viernes, 11 de abril de 2008

La familia

Kitty Kelley­
Editorial Plaza Janés. Ensayo de 892 páginas. Edición 2004.
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Kitty Kelley es la especialista en biografías picantes más popular de la Unión. Sus libros, repletos de chismes, se venden como pan caliente. No se trata de una intelectual que desentraña la Historia o la esencia profunda de una personalidad, pero es incisiva, tiene un gran talento para el detalle y sacude muchísimos trapitos al sol. Ha despedazado prolijamente a Jacqueline Kennedy, Elizabeth Taylor, Frank Sinatra y Nancy Reagan. La muy liberal Inglaterra prohibió su mamotreto sobre la familia real británica. Y hace unos años fue el turno de la dinastía gobernante en Washington. El vocero de los Bush lo comentó así: “Kelly es una desacreditada generadora de basura”.
Los Bush son una de las dos familias de la historia qu
e han dado un padre y un hijo a la Casa Blanca. Kelly los retrata desde la ingenua y severa moralidad del hombre de la calle. Historia tres generaciones de un clan obsesionado por el secretismo, que infunde miedo como los Corleone, con predisposición genética hacia el alcoholismo, amantes del deporte, prósperos pero no multimillonarios, muy ambiciosos y muy corajudos, mediocres en general, con voluntad de acero, hipócritas por la necesidad de mostrarse como paladines de los valores familiares, maestros en el arte de las influencias.
El relato es atrapante y divertido porque no se priva de ningún rumor escandaloso sobre sexo, vicios, codicia y política. En el fragor de la campaña de 2004, la prensa no perdió un minuto para reproducir una denuncia explosiva: George W. Bush consumía cocaína en Camp David no hace tantos años, cuando su padre gobernaba la Casa Blanca.
La familia es el plato más sabroso de un vasto menú crítico que hoy ofrece la industria editorial en torno al presidente de Estados Unidos, en el tramo final de su mandato. Kelly nos revela que GWB maltrataba a su mujer verbalmente en sus días de alcoholismo y que es malo, duro, obsesionado por ganar. No tiene la menor curiosidad intelectual sobre cualquier tema. No le interesan los libros, las ideas o las causas. No viaja por placer, no lee periódicos, ni siquiera va al cine. Fue un matón en el secundario. Se ve a si mismo como Churchill, justo cuando una buena parte de la humanidad lo considera una calamidad histórica
Guillermo Belcore

Calificación: Bueno

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