domingo, 30 de noviembre de 2008

Forastero

Jorge Accame­

Sudamericana. Novela. 219 páginas. Precio aproximado: 40 pesos.

­ La industria editorial ha engendrado una nueva especie literaria: la novela para ganar premios. Tiene no muchas páginas, capítulos breves, prosa que halaga al lector perezoso. Las densidad temática o psicológica no es lo suyo. Pero un punto de denuncia social y una mínima especulación filosófica resultan bienvenidas. Abundante material autobiográfico vivorea en la trama. En el mejor de los casos llegará a ser lo que Harold Bloom denomina piezas de época. Agradables y útiles para el hoy pero dentro de treinta años nadie las tendrá en cuenta.

Forastero recibió el Premio Novela 2008 La Nación-Sudamericana. Mezcla costumbrismo, denuncia social e intriga tipo thriller clase C. Como en las manufacturas seriadas de Hollywood, hay un héroe atormentado por su pasado que recibe algunos golpes pero nadie se anima a liquidarlo. Resuelve el misterio saliendo a caminar por el monte hasta arribar por casualidad a un claro donde se cuece un caldo diabólico. Esto es hacer que Dios se siente en nuestro regazo, diría Raymond Chandler.

El narrador se llama Evaristo Soler, escritor de profesión. Llega a una ciudad norteña para investigar el homicidio de una chica, crimen similar al de María Soledad en Catamarca. Se hace pasar por periodista y paga por escuchar historias. La mugre aflora por todos los poros. Fiel al tópico, la trama incluye terratenientes pervertidos, un amanuense viscoso, aborígenes buenos, un traidor, chicas corajudas, sexo. Los diálogos están bien trabajados y el recurso de la sinestesia resulta agradable. Hay una interesante especulación sobre el universo.

El alter ego de Accame sostiene que una historia se escribe juntando los pedazos y cosiéndolos de la mejor manera posible. Se espera entonces que funcione, como el monstruo de Frankenstein. El problema aquí son las costuras. Pudo haber sido una excelente obra de teatro.­
Guillermo Belcore­

Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa.­

­Calificación: Regular­

lunes, 24 de noviembre de 2008

El amante imperfecto

Carlos Chernov­
Norma. Novela, 229 páginas. Precio aproximado: 45 pesos. Edición 2008.

­­ Esta obra no gira en torno al amor, sino sobre su variante degradada: el amor mítico. Su autor, psiquiatra de profesión, construye un universo inquietante de seres neuróticos y perversos. La trama se ha obsesionado con los penes: hay onanismo a raudales, rabdomancia genital, automutilación, erecciones perpetuas. A Freud le hubiese encantado.

El amante imperfecto recibió el Premio de Novela 2008 de la editorial Norma (dotado con treinta mil dólares). Carlos Chernov (Buenos Aires, 1953) lo escribió con una prosa minuciosa y prolija que favorece el trabajo del lector. No tiene, empero, talento para la metáfora. Muestra, además, una decidida inclinación hacia las cosas repulsivas y truculentas. Son narradas las peripecias de un enamorado recalcitrante, febril, un verdadero aparato. Desde chico, Guillermo consagra su existencia a conquistar a Helenita Vega, un parásito que no supera la categoría de rubia vistosa y vulgar. El muchacho va de fracaso en fracaso. Se estrella primero contra su escasez de recursos económicos, luego contra el marido de Helenita (un Neardental malévolo), finalmente contra sus propias limitaciones de carácter. Sufre, nos explica Chernov, de un fenómeno de atracción más propio de los insectos que de los seres humanos.

Fiel a la moda, el libro viene trozado en capítulos breves, algunos separados sin ton ni son. A pesar de sus contradicciones (Guillermo endiosa a las mujeres, treinta páginas después las usa y descarta) y de ciertos parlamentos inverosímiles de Helenita, el suspenso está bastante bien aceitado. Uno se desespera por saber en qué concluye esa relación enfermiza. El acelerado final, sin embargo, parece no haber sido trabajado con esmero, como si Chernov, exhausto, se lo hubiese quitado de encima.
Guillermo Belcore

Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa.

