Ariel. 214 páginas. Autobiografía.
Adolfo Hitler siempre tuvo una suerte endemoniada. El 20 de julio de 1944 presidió una reunión informativa en su guarida de Prusia oriental. Si se hubiese realizado en el macizo bunker, como siempre, habría volado en pedazos. Pero lo estaban reforzando contra los ataques aéreos a medida de que el frente ruso se iba aproximando implacable a Rastenburg. El Führer por única vez recibió a sus generales en una cabaña de madera. Créase o no, el déspota fue una de las dos personas, entre las veinticuatro presentes, que no recibió el impacto directo de la explosión que devastó el lugar. La intrépida bomba sólo le provocó heridas menores y lo dejó en calzoncillos. Fue la culminación de la llamada Operación Valquiria, gesta de un puñado de disidentes que Hollywood ha llevado a la pantalla con Tom Cruise en el papel del conde von Stauffenberg. El estreno del film justifica la publicación de libros como éste.
El volumen sintetiza las memorias del último superviviente entre los conjurados. Philip von Boesalager, gallardo oficial de caballería, cumplió un papel menor en el grupo de aristócratas -militares casi todos- que en varias ocasiones procuró asesinar a Hitler. Los motivaban valores éticos, convicciones religiosas, amor a la patria, coraje, ideología prusiana y deber moral. Carecían, empero, de apoyo popular. Los alemanes veneraron a su satánico líder casi hasta el último aliento.
Se trata de un testimonio muy interesante; se lee de un tirón. Nos remonta a las grandes batallas en el frente oriental, donde el caballo cumplió un papel destacado -y poco conocido- para asistir a la infantería. En las gélidas estepas las máquinas se estropeaban irremediablemente. El texto, empero, es fragmentario y sesgado. Es posible que deje con hambre al lector no especializado que busca una minuciosa reconstrucción del complot. Se dan por sabidos demasiados nombres. Parece ideal, pues, para el erudito en el tema, sea civil o uniformado. Una pequeña gema para enriquecer la colección del hombre informado.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura de La Prensa.
Calificación: Bueno
PD: He visto Operación Valkiria, la película de Bryan Singer, un entretenimiento eficaz pero de ninguna manera memorable. Es obvio que en otras manos la película hubiese sido mejor, pero me niego a perpetrar el mismo error del crítico elitista que critica al perro porque no es un gato. Creo que el film es un producto comercial aceptable, elaborado con gran profesionalismo, con un Tom Cruise decoroso, rodeado por buenos actores. La recreación de la época resulta atractiva, aunque hay demasiados soldados corriendo. ¿Por qué el cine estadounidense abusa de este recurso (¡Moove, moove!)? Para resumir, la película es un producto típico del Hollywood actual.
PS: La lectura del libro y la visión del film me ha inducido a meditar sobre otra ucronía. ¿Cómo hubiera concluido la Segunda Guerra Mundial si los conspiradores mataban a Hitler el 20 de julio de 1944? ¿Millones de vidas se hubieran salvado? Estoy seguro de que sí. Quizás, en Alemania hubiera sucedido al régimen nazi una dictadura militar, dispuesta a pactar una rendición incondicional con los aliados. Los campos de exterminio habrían dejado de funcionar. Dresde y Berlín habrían quedado intactas. Stalin, sólo tal vez, se hubiese conformado con un botín menor. En fin, entramos en el fascinante terreno de las conjeturas.
1 comentario:
Estimado Asterion. Interesente plantearse una UCRONIA de este tipo. Creo que sus palabras son certeras en cuanto a los potenciales resultados de una muerte de HITLER. Como matemático es interesante usar conceptos de COMBINATORIA para darme cuenta que una vez un si cambiamos un tramo de la historia, surgen automáticamente una enorme cantidad de posibilidades y a su vez, por cada una de ellas, otro gran diagrama arbolado de opciones.
saludos. ALEJANDRO (desde Chile)
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