Lukas Bärfuss
Adriana Hidalgo. Novela, 262 páginas. Edición 2009.
Hace quince años, las puertas del infierno se abrieron de par en par en un diminuto país africano. Casi un millón de habitantes de Rwanda fueron masacrados ante el estupor o la indiferencia del mundo. La diabólica palabra genocidio volvió a escena. Esta novela retrata esa tragedia y señala con el dedo a los responsables sin perder un ápice de calidad literaria. Es de la estirpe de los libros imprescindibles.
La solapa nos informa que el suizo Lukas Bärfuss (Thun 1971) es uno de los dramaturgos más exitosos en lengua alemana. Su primera novela demuestra también que es un excelente narrador. Trabaja con párrafos largos, de esmerada complexión. Emplea como materia prima hechos históricos que están acreditados y personajes ficticios. Se las arregla para evitar las emboscadas del estereotipo y el maniqueísmo. Tiene habilidad, incluso, para tallar un erotismo razonado, de tranquila belleza.
El protagonista se llama David Hohl. Es un hombre quebrado. Relata a un amigo los cien días de pesadilla que vivió en la Casa Amsar de Kigali. Justamente él, que no parecía destinado a vivir nada que saliera de las catástrofes ordinarias, como un mal divorcio o una enfermedad grave, y esto como mucho. Pero este joven de buena conciencia, miembro de una organización humanitaria de Suiza, se enamoró de una mujer de piel color canela y cejas arqueadas como claves de Fa; se enamoró del sexo desenfrenado. Y se quedó en Rwanda cuando comenzaron las matanzas étnicas y todos los demás europeos huyeron como ratas.
Libros como Cien días corroboran que la literatura conserva una misión imprescindible: transformar la Historia en arte, empresa cuyo inmenso valor es tanto estético como didáctico. Es lo más cercano a una función moral. Nada mejor que una novela para inducirnos a meditar sobre el corazón de las tinieblas.
Guillermo Belcore
Publicado en los suplementos de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata. el domingo 22 de noviembre.
Calificación: Muy bueno.
PD: Me hubiera encantando conservar este libro. Pero fui víctima de un atraco en uno de mis lugares favoritos: el Café de la Poesía (Bolivar y Chile). Estaba sentado en una mesita en la calle, pues mi amigo Fernando fuma. Un granuja habilísimo me pignoró el maletín que dejé junto a mi pierna, ¡sin que me diera cuenta de nada! Perdí un teléfono celular antediluviano, las llaves de mi casa, “Cien días”, mi cuaderno de notas y el monedero. Pudo haber sido peor. Afortunadamente ya había terminado la novela, pero igual estoy rabioso. En la Comisaría me advirtieron que en el barrio de San Telmo convergen ladrones de toda la Argentina e incluso de países vecinos. Esquilman a los turistas descuidados (como la hija de Bush) y a los porteños bobos como yo.
3 comentarios:
Bueno, ahora solo esperemos que el granuja lo lea y lo disfrute... quien te dice, quizás iniciaste a alguien en la lectura.
querido ASTERION.
A ud no lo robaron....es una sensacion del robo....culpa de los medios que quieren GENERAR MIEDO...
SU AMIGO ALEJANDRO
(ex-charly, desde SANTIAGO)
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Un cordial saludo,
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