­Calificación: Regular

­PD: ¿Existe una subespecie de novela ideal para ganar premios? Pronto escribiré algo al respecto.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Recorre los campos azules

Claire Keegan­
Eterna Cadencia. Cuentos, 206 páginas

¿Qué tiene Irlanda que nos fascina tanto? ¿El resentimiento que deviene de la pobreza? ¿El catolicismo, tan integrador como asfixiante? ¿Por qué la sentimos tan cerca? Algo es seguro, la isla esmeralda ha generado, en proporción, más escritores de primera que casi todas las naciones del globo. Por fortuna, este año leímos a Banville, McGahern y Connolly. Ahora descubrimos a una narradora sublime, que acaba de participar en el Festival de Literatura de Buenos Aires.
Con esta obra, Claire
Keegan (1968) ganó el Edge Hill Prize 2007 que premia al mejor libro de relatos breves de las islas británicas. Su prosa es armoniosa, por momentos lírica, siempre hermosa de leer. La tristeza abruma a los personajes. Provienen de las zonas rurales, son hombres que están convencidos de que la posesión de la tierra o de una cabra genera más satisfacciones que las que alguna vez les darán su esposa y sus hijos. Mujeres sufridas osan rebelarse. Keegan logra redondear algo tan raro y tan espléndido como una ‘poética de las situaciones incómodas'.

Todos los cuentos de este volumen son exquisitos, pero hay dos memorables. Parecen novelas en miniatura. Recorre los campos azules narra la calamidad de un sacerdote que celebra la boda de su enamorada, una adorable pelirroja por quien quebró los votos de celibato. No tuvo el valor y la decencia, empero, de dejar los hábitos para vivir con ella. La hija del guardabosque encierra el dolor de un mujer inquieta que se casó con un patán a quien no ama. Su venganza es terrible. La trama incluye hasta el delicado punto de vista de un perro.

Leer a Keegan induce también a meditar sobre un rasgo magnífico de la literatura moderna. Una y otra vez, las musas reescriben a Chejov. Cambian los escenarios y la gente, pero la pulsión continúa. He aquí, en la dura campiña de Irlanda, una de las versiones mejor logradas.
Guillermo Belcore­
­Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.

Calificación: Excelente

PD: Uno de los dos o tres mejores libros de cuentos que leí este año. Buenos Aires tiene cosas maravillosas. Una editorial recién nacida se ha preocupado por acercar a la tribu de los lectores apasionados una autora formidable, que sólo con un Nobel hubiéramos llegado a descubrir.

PD II: La foto es del diario Página 12, que realizó una entrevista a la autora www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-11962-2008-11-15.html

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Europa en guerra 1939-1945

Norman Davies­

Planeta. Ensayo de historia. 711 páginas

­ Si usted busca en Internet un libro sobre la Segunda Guerra Mundial, encontrará más de cincuenta y cinco mil títulos disponibles. ¿Era necesario un ensayo más? ¡Claro que sí! Por culpa de Hollywood, el patriotismo, el relativismo moral y los progresistas circulan infinidad de mitos sobre el conflicto. Por ejemplo, que el Ejército soviético fue una fuerza del bien. O que el aporte de Estados Unidos al teatro de operaciones europeo resultó decisivo. O que los ingleses no emplearon métodos bélicos espantosos, como incinerar y mutilar en masa a civiles indefensos.­
Sir Norman Davies, honesto y riguroso catedrático de Oxford, no sólo interpreta aquí el papel de refutador de leyendas. Esboza una visión global del conflicto, apropiada para el siglo XXI. Yuxtapone e integra hechos sabidos que hasta el momento permanecían estrictamente segregados. Experto en Polonia, puede que algún perturbado lo tache de "ferviente anticomunista". En realidad, es un erudito que conoce a la perfección lo malvado que fue el marxismo cuartelero.

La obra es amena, minuciosa y esclarecedora. Siete son sus nudos: interpretación, acciones militares, política, civiles, retratos (cine, literatura, historiografía), conclusiones. Davies reúne toneladas de datos y postula que el choque de dos tiranías titánicas e igualmente aberrantes fue el corazón del último acto de la Segunda Guerra de los Treinta Años en Europa (1914-1945). Lo curioso es que hasta la Operación Barbarroja los estados totalitarios habían sido aliados para pulverizar el odioso Orden de Versalles. La persona genuinamente comprometida con la libertad y la justicia está obligada a condenar a ambos sin temores ni prejuicios. En cuanto apetito por el asesinato en masa, Stalin no tuvo nada que envidiarle a Hitler.
Guillermo Belcore­
Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa el 5 de octubre de 2008.­

­CALIFICACION: MUY BUENO­

­PD: ¿Por qué aun hoy los crímenes de Stalin son minimizados?

lunes, 17 de noviembre de 2008

La voluntad y la fortuna

Carlos Fuentes­
Alfaguara. Novela, 553 páginas: Edición 2008

­­Carlos Fuentes (1928) ha declarado que ésta es la mejor novela que escribió. Hasta donde sabemos, ningún crítico confirmó la sentencia. Estas líneas intentarán refutarla, con todo el respeto que se merece un escritor de verdad.
Narra la historia la cabeza seccionada de Josué Nadal. Como un coco, yace en una playa de Guerrero, lamida por las olas tibias del Pacífico. Reconstruye su biografía, la de un muchacho que concluyó decapitado a machetazos. Sin familia, crecido en un caserón al cuidado de una gobernanta estricta, Josué encuentra una amistad estimulante y absorbente en Jericó, un compañero de colegio. Se convierten en Castor y Polux, los gemelos inseparables. Con la adultez, ascienden en la escala social pero degeneran en Caín y Abel por culpa de las maquinaciones de
los hijos de la chingada.

