Ana María Shua
Emecé. Cuentos, 250 páginas. Precio aproximado: 33 pesos
Emecé. Cuentos, 250 páginas. Precio aproximado: 33 pesos
El microrrelato linda con el aforismo y la poesía, y exige un talento muy fino para no abismarse en el ridículo. La brevedad exige precisión y un estilo excelente; el narrador no puede disimular sus defectos tras una nube de tinta. Ana María Shua (Buenos Aires, 1951) salió airosa con esta obra publicada por primera vez en 1984. No ha perdido un gramo de frescura; es un clásico de nuestra literatura fantástica.
La sueñera evoca un vocablo que Borges inmortalizó en un verso famoso. Significa “tener ganas de dormir”. Designa un libro extravagante que enhebra doscientos cincuenta textos gnómicos elaborados con la sutil y enigmática materia de los sueños. Se nutre del humor, el absurdo, el surrealismo, la expresión popular. Hay centenares de ideas para los filmes de ciencia ficción: padres fantasmales, Spencer Tracy como verdulero, la parálisis tan frecuente, despertares entre tentáculos, pequeños contratiempos de orejas caídas y dientecitos filosos. Puede que ingeridos al azar algunos suenen pueriles, sin embargo, leídos en conjunto componen una música celestial.
A modo de ejemplo, reproducimos el microcuento número treinta y dos: “Pelando zanahorias me corto un dedo. De la herida brotan gotas de alquitrán que manchan el parquet. Tratando de limpiarlo, hago un agujero en el piso. En el departamento de abajo hay una reunión de cátedra. Entre los profesores estoy yo. Al levantar la vista me descubro espiando. Esto te pasa por pelar zanahorias, me digo, muy enojada”.
Shua ha jugado con encanto a ser Lewis Carroll. También se perciben ecos de Kafka, mas se trata de un Kafka amable, con sentido del humor, cordial para toda clase de público. Uno debe abandonarse al puro goce de la lectura ante maravillas como ésta.
Guillermo Belcore
Calificación: Muy Bueno
PD: Repito, es para toda clase de público, pero también es ideal para regalárselo a una chica.
La sueñera evoca un vocablo que Borges inmortalizó en un verso famoso. Significa “tener ganas de dormir”. Designa un libro extravagante que enhebra doscientos cincuenta textos gnómicos elaborados con la sutil y enigmática materia de los sueños. Se nutre del humor, el absurdo, el surrealismo, la expresión popular. Hay centenares de ideas para los filmes de ciencia ficción: padres fantasmales, Spencer Tracy como verdulero, la parálisis tan frecuente, despertares entre tentáculos, pequeños contratiempos de orejas caídas y dientecitos filosos. Puede que ingeridos al azar algunos suenen pueriles, sin embargo, leídos en conjunto componen una música celestial.
A modo de ejemplo, reproducimos el microcuento número treinta y dos: “Pelando zanahorias me corto un dedo. De la herida brotan gotas de alquitrán que manchan el parquet. Tratando de limpiarlo, hago un agujero en el piso. En el departamento de abajo hay una reunión de cátedra. Entre los profesores estoy yo. Al levantar la vista me descubro espiando. Esto te pasa por pelar zanahorias, me digo, muy enojada”.
Shua ha jugado con encanto a ser Lewis Carroll. También se perciben ecos de Kafka, mas se trata de un Kafka amable, con sentido del humor, cordial para toda clase de público. Uno debe abandonarse al puro goce de la lectura ante maravillas como ésta.
Guillermo Belcore
Calificación: Muy Bueno
PD: Repito, es para toda clase de público, pero también es ideal para regalárselo a una chica.
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