Por Michael Cunningham
Norma. Novela de 388 páginas
Michael Cunningham (Cincinatti, 1955) ganó el Pulitzer en 1999 por Las horas, un obra muy elogiada por la crítica y llevada al cine por Stephen Daldry, con Nicole Kidman como Virginia Woolf. Siete años después escribió este libro. No es estrictamente una novela convencional; es un tríptico experimental que con elegancia vincula los relatos entre sí. Es también un texto raro que va de menos a más. Hasta la página ciento cincuenta, aproximadamente, uno sospecha que no está a la altura de la fama del autor. Pero de pronto se disipa el tedio, las piezas encajan y el lector descubre que tiene en sus manos una gema imperfecta pero exquisita que no puede abandonar por la mitad. Al final, el conjunto reluce más que la suma de las partes.
Dos presencias espirituales articulan la trama: Walt Whitman y la ciudad de Nueva York. La primera historia (En la máquina) está ambientada a finales del siglo XIX. Es un cuento largo de miseria y fantasmas pero a lo Henry James, puede o no tener una explicación sobrenatural. Arropada con la actual mortaja de paranoia, La cruzada de los niños narra la aparición e una secta que usa niños bomba ara forzar un retorno a la edad pastoril. En el último trecho (Como la belleza) bulle la ciencia ficción. Viajamos al futuro. Nueva York es un parque temático donde turistas pagan por emociones lúbricas.
Tres personajes se repiten. Catherine (o Cat o Catareen) es sucesivamente una costurera perturbada por la muerte de su novio; una eficaz psicóloga de ébano; y una alienígena con forma de lagarto que huye de un destino servil. Simón es un espectro que retorna; un adinerado de Wall Street y un androide que se atreve a revelarse. Finalmente, tenemos al niño Lucas o Luke: explotado en una fábrica; un terrorista sin conciencia, y un deforme inteligentísimo.
Guillermo Belcore
PD: Bueno
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