El libro está infestado de alegorías, lo que da un sesgo de irrealidad al conjunto. Giros inverosímiles conectan los personajes entre sí. Puede que algunos lectores disfruten de las figuras rocambolescas, la trama barroca y la morosidad narrativa que se empeña en abusar del sentimentalismo. El melodrama y la denuncia fácil tienen su público. La novela se asemeja a una corriente caudalosa: como un río crecido arrastra muchísimas cosas pero pocas son materiales nobles.
Advertía Borges que cuando un autor se plantea metas ambiciosas por lo general estropea las operaciones estéticas.
Escribir con una cierta inocencia, al parecer, produce mejor literatura. Fuentes, ese eterno émulo de Balzac, ha intentado aquí filosofar sobre la metafísica, el maridaje en México entre la pobreza y la injusticia, la tensión latinoamericana entre políticos y empresarios. Como sus opiniones no van más allá del tópico progresista, la obra resulta tediosa. Hasta los colosos tienen sus días malos.
Guillermo Belcore­

Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa el domingo 16 de noviembre de 2008.­

­Calificación: Regular

sábado, 15 de noviembre de 2008

El fideo màs largo del mundo

Bernardo Jobson­
Capital Intelectual. Libro de cuentos, 129 páginas.­

­Este blog celebrará siempre la decisión editorial de preservar o ensanchar el acerbo nacional. Por eso, damos la bienvenida a la colección Los recobrados que Abelardo Castillo viene forjando para el sello Capital Intelectual. No se trata de un reconocimiento patriótico o ideológico, sino de simple alegría ante la buena literatura. íQué libro de cuentos ha llegado a nuestras manos! Los diez relatos vienen enriquecidos con un prólogo de Castillo, reflexiones de Isidoro Blastein y de Vicente Battista y un sabroso reportaje al autor. Ojalá todas las ediciones fueran así.
Bernardo Jobson (1928-1986) publicó un sólo libro pero basta y sobra para definirlo como un escritor de fuste. Quizás, en un ambiente menos adverso, pudo haberse convertido en nuestro Juan Rulfo. En efecto, no es exagerado postular que esta obra sería algo así como la versión porteña y suave de El llano en llamas. Una sentencia de Blastein parece insuperable: “Jobson tenía un oído finísimo para el habla coloquial pero escribía con el rigor de Quevedo”.
Lo primero que el lector debe conocer sobre Jobson es que se trata de un exquisito humorista. Te recuerdo como eras en el último otoño se lee con carcajadas (no es el único caso). Narra las peripecias de un atorrante que va al hospital por una dolencia vergonzosa. En un escritor mediocre o en la televisión argentina el resultado sería vulgar. Aquí es mordaz y desopilante.
Es factible que no se hayan escrito en la Patria textos mejores sobre el turf que los dos que atesora este volumen. Jobson, burrero empedernido, transmite con fino ingenio los estertores de la plebe ante esa selva polvorienta de pescuezos y patas. Conmovedoras también son sus historias de pensionados, de tangueros que se disputan el favor de una mala mujer y de bravos judíos que resisten la barbarie de los derechistas.
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Guillermo Belcore­

Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Excelente

PD: No puede faltar en la biblioteca del interesado en la producción nacional. Viene de un tiempo donde escribir bien se consideraba una virtud. Algunos confundidos (o simplemente unos caraduras que no quieren reconocer sus limitaciones) postulan hoy que lo desagradable o mal ejecutado es una estimulante experiencia estética. ¡Ja!

jueves, 13 de noviembre de 2008

Elogio de la serie de TV

Moscardón Imaginario II

Con la fuerza del lugar común, se ha escrito que el gran relato estadounidense pasa hoy por la televisión, en desmedro de los libros. La sentencia tiene -como siempre ocurre- algunos
grumos de verdad. Lo cierto es que desde hace unos años observamos deleitados algunas series magníficas, de gran factura y verosimilitud o con una prodigiosa imaginería. Soy adicto a ellas, lo confieso de entrada. Pero siempre una novela o cuento excelente (el lector de este blog sabe que se siguen escribiendo) estará por encima de cualquier capítulo de la pantalla chica.­

Hecha la salvedad, añado que uno de mis programas favoritos para una noche fría de un sábado es quedarme en cama con la persona amada viendo tres o cuatro capítulos de House o de Los Soprano. Los alquilamos en el videoclub. Soy capaz también de aislarme en una reunión familiar si pesco, en casa ajena, un episodio de Monk o La Ley del Orden, en cualquier de sus variantes, excepto la floja Criminal Intent. ¡Qué aparato!, dirán algunos.

