miércoles, 9 de enero de 2008

El derrumbe

Por Daniel Guebel­
Mondadori. Novela de 188 páginas­, publicada en 2007. Precio aproximado: 35 pesos.
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Hace unos años los vecinos de Ituzaingó se indignaron porque un funcionario mandó construir en la plaza principal una estatua de su hija Camila. Este libro también se edifica sobre un ostentoso amor filial. El problema es que Daniel Guebel (Buenos Aires, 1956) no agrega nada fresco o profundo al misterio de la paternidad. A lo sumo hay un par de pensamientos ocurrentes, tipo ``el amor a los hijos produce ideología''.
Derrumbe llega envuelto en polémica. Obtuvo una mención en el Clarín de Novela 2006, pero el autor, tras un blooper en la entrega de premios, disparó munición gruesa contra el galardón. Durante meses, la hoguera de las vanidades, es decir el mundillo literario porteño, se preguntó si Guebel es un mal perdedor.
La obra encadena meditaciones de un escritor fracasado, a quien su esposa acaba de abandonar. El dolor de padre lo lacera, aunque también es un rencoroso porque el talento, a lo sumo, le permite ``escribir una obra maestra de segunda categoría''. El comienzo, pues, resulta prometedor. Uno intuye que la escritura se dirige al sendero que transitó La conciencia de Zeno. Pero la trama se duerme en el lecho del egocentrismo; se distrae en instruirnos sobre la verdadera naturaleza del tango o del lenguaje. No puede negarse la genialidad de Guebel al interpretar el fenómeno de la música popular, pero da la impresión de que algunas glosas las incluyó sólo para deslumbrar al lector.
A favor de la novela, puede mencionarse la fluidez, cierta potencia dramática en los monólogos y el giro del final. Todo indica que fue amasada con elementos autobiográficos. Hay cierta propensión a lo escatológico y a escandalizar. ¿Puede tomarse en serio alguien que sentencia que ``no hay escritores españoles desde que murió Cervantes''?­


Guillermo Belcore

Publicado en el suplemento cultural de La Prensa

CALIFICACIÓN: Regular

Postdata: Mirenme a mí, no a lo que escribo.

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