Por Marcelo BirmajerSeix Barral. Novela de 221 páginas
Confeso admirador de Somerset Maugham, Marcelo Birmajer (Buenos Aires 1966) ha cultivado una premisa interesante: se debe tejer una trama lo suficientemente inverosímil como para que el lector olvide su aburrimiento. Ya habíamos elogiado su destreza para atraparnos con pequeñas historias de neuróticos de clase media, su inteligencia sofisticada, su saludable escepticismo. Esta vez, el tono paródico y la proximidad con el disparate lo emparentan peligrosamente con César Aira, aunque con un dejo de melodrama garcíamarqueano.
La novela, avara en páginas, gira en torno a una mujer sublime. Isabel Masalvi es una verdadera dama, a pesar de su cuerpo despiadado que no admite el paso del tiempo y convierte las calles en un hervidero de obsesos sexuales. La impresión que ha dejado en sus antiguos compañeros del colegio secundario es imborrable. A los cuarenta años, sigue provocando desesperación y deseo. Eugenio Turacci, un vago, un malandrín, un tipo violento en general, la enamora con una rara mezcla de misterio y maltrato. Ernesto Herro la rescata de sus garras; adoptan un niño pero la pareja se encamina al naufragio. Anastasio Bordenave, otro sinvergüenza, emplea a Isabel con pérfida generosidad. Luis Perrol, ese mosquito muerto, la convierte en su amante.
La urdimbre marcha a la par de la agonía y resurrección de la Argentina. Avanza en marejadas de seis meses y se enmaraña hasta la exasperación. Hay crímenes, una conjura, aceleración final. El humor no está ausente, con algunas escenas desopilantes -como se dijo- en la mejor tradición aireana. Queda cierto regusto a poco, aunque Birmajer relumbra como escritor satírico. Ha inventado aquí a un tal Ismael Ferro para mofarse con toda crueldad y eficacia de nuestros progresistas.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.
CALIFICACION: Regular
PD: A Birmajer podemos exigirle mucho más.
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