Por Ema Cibotti
Aguilar. Ensayo de 220 páginas
Hoy, la revisión del pasado nacional es abordada por dos especies de autores. Por un lado, los historiadores. Son profesionales minuciosos, que leen los datos con criterio de época, atentos a las ideas que circulaban y a la delicada trama de intereses políticos, económicos y sociales. Pintan su producción con una infinita
gama de colores. Al otro bando podríamos llamarlos los historiantes, si es que se admite el neologismo. Esta gente, -preocupada por ser patriótica, mediática o simplemente filistea- entiende que la Historia es una plastilina que puede ser modelada según las demandas de la militancia actual. No desdeñan el anacronismo y sólo trabajan en blanco y negro. Por alguna razón, se convierten
en best-seller. Sin duda alguna, Queridos enemigos pertenece al primer lote, aquél con que se honran las bibliotecas perdurables.
La señora Ema Cibotti demuestra que la anglofobia, hoy tan natural como el aire que respiramos, es una confusión futbolística sin raíces profundas. La relación con Inglaterra se articuló -más allá de la ocupación de las Malvinas- en una sociedad beneficiosa para ambas partes. La pérfida Albion maquinando el ‘divide y vencerás’ es un mito. El revisionismo a lo Irazusta constituye un error sin atenuantes, una artimaña que saca hechos de contexto y valora la tierra por encima de la gente.
Si algo puede reprocharse a Cibotti es la falta de ambición. A este recorrido por más de dos siglos de la Patria le sobra sabiduría y le faltan trescientas páginas. Lástima, hubiese sido la contracara perfecta de cierta obra famosa de Raúl Scalabrini Ortiz. La profesora nos ilustra sobre el verdadero Bernardino Rivadavia o la imposibilidad de conservar Montevideo, pero al parecer, ha deseado hilvanar un ensayo funcional a la Edad de la pereza.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.
CALIFICACION: Bueno
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