viernes, 2 de octubre de 2009

Cuentos completos

Fogwill
Alfaguara. Cuentos, 458 páginas. Edición 2009. Precio aproximado: 70 pesos.

Si Wittgenstein tiene razón y la inteligencia de un ser humano puede medirse por la cantidad de palabras que maneja, este libro magnífico fue tallado por una sabiduría prodigiosa. Rodolfo Fogwill ha seleccionado los que considera sus mejores relatos breves. El hilo dorado que atraviesa un repertorio variadísimo es la ambición lingüística, el rigor etimológico, la captura de un habla. Ha confinado al papel la jerga de la marinería, los clichés de una generación, las alucinaciones del intoxicado con drogas o con lujuria, las sinestesias del sueño, la singularidad del hampa o del snob. Un caudal impresionante.


He aquí pues -como anticipa el prólogo de Elvio Gandolfo- algunos de los mejores cuentos que engendró la Argentina. En algunos, la política se sitúa en primer plano: la literatura testimonia la muerte de Perón o los desvaríos de la guerrilla. En otros, la política se dosifica de una manera harto ingeniosa. Hay textos espectrales: un avezado piloto aparece y desaparece en alta mar; vuelven y no vuelven de la guerra todos los soldados de un poblado. El sexo es uno de las ingredientes favoritos de Fogwill: nos deleita con sus cacerías de carne fresca por Londres (una viuda y una punk aristocrática) o con la depravación de una familia (¿de una clase social?) patricia. Hay un homenaje excelente al industrialismo de posguerra. Hay un espléndido remix de Virginia Woolf.

Fogwill no desconoce el arte de injuriar. Como Borges (bien mirado, no es la única similitud) miran a sus semejantes desde el Olimpo con un sano escepticismo. Es un maestro, además, en técnicas de complicidad. Satura sus escrituras con guiños para entendidos. Y aplica el mismo truco que César Aira y los surrealistas: describe subrepticiamente sus procedimientos, instruye a sus lectores, explica cómo debe ser leído. Un artista de primer orden, en síntesis. Un artista que nos persuade de que sus ocurrencias son la mejor combinación.
Guillermo Belcore
Esta reseña se publicara en los suplementos de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata el domingo 4 de octubre,
Calificación: Excelente

PS: Durante años, he vivido en una esteril necedad. Traicioné lo que he predicado con toda convicción: la autonomía del hecho estético. Me automutilé por culpa de una impresión superficial. Me privé de Fogwill, disgustado por ese personaje que construye para las entrevistas, una mezcla por momentos desagradable de genio maldito y bufón, que hasta se ha atrevido a poner en tela de juicio los números del Holocausto.
Quiero admitir públicamente que estaba completamente equivocado. Se trata -como acabo de escribir- de un artista de primer orden, que me ha seducido por su manejo cultísimo de la lengua. Le he encontrado, incluso, parangones con Borges: ambos son brillantes entomólogos (miran a los humanos como insectos, nunca como iguales) y etimólogos. Saben de la fuerza seductora de una palabra, de una expresión. Este mea culpa no persigue otro propósito que evitar que algún amigo-amiga caiga en el mismo error. A Fogwill hay que buscarlo en sus escrituras y abandonarse al goce de la lectura.

7 comentarios:

ericz dijo...

Es enorme el conocimiento íntimo que logra Fogwill de sus personajes. Esa inteligencia es lo que más destacaría.
Y estamos de acuerdo, es uno de los grandes escritores vivos.

Casaubon dijo...

Me gusta eso que dice Wittgenstein.

Anónimo dijo...

Senor Belcore:Me complace acompañarlo desde la distacia, usted no tiene que sentirse ningun despistado por olvidarse de algun detalle, los que los conocemos bien sabemos que;Usted es un muy prolijo en lo que hace.Que tenga un buen fin de semana... SKa

Anónimo dijo...

Oh!
La Belcore cayó rendida!
Lo que es garabatear en un rapto de vehemencia.

gabrielaa. dijo...

me siento comprendida por su postscriptum. tendré que hacer el esfuerzo...

porque le creo, Guiasterion: al que no le creo es a Fogwill

Anónimo dijo...

Que comentarìo desafortunado!No se debe confundir cordiabilidad con,cursilerìa... S.K.A

Jose dijo...

Interesante artículo, y se aplica a mí el prejuicio por el "desagradable personaje de las entrevistas".

Pero, hay algo que no me cierra: no veo muy positivo en un escritor (en una persona) mirar a los humanos como insectos. Creo que esa es una de las fallas de Borges, no de sus virtudes. Ahora, con respecto a Fogwill, no sé...