viernes, 16 de enero de 2009

Los libros que nunca he escrito

George Steiner­
Fondo de Cultura Económica. Autobiografía, ensayo de literatura. Edición 2008. 237 páginas­
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No deshonra la verdad quien defina a George Steiner (1929) como el sabio humanista por antonomasia. Su erudición es pasmosa. Es un virtuoso de la cita. Su pincelada trae puro ingenio retórico y estilístico. Descuella como crítico, filósofo, maestro de lecturas. Encarna, además, la enjundia del pensamiento centroeuropeo _de clara matriz judía- que para desgracia de la humanidad casi fue exterminado en el siglo XX por los totalitarismos pardo y rojo. Esta trinchera siempre dará una entusiasta bienvenida a las obras de Steiner. Aun, cuando incluyan algún festón desagradable como en este caso.
El volumen incluye siete ensayos. En los seis primeros, el estudioso habla de un libro que tenía esperanzas de escribir pero nunca se animó hacerlo. Por ejemplo, un enciclopedia de las clasificaciones absurdas ("unicornios en el jardín de la razón''). Borges y Joseph Needham hubieran prestigiado ese ilustre inventario. Con tal punto de partida, los textos se ramifican -como siempre- en sublimes conjeturas. Steiner se interroga por qué los chinos no siguieron avanzando en la Edad Moderna , cuál es el origen del antisemitismo; qué es lo que nos distingue de los animales, entre otras conjeturas. En el último episodio, el pensador resume un ideario de más de cuatro décadas.
Ha sorprendido a la crítica el capítulo Los idiomas de Eros. Aquí se reflexiona sobre la interacción entre sexualidad y palabras. Nada puede objetarse a la calidad del argumento y la prosa. Pero sorprende que el eminente maestro desnude sus conquistas amorosas. ¿A quien puede importarle que su amiguita de Viena gustaba de beber la orina del amante? El recurso de la indiscreción resulta perturbador en Steiner, lo he sentido como si mi tío más venerable me detallara sus orgasmos durante una reunión navideña. ¿Senilidad o bien el querido profesor ha depuesto las armas ante la vulgaridad dominante? Como sea, la mácula no llega a estropear una obra muy instructiva y placentera.­
Guillermo Belcore­
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CALIFICACION: Bueno­
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PD: Estoy muy de acuerdo con la tesis de Steiner de que la riqueza verbal aumenta el goce sexual. No me ha convencido, en cambio, la idea de que cada nación hace el amor de una forma distinta. Me huele a platonismo rancio.­
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PS: Con lígeras correcciones como la eliminación de la odiosa primera persona, esta reseña se publica en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa el domingo 18 de enero.­

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