Harold Bloom
Taurus. Ensayo de 242 páginas
Está probado que Harold Bloom (Nueva York, 1930) ama escandalizar. En El canon occidental nos enseñó qué leer, pero también a abominar de la Escuela del resentimiento. Ahora, al final de su camino, pisa en terreno minado. Postula que no existe la tradición judeocristiana. Las dos historias, los dos dioses, e incluso las dos Biblias son irreconciliables. El cristianismo es básicamente politeísta; la Santísima Trinidad es una ardid para ocultarlo. El evangelista Juan fue un antisemita terrible. San Pablo, un agitador, un chalado obsesivo, un polemista delirante. Define a Cristo como la hiperbólica expansión del acto de usurpar a su amado Padre, tal como hizo Zeus con Cronos. Adorar a esa invención greocorromana sería como rendirle culto a Hamlet o Don Quijote.
Con esa materia volcánica, el insigne crítico esculpió Los nombres divinos. Finge que se trata de un mero comentario de libros, pero no es verdad. Es dinamita teológica. Como judío gnóstico, Bloom no oculta sus predilecciones. Por ejemplo, al degradar a Jesús -con una pizca de malicia- enfrentándolo al rabino Hillel.
Una lente implacable se centra pues en tres figuras: ``una persona más o menos histórica, Jeshúa de Nazaret; un Dios teológico, Jesucristo; y Yahvé una divinidad humana, demasiado humana''. Polémicas al margen, el amante de lo sublime se irá de aquí deleitado. Abordar a Bloom -como a Borges o Ecco- implica sumergirse en una desbordante biblioteca.
La lectura, además, exige sostener en el regazo una Biblia para verificar si la afirmación tal se trata de una sutileza o de un disparate. Usted, entonces, podrá descubrir o reencontrarse con la maravillosa Epístola de Santiago donde -Bloom dixit- aparece relumbrante el verdadero espíritu del Galileo.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.
CALIFICACION: Bueno
1 comentario:
Excelente el blog. Vayan mis felicitaciones para su autor, ese tal Guillermo Belcore.
Estimo que de aquí en mas este sitio se convertirá en una guía de consulta frecuente para aquellos que, como es mi caso, estamos interesados en la lectura pero no disponemos de la posibilidad material, el tiempo o incluso la paciencia de relevar tal cantidad de libros.
Respecto a vuestra reseña de Jesús y Yahvé, modestamente y con ánimo constructivo, quisiera hacer un comentario: por qué confrontar las afirmaciones con una biblia cuando desconocemos la fidelidad histórica de lo que en ésta se narra?
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