Seix Barral. Cuentos, 134 páginas. Edición 2008
Hugo Mujica -teólogo, filósofo y poeta- publicó su segundo libro de cuentos. El volumen, de muy despareja eficacia, exhala amargura y desolación. Cuentos deprimentes, creo que bien pudo haber sido el título. Es probable que el autor se haya dejado ganar por el pesimismo.
El suicidio asoma su feo rostro. Leemos que un cura se arroja desde el campanario de su iglesia, mientras los feligreses esperan la misa. Hay una navaja que le devuelve el color a un deprimido, pero es el color sangre. Un desesperado elige volarse la cabeza, desnudo en la cama y en presencia de la Primera Sinfonía de Mahler. Digamos de paso, que Mujica, el melómano, no logra iluminar nunca el misterio de la música.
La soledad también revolotea con sus alas negras. En Un espejo abierto a la vida, escrito en borgeano tardío, un traductor se consagra a amarse a sí mismo encerrado en el cuarto de una miserable pensión. Páginas más adelante, una solterona alimenta gatos callejeros para conjurar un viejo dolor del alma. No puede dejar de reconocerse el efectismo de ciertas imágenes. ¿Quién puede permanecer indiferente ante el niño que estrangula a un gato con sus manos depravadas o frente a esos padres que le revientan las piernas a martillazos al hijo que sufre enanismo? Como se ve, no es libro para estómagos delicados.
En cuanto al estilo, la prosa es minuciosa, concreta y transparente, pero la belleza brilla por su ausencia. Se nota, además, el temple poético del autor. Relatos emergen de una mera imagen: una rata de gruesa cola que se cuela, justo antes de la tormenta, en la habitación de una señora. O de una idea: una cucaracha, en trance de ser aplastada, divaga sobre el destino y Dios. Hay también escritos que provienen de Oriente o la Antigüedad. Quizás si hubiesen sido elaborados en formato lírico el resultado hubiera sido más satisfactorio.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa
Calificación: Regular
¿Serán amigos?
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