sábado, 12 de diciembre de 2009

Alfred y Emily

Doris Lessing
Lumen. Novela y autobiografía, 324 páginas. Edición 2009.

Doris Lessing nació en 1919. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 2007 y fue un acto de pura justicia. Ha escrito algunas de las mejores novelas de nuestra era. Los años -que siempre son crueles con el cuerpo humano- no han mellado, al parecer, sus cualidades artísticas. Lo demuestra este libro original y fresco -mitad novela, mitad autobiografía- que se publicó el año pasado. La critica anglosajona coincidió en que se trata de una sus obras más valiosas.

La extraordinaria narradora conjuró una nube negra, asfixiante, que estropeó a su familia y arruinó a su Patria. Imagina en la primera parte del libro cómo hubiera sido la vida de Emily McVeigh y de Alfred Tayler si no hubiese estallado la Primera Guerra Mundial (1914-1918). ¡Qué ingenioso! Novelar la existencia de los padres. El resultado es un relato corto, costumbrista, con una prosa transparente y justa, que sopesa el mundo tal cual es y va como un flechazo a lo esencial: a las profundidades del corazón. De manera oblicua y eficaz se esboza una historia alternativa de Inglaterra: una nación feliz que descubre que el secreto de la prosperidad es mantenerse alejado de las guerras. La caída de los imperios se discute en Londres luciendo distintos peinados.

La segunda parte evoca a los Alfred y Emily reales, una pareja asombrosa. El padre de Doris, hombre vigoroso y saludable, perdió una pierna en la Gran Guerra. Intentó vivir como si no fuera un inválido, pero la enfermedad pudo con él. Al final de una existencia que acabaría demasiado pronto, decía suplicante: “A un perro se le libera del sufrimiento, ¿por qué a mi no?”. La madre, de una eficiencia formidable, vivió amargada y solitaria. Nunca se recuperó de la muerte de su gran amor, un cardiólogo eminente. El texto nos pasea por Persia y Rodhesia, donde la escritora pasó su infancia. Todo el libro -tallado con cariño, esmero y sensatez- es de fácil y grata lectura.
Guillermo Belcore
Este comentario se publica en los suplementos de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata.

Calificación: Bueno.

PD: Este libro irradia una suave nostalgia. Doris se hizo adulta en Rodhesia; yo en Morón, en los ochenta. He malgastado tiempo atesorando fruslerías musicales de entonces, como esta de un tal Paul Mazzolini: http://www.youtube.com/watch?v=grGjD1rTNyg que, de manera torpe, evoca los tiempos de Lessing. Montesquieu tenía razón: no debemos privarnos de los entretenimientos mediocres.

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