Por César Aira
Beatriz Viterbo. Novela de 134 páginas
Es curioso. En forma simultánea aparecieron en 2006 dos libros que, a su modo, homenajean La noche de los muertos vivos. Primero fue Stephen King quien rindió tributo en Cell a George Romero. Ahora, nada menos que el gran César Aira parodia esa repugnante saga de terror.
Se sabe que Aira publica de manera indiscriminada. Dos o tres nouvelles por año vienen a provocarnos. El genio radicado en Flores ha sugerido que se lo juzgue por el conjunto de su creación literaria, la que -como siempre ocurre- es muchísimo más que la suma de las partes.
La cena no es sino otro capricho airano. Abarca la noche de un sábado de cotillón fantástico y un pedacito de la mañana blanca y vacía del domingo. Transcurre en Pringles, pueblo maldito. El narrador es un sesentón fracasado y célibe, en guerra con su madre avinagrada. Van a cenar a lo de un amigo próspero, acorazado en su museo de juguetes, muñecas, máscaras inverosímiles. Ya en casa, el perdedor irremediable, cuya única ocupación real es la televisión, se distrae siguiendo en vivo y en directo una invasión de ultratumba. Víctimas de un síndrome de abstinencia, todos los habitantes del cementerio abandonan sus sepulturas para sorber las endorfinas que contienen los cerebros de los vivos. Un conjuro salvará la ciudad.
Si de destreza narrativa se trata, Aira es quizás hoy nuestro mejor escritor. Pero resultan difíciles de recomendar tonterías como La cena. Hay algo de enternecedor y patético en el hecho de que semejante talento se haya consagrado a la mera visibilidad de las escenas (algunas en verdad desopilantes), a los personajes quiméricos y vanos. Nosotros seguiremos esperando su novela imborrable.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento Cultural del diario La Prensa.
CALIFICACION: Malo
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