jueves, 29 de mayo de 2008

Juegos de playa

Betina González­
Clarín-Alfaguara. Nouvelle y cuentos, 158 páginas. Edición 2008. Precio aproximado: 35 pesos.
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Betina González (Buenos Aires, 1972) ganó el Premio Clarín 2006 de Novela con Arte menor, obra que el lector puede encontrar ya en las mesas de saldo porteñas. Publica ahora una nouvelle que da nombre al volumen, enriquecido con cuatro cuentos. El Fondo Nacional de las Artes facilitó la edición.

Juegos de playa narra las vivencias veraniegas de una niña y una sustitución de identidad. La historia gira en torno a un espectro: un veterano de guerra, un misterioso ermitaño, que de buenas a primeras aparece en Mar del Plata y cautiva a un muchacho y a su hermanita. Las negras y fétidas alas del desastre en Malvinas revolotean sobre el texto.

La historia se urde en cuatro momentos. Con agrado se va armando un rompecabezas. La voz narrativa, empero, suscita dificultades. A ratos nos cautiva un punto de vista pueril que va, por ejemplo, descubriendo el mundo a través de los olores. Y de pronto aparecen expresiones feas que no deberían estar allí. El cielo es “gris cetáceo”. Los caballos, “monocromos”. ¿Se corre o no la autora de la trama? No falta la cursilería: “las historias de amor no deberían tener testigos. Mucho menos narradores”. También se deslizan errores: “una aire de misterio'; “Gran Acto de Desaparación”.

Mejor ejecutados, creemos, fueron los cuentos. La narradora homenajea a tres amistades: una inmigrante italiana obsesionada con la santidad; un abogado de Texas, semejante a Bioy y consagrado a defender a mexicanos; una chica de origen japonés que salva a su hermano con un milenario sortilegio. El cuarto texto involucra a Tilcara, un adulterio ruin, el fantasma de Ambrosetti. En la variedad está el placer. Cierto afán universalista -tan típico de los buenos escritores argentinos- está asomando en Betina González.­
Guillermo Belcore

Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.

Calificación: Regular

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