró siete meses de 1938. Hubo una larga pausa porque se agravó la salud del venerable anciano. Hubo jugadas que obligaron a reflexionar por horas. Hubo tensión y dramatismo. Los jugadores eran los monarcas; los organizadores y los cronistas, los súbditos. El pueblo olvidó la guerra y siguió con fervor la partida. El agresivo Negro 69 fue tachada de “movida diabólica”. Otras tuvieron el brillo de una daga. Pero el Blanco 130 fue un movimiento negligente y fatal. Triunfó Otake y un año después moría Shusai, una reliquia legada por la era Meiji.
Esta espléndida novela se basa en hechos reales. Un periódico contrató al autor como curioso y perspicaz testigo de la lid. Es como si Faulkner o Coetzee hubieran narrado el famoso match en ajedrez entre Bobby Fischer y Boris Spassky, explica el prólogo excelente. Pero aquí en el tablero no se odiaban reyes o caballos sino piedras blancas y negras. El go, elevado por los japoneses a una forma de arte, también puede ser excitante y terrible. Es una maraña gloriosa cargada de simbología.
Yasunari Kawabata recibió el Nóbel de Literatura en 1968. Nació en 1899 y se suicidó a los setenta y dos años. Esta crónica novelada fue concluida en 1954 y contiene todas las fragancias del eterno Japón que nos fascinan: gracia exótica, elegancia poética, misterioso refinamiento. La trama -es fácil adivinarlo- es alegórica. En un país en brutal evolución, batallan tradición y modernidad. Pero también es el más ancestral de los dramas: es el hijo que desafía y mata al padre.
Guillermo Belcore
Calificación: Muy bueno
PD: Un párrafo me obliga a meditar: “Occidente es incapaz de comprender la cortesia que se le debe a un mayor, el afecto que un enfermo merece, con su racionalismo que de alguna manera no comprende el verdadero sentido de las cosas''.
3 comentarios:
el refinamiento de la prosa y la sensibilidad exquisita de Kawabata son siempre conmovedoras.
un saludo
Hola Guillermo, soy nueva en este "cibermundo del blog" pero no en cuestiones literarias ya que los libros son mi pasiòn. Estoy leyendo a Kawabata, en mi blog que inagurè la semana pasada reseñè dos libros de èl que me gustaron mucho. Su prosa es muy buena, sugerente, me transporta a otra cultura. Apunto el libro "El maesto de Go" y te invito a que veas mi pàgina. Saludos.
Estimada Andrea:
Gracias. Voy a seguir con atención "Arte para contar".
G.B.
Publicar un comentario