Editorial Adriana Hidalgo. Cuentos. Edición de 2006. Precio aproximado: 65 pesos
El lector que se precie de tal no debe ignorar esta obra. Cómprela y su biblioteca ganará riqueza y asombro, aunque también extrañeza y pesimismo. Desde que Juan José Saer lo denunció a los cuatro vientos, es casi una perogrullada lamentar que la Patria le haya mezquinado gloria a Antonio Di Benedetto (Mendoza, 1922-1986). Pero nunca será ocioso repetirlo: se trata de una de las cimas más altas de la literatura argentina.
Los textos que recopiló el sello Adriana Hidalgo lo atestiguan. El volumen incluye noventa relatos diminutos, cortos, con un formato estándar o bien al filo de la nouvelle. Son los frutos de treinta años de imaginación desatada. Hay alegorías, fábulas y experimentos formales, pero también tramas límpidas y realistas, históricas o policiales. A los seis libros que en su momento se publicaron por separado, se añaden escritos dispersos en revistas y diarios y hasta cuatro cuentos inéditos.
Redondea la propuesta un prólogo esclarecedor, a pesar de que fue rociado con tecnicismos. Es posible que Di Benedetto cause en ciertos espíritus el mismo efecto deprimente que escuchar una tarde lluviosa a la banda Nirvana. Son páginas sin el menor desahogo sentimental, sin esperanzas, tensas hasta la exasperación, donde los personajes por alguna razón nunca hacen lo que les conviene. Hay ecos de Kafka, Schopenhauer, Cioran, pero con un estilo personalísimo cuya sencillez es sólo aparente. Son cuentos que no permiten desertar a la mitad. Usted nunca se levantará de la silla sin cavilar con amargura.
A modo de ejemplo, recordemos El juicio de Dios. El jefe de la estación San Rafael llega abrasado por la sed a una chacra miserable en medio de la nada. Suplica agua a una anciana. Una niña pequeña, quién sabe por qué, lo llama ‘‘papá’’. Se abre entonces una pesadilla grotesca que hasta Lovecraft leería temblando.
Los textos que recopiló el sello Adriana Hidalgo lo atestiguan. El volumen incluye noventa relatos diminutos, cortos, con un formato estándar o bien al filo de la nouvelle. Son los frutos de treinta años de imaginación desatada. Hay alegorías, fábulas y experimentos formales, pero también tramas límpidas y realistas, históricas o policiales. A los seis libros que en su momento se publicaron por separado, se añaden escritos dispersos en revistas y diarios y hasta cuatro cuentos inéditos.
Redondea la propuesta un prólogo esclarecedor, a pesar de que fue rociado con tecnicismos. Es posible que Di Benedetto cause en ciertos espíritus el mismo efecto deprimente que escuchar una tarde lluviosa a la banda Nirvana. Son páginas sin el menor desahogo sentimental, sin esperanzas, tensas hasta la exasperación, donde los personajes por alguna razón nunca hacen lo que les conviene. Hay ecos de Kafka, Schopenhauer, Cioran, pero con un estilo personalísimo cuya sencillez es sólo aparente. Son cuentos que no permiten desertar a la mitad. Usted nunca se levantará de la silla sin cavilar con amargura.
A modo de ejemplo, recordemos El juicio de Dios. El jefe de la estación San Rafael llega abrasado por la sed a una chacra miserable en medio de la nada. Suplica agua a una anciana. Una niña pequeña, quién sabe por qué, lo llama ‘‘papá’’. Se abre entonces una pesadilla grotesca que hasta Lovecraft leería temblando.
¡Que escritor es Di Benedetto!
Guillermo Belcore
Calificación: Excelente
1 comentario:
Gracias, Guillermo!! Otro cuento memorable, si me lo permite: "Caballo en el salitral".
Diana.
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