Por Ha Jin.
Novela de 382 páginas. Publicada en 2007 por Editorial Tusquets.
El estrépito audiovisual jamás podrá extinguir una espléndida función de la literatura: transmutar la historia en arte. Cada tanto, un diestro narrador usa como materia prima hechos reales para enhebrar una ficción verosímil y atrapante. Esa felicidad se encuentra en esta novela de memorias, que aborda la remota Guerra de Corea. Hasta donde sé, relatada desde las perspectiva china ninguna otra obra ha llegado al castellano.
El señor Ha Jin (Liaoning 1956) abandonó su país hace veinte años y hoy enseña literatura inglesa en la Universidad de Boston. Es poeta y sus libros anteriores cosecharon galardones. Despojos de guerra no desmerece los antecedentes. El título alude a los prisioneros chinos recluidos en campos de concentración de Surcorea, después de haber sido aplastado el Ejército Popular al sur del paralelo 38.
El protagonista se llama Yu Yuan. Estudió en una academia militar y habla inglés. Junto a un millón de voluntarios, Mao lo envió a la península de Corea básicamente para mantener el fuego lejos de Manchuria. Coopera con los comunistas como traductor, más que nada, por amor a la patria. El muchacho surca la tormenta tratando de preservar no sólo la vida, sino también el honor. Tiene el corazón bondadoso del Buda. Lo vemos en el frente de batalla y la guerrilla, en infames cautiverios, volviendo a casa. Día a día se apaga su entusiasmo por la lucha colectiva y adquiere la certeza de la futilidad humana.
La prosa de Ha Jin es minuciosa y transparente, aunque por momentos resulta monocorde. Describe con idéntico tono una sesión de tortura y la campiña en primavera. Todos los personajes, no obstante, son de carne y hueso. En conjunto, la obra, tan histórica como reflexiva, es muy valiosa.
Novela de 382 páginas. Publicada en 2007 por Editorial Tusquets.
El estrépito audiovisual jamás podrá extinguir una espléndida función de la literatura: transmutar la historia en arte. Cada tanto, un diestro narrador usa como materia prima hechos reales para enhebrar una ficción verosímil y atrapante. Esa felicidad se encuentra en esta novela de memorias, que aborda la remota Guerra de Corea. Hasta donde sé, relatada desde las perspectiva china ninguna otra obra ha llegado al castellano.
El señor Ha Jin (Liaoning 1956) abandonó su país hace veinte años y hoy enseña literatura inglesa en la Universidad de Boston. Es poeta y sus libros anteriores cosecharon galardones. Despojos de guerra no desmerece los antecedentes. El título alude a los prisioneros chinos recluidos en campos de concentración de Surcorea, después de haber sido aplastado el Ejército Popular al sur del paralelo 38.
El protagonista se llama Yu Yuan. Estudió en una academia militar y habla inglés. Junto a un millón de voluntarios, Mao lo envió a la península de Corea básicamente para mantener el fuego lejos de Manchuria. Coopera con los comunistas como traductor, más que nada, por amor a la patria. El muchacho surca la tormenta tratando de preservar no sólo la vida, sino también el honor. Tiene el corazón bondadoso del Buda. Lo vemos en el frente de batalla y la guerrilla, en infames cautiverios, volviendo a casa. Día a día se apaga su entusiasmo por la lucha colectiva y adquiere la certeza de la futilidad humana.
La prosa de Ha Jin es minuciosa y transparente, aunque por momentos resulta monocorde. Describe con idéntico tono una sesión de tortura y la campiña en primavera. Todos los personajes, no obstante, son de carne y hueso. En conjunto, la obra, tan histórica como reflexiva, es muy valiosa.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa
CALIFICACION: Buena
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