Editorial Emecé. Novela de 148 páginas
Carlos Fuentes ha profetizado que César Aira será, antes de 2020, el primer argentino en recibir el Premio Nobel de Literatura. El escritor de Pringles es, también, el compatriota que más elogios ha cosechado entre la crítica española, quien más fervientes admiradores tiene en la Universidad de Buenos Aires y el más emulado, ¡ay!, por la nueva camada de narradores locales. Nadie discute que se trata de un genio pero lo más increíble del caso es que, a pesar de su copiosa producción, no ha generado ni un solo libro memorable, con la excepción quizás de La liebre. Hace unas semanas, hizo esta confesión a El País de Madrid: "No me propongo hacer una obra seria, lo mío siempre ha sido una mezcla de cultura popular, plebeya y alta cultura".
El sello Emecé consideró oportuno reimprimir una obra de Aira publicada en 1996. No escapa a las generales de la ley. Se trata de un divertimento ligero, una novelita infinitesimal, que se concentra en trabajar las escenas (algunas desopilantes), mantiene a raya el realismo y se acelera al final. Queda, como siempre, un regusto acre a historieta. El argumento puede sintetizarse en una frase: un apicultor alucinado secuestra a la esposa de su peor enemigo para cobrarse una deuda pero todo se complica. Las abejas, los chinos, Carlos Tacchi, aquel legendario director de la DGI, cumplen un papel en la trama.
¿Cómo recordarán las generaciones venideras a Aira? ¿Un surrealista tardío? ¿Un talento deslumbrante sacrificado en el altar de una inútil teoría estética? Sea como sea, los críticos seguimos perplejos bailando al son que compuso, y que fascina e irrita al mismo tiempo. A los españoles les ha explicado que su propuesta puede resumirse en una palabra italiana: sprezzatura, ligereza, desdén aristocrático por todo lo que significa esfuerzo. Típico de la Argentina.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa
Calificación: malo
PD I: Leo en la desprolija Wikipedia (¿lo habrá escrito el propio Aira?): “ Aira invoca una suerte de escritura automática y además reivindica la noción de procedimiento” por encima de la idea de la obra, pues no le da importancia a los libros como productos bien terminados, con control de calidad”.
“De lo que se escribió un día hay que reivindicarse al siguiente, no volviendo atrás a corregir (es inútil) sino avanzando, dándole sentido a lo que no lo tenía a fuerza de avanzar: es lo que Aira llama el Procedimiento”.
“Su preferencia de la novedad por sobre la calidad responde a un razonamiento que le parece contundente: para que a algo se lo considere bueno, tiene que ajustarse a paradigmas preexistentes, y la función del arte es crear paradigmas nuevos. No crear objetos bellos, sino crear objetos a partir de los cuales se pueda medir una belleza que hasta entonces no existía”.
Hasta aquí la cita textual. ¿No les parece disparatado?
PD II: La foto es de El País de Madrid.
7 comentarios:
Ema la cautiva, es memorable.
Estimado amigo:
Muchas gracias por su participación. Me temo que no he leído el libro que usted menciona. He visto, empero, que es la segunda novela que ha escrito Aira, es decir, debe ser una obra primeriza. Le suplico que me instruya: ¿es un hito fundamental de nuestra literatura? ¿Merece la reelectura? Sí su respuesta es "sí" en ambos casos, creo que merece el atributo de "memorable".
Mis respetos
Guillermo
La única obra que leí de Aira es La Abeja, porque tengo que escribir sobre ella para una materia de la facultad. Sinceramente, el planteo de la realidad y la palabra alternativamente como mutuamente excluyentes o como conformadoras una de otra me pareció interesante, y la madre contando cuentos a los hijos fue un buen capítulo, pero la obra en general no me pareció buena, y el final da una impresión de improvisación para mal. Es decir, de la nada, se precipita la acción, y termina en algo completamente incoherente. No es demasiado coherente el libro en sí, pero no termina de estar a tono con lo que se venía narrando. Los finales súbitos pueden tener un impacto muy bueno, tanto positivo como negativo. El final, que debería ratificar la obra (no digo que culminarla, o explicarla, porque no es necesario) no tiene sentido, ni siquiera dentro de la novela, ni siquiera como contraste. Es bizarro gratuitamente; hay libros bizarros en el buen sentido, y éste no es uno de ellos (todavía no termino de comprender cómo es que esa mano tiene lugar en el relato... completamente absurdo sin necesidad)
En fin, ¿merece una relectura? No, pero igual voy a tener que hacerla para la facultad...
Estimado Nemo:
Creo que no merece una relectura. Se trata de una obra típica de la copiosa producción de Aira, sin ningún mérito especial. Tus dudas son las mismas de la crítica erudita. El mismo fastidio ante el disparate, el absurdo, la aceleración final. Rescato sólo algunas situación muy cómicas y muy visuales. Nada más.
Gracias por tu participación
G.B.
De nada. Es bueno saber que no soy la única que piensa eso; la profesora que nos dio esa lectura parece gustarle bastante este libro, porque está cansada de que los alumnos hagan la reseña de Crímenes Imperceptibles (sic)
Saludos
Querida amiga:
Entre los profesores, en especial en la Universidad de Buenos Aires, César Aira está de moda, según me han contado. Se lo venera hasta la tontería. Como siempre ocurre, se trata tanto de convicciones como del mas inane esnobismo.
Guillermo
Hola, contesto
¿es un hito fundamental de nuestra literatura? Sí. Y no desde el punto de vista crítico sino de lo que usted mas destaca: el placer que produce su lectura.
¿Merece la reelectura?
Sí.
Que Aira tenga otros 59 libros escritos, ¿debe o puede influir en la lectura de uno? Entiendo que no.
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