Por Adrián Paenza
Siglo Veintiuno Editores. Ensayo de 237 páginas, publicado en 2007.
¿Qué razón misteriosa transformó un libro de matemáticas en un impresionante fenómeno de ventas? Es obvio que el carácter mediático del autor influyó en el envión inicial, pues la saga Ciencia que ladra incluye obras tan valiosas como ésta pero el público les ha dado la espalda. El prólogo informa que las dos entregas anteriores sedujeron a México y Brasil, y ahora se traducirán al alemán, checo e italiano. ¿Tan atractivos se han vuelto los números primos? Diego Golombek arriesga una hipótesis: en un mundo tumultuoso, la gente demanda algo de racionalidad. Quién sabe. Quizás Adrián Paenza dé en la tecla cuando nos recuerda una y otra vez lo hermoso que es el acto de pensar.
El lector encontrará en el tercer volumen más de lo mismo que, en el caso de Paenza, es igual a bueno. El puntapié inicial es una serie de problemas, insolubles para quien escribe esta columna, lo que corrobora que se trata de un zopenco incorregible ante los números. El libro nos sorprende luego con desafíos a la intuición, el origen de algunas verdades matemáticas, curiosidades sobre el infinito y la pasmosa Ley de Benfold. ¿Sabe usted a qué velocidad crece su cabello? ¿Conoce lo qué significa realmente el azar? Aquí lo ilustrarán.
El último tramo se aproxima a la teoría de los juegos y enseña algunos soberbios entretenimientos. Uno aprende a ganar siempre al tripo (la versión culta del tatetí) y al nim. Se revela un ardid para derrotar a los campeones del ajedrez. Finalmente, Paenza aporta una opinión sensata sobre esa búsqueda fantasmal de una buena definición de inteligencia. Más discutible es su sentencia de que la mejor manera de tomar decisiones en la vida siempre es la ciencia. ¿Y los sentimientos, y el amor, querido profesor?
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.
2 comentarios:
Es evidente que algún nivel de los números encierra cierto misterio, pero lo es también que las ciencias exactas te dan una herramienta fenomenal para resolver algunas cosas que parecieran indecifrables...
Y demás esta decirte que muchos hábiles en estas ciencias han sabido ser excelentes expositores de las emociones, y sin ir mas lejos...Sábato es un excelente ejemplar.
Estoy de acuerdo. Pero me pregunto si la ciencia es el único medio para acceder al conocimiento.
Muchas gracias por tu aporte
Guillermo
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