Seix Barral. Cuentos, 228 páginas. Edición 2008.
Marcelo Birmajer (Buenos Aires, 1966) ha forjado con experiencias personales e ingenio afilado uno de los personajes más agradables de nuestra narrativa. Javier Mossen tiene algo de Zeno Cossini, una pizca de Woody Allen y paladas del porteño neurótico, en perpetuo disgusto con sí mismo. En el fondo es un conservador, pero con apetitos de disoluto. Todo lo hace por dinero, aunque trata de ser bueno. Se gana la vida escribiendo y el whisky es su vicio.
El alter ego de Birmajer esboza aquí cuatro relatos que involucran romance, sexo, hombres elegantes y mujeres excepcionales. El primero lo protagoniza un escritor israelí de fama internacional, aunque no un best seller. El segundo, un cantante exitoso en los setenta, cuya digna decadencia tropieza con una diva a lo Susana Giménez. Le sigue un oficial inglés, asesinado por extremistas judíos, uno de los cuales era amante de su esposa. Finalmente, un antiguo conocido de Mossen evoca una relación lésbica que perturbó su adolescencia.
Birmajer escribe para divertir. Una doble premisa lo inspira: la obra debe incluir una historia seductora; el estilo nunca debe ser aburrido. Existe siempre un pequeño misterio que develar. Como en las obras de Somerset Maugham, la prosa es trasparente y directa y no hay nada que deba ser explicado por los críticos. El humor es delicado y cada tanto emerge una sutil conclusión sobre la condición humana.
El conjunto bien podría ser incluido en la categoría de literatura judía, pero nunca podra ser tachado de tribal. El espíritu de los textos es cosmopolita. Muy estimulante resulta además el pinchazo que el autor acostumbra a propinar a la progresía intelectual. En el tercer cuento (que quizás debió haber sido una novela por derecho propio), Birmajer define al Che Guevara como un psicópata homofóbico. Bien dicho.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.
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