Editorial Alfaguara. Cuentos, 156 páginas. Precio aproximado: 30 pesos.
Después de una fecunda carrera como novelista, Eduardo Belgrano Rawson (San Luis, 1943) ha decidido experimentar con el cuento breve. ¿Hastío o es el deber de forjarnos sin descanso? El resultado es francamente desparejo, no se percibe una evolución desde su espléndida Rosa de Miami, aunque, claro, hay párrafos muy agradables gatillados -según se explica- por ‘‘pequeñas visiones que lo llevan a uno a salir de casa, a cargar el tanque de antimateria y recorrer el espacio’’. En fin...
El volumen, avaro en páginas, tiene el mérito de la diversidad. Su estilo resultará hospitalario para quien adore el palpitar del hombre corriente, la picaresca criolla. Hay relatos algo invertebrados, donde se pegotean recuerdos y da la impresión que el autor no sabe hacia dónde va. Hay también un afán por decirlo todo, por tomar partido. ¿Es necesario seguir rasgándose las vestiduras por la Guerra del Paraguay? Pero hay otros textos donde reinan las virtudes. Sólo te salva el amor esboza un spa en la sierra, donde intentan sanarse los funcionarios corruptos. Es una sátira delicada -la mejor de todas- pero es la única. El cuento que da nombre al libro recrea las avivadas del Nacho Alcorta en el pequeño universo del Ateneo Neruda. Ellos rinde homenaje a Hipólito Yrigoyen. Muy interesante, por lo exótico, es Días de ocio en la Polinesia. En cambio, Garrapatenango corrobora que el autor corre mejor la maratón que los cien metros llanos.
Sorprende que Belgrano Rawson se prosterne ante la supuesta superioridad del cinematógrafo sobre la literatura. ‘‘Será porque uno jamás consigue ponerle la suficiente musicalidad al texto’’, sentencia. Discrepamos. ¿Amigos, alguien ha visto alguna vez una película que supere al gran libro en que se basa?
El volumen, avaro en páginas, tiene el mérito de la diversidad. Su estilo resultará hospitalario para quien adore el palpitar del hombre corriente, la picaresca criolla. Hay relatos algo invertebrados, donde se pegotean recuerdos y da la impresión que el autor no sabe hacia dónde va. Hay también un afán por decirlo todo, por tomar partido. ¿Es necesario seguir rasgándose las vestiduras por la Guerra del Paraguay? Pero hay otros textos donde reinan las virtudes. Sólo te salva el amor esboza un spa en la sierra, donde intentan sanarse los funcionarios corruptos. Es una sátira delicada -la mejor de todas- pero es la única. El cuento que da nombre al libro recrea las avivadas del Nacho Alcorta en el pequeño universo del Ateneo Neruda. Ellos rinde homenaje a Hipólito Yrigoyen. Muy interesante, por lo exótico, es Días de ocio en la Polinesia. En cambio, Garrapatenango corrobora que el autor corre mejor la maratón que los cien metros llanos.
Sorprende que Belgrano Rawson se prosterne ante la supuesta superioridad del cinematógrafo sobre la literatura. ‘‘Será porque uno jamás consigue ponerle la suficiente musicalidad al texto’’, sentencia. Discrepamos. ¿Amigos, alguien ha visto alguna vez una película que supere al gran libro en que se basa?
Guillermo Belcore
CALIFICACION: Regular
1 comentario:
Séame permitido disentir, sin fundamentos.
Muy bueno.
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