De dónde proviene este fanatismo, me he preguntado los últimos días. De la tierna infancia. Como casi todos nosotros, la primera serie -si es que esa es la palabra- que seguí con fruición fueron Los Tres Chiflados. Milagro del universo, a mi hijo también le encantan Moe, Larry y Curly o Shemp. Luego, vino El Zorro con sus deliciosos personajes. Con la pubertad, me atrapó Tarzán, con Ron Ely; y casi todas las expresiones del camp: Batman, Los Locos Adams, El superagente 86, Mi marciano favorito y Mister Ed. El orden es el correcto.­

A fines de los setenta, fue el turno de El hombre nuclear. ¿Quién no se imaginó ser un Steve Austin? La mujer biónica, en cambio, me supo a tontería o, peor, a traición. Maticé la pasión cibernética con El santo, Ladrón sin destino, Los vengadores y La mujer maravilla

En la adolescencia, creo, descubrí el delicioso sabor de los policiales. SWAT era mi preferida. Vi, no sin desgano, alguna peripecia de Las calles de San Francisco, Mujer Policía, Manix, Kojak y Starsky y Hutch. Nada para cortarse las venas. Años después, con el paladar enriquecido por la novela negra, descubriría en un canal nostálgico al imposible inspector Columbo. Recuerdo con saudades, ya en el terreno del Western, La conquista del Oeste y Jim West. El hombre del rifle, en cambio, me pareció algo zonzo. Debo confesar que en casa, influencia de mamá, se veía La familia Ingalls. Mi hermana odiaba profundamente a la señora Olson y le tenía miedo al señor Edwards. No puedo dejar de mencionar con cariño a El agente de Cipol, Dos tipos audaces y El túnel del tiempo

Ya en los ochenta, me abdujo la ciencia ficción. Disfrute Cosmos 1999, UFO (de procedencia británica) y sólo los primeros capítulos de V, Invasión extraterrestre. Estaba algo grandecito para los lagartos disfrazados de espléndidas hembras. Y arribo entonces a la madre de todas las pasiones: la saga de Star Trek, una mejor que otra.­

Aun hoy me considero una versión light de los trekkies. Juzgo a muchos seres humanos con categorías de Gene Roddenberry. ¡Aj!, ese político es un romulano, el barra de Boca se parece a un klingon, aquél es perverso como un oficial cardasiano. Mi favorita es la tercera versión: Abismo Espacial 9. Ambientada en una estación orbital, llega a su climax con una guerra interestelar (la lucha contra el Dominio) que opaca cualquiera de las fruslerías de George Lucas. Solo Andrómeda (creación póstuma de Roddenberry) está a la altura de las Enterprise

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HAY ALGUIEN AFUERA­

Los noventa me trajeron también algunas maravillas. Los expedientes X, por supuesto, pero también Milenium y División Miami. Tengo sentimientos encontrados con Jag. Descubrí una perla, por ahora interminable que divulga Universal en la Argentina: La ley y el orden. Soy un incondicional de esas historias atrapantes de policías y fiscales. Van por la temporada 17. Me apenó muchísimo la muerte de Jerry Orbach, el inolvidable detective Lennie Briscoe. Me estremezco con los casos escalofriantes de La ley y el orden, unidad de víctimas especiales. Hace un par de años me sedujeron dos policiales de corta vida: Dragnet (remake fallida de un éxito de los cincuenta) y Los Angeles Robbery and Homicide División, cuyo papel protagónico cumplía el atormentado y talentoso Tom Sizemore. Con mi actual mujer disfrutamos CSI Las Vegas y Medium. Pero es sólo de ella la fascinación por Lost (está enamorada de Sawyer) o Héroes (está enamorada de Nathan Petrelli).­

Llegamos al presente. En qué ando hoy. Bueno, como decía al empezar, soy otro fanático de Los Soprano y Doctor House. Monk me resulta delicioso. Pero la repetición de cualquiera de las gemas aquí señaladas me tendrá como fiel televidente allí donde sea necesario. Las series, como los libros, acaso no me hayan mejorado. Pero me han hecho inmensamente feliz.­
Guillermo Belcore­

­PD: Amigos de todo el planeta, estoy abierto a conocer series nuevas. Soy todo ojos y oídos.­

martes, 11 de noviembre de 2008

El padre de un asesino


Alfred Andersch­
Norma. Novela de 117 páginas. Edición 2007. Precio aproximado: 30 pesos

Alfred Andersch (Munich 1914-1980) dejó una obra de quince tomos en idioma alemán. Fue militante comunista, prisionero político en Dachau, soldado de la Wermach (desertó en Arno en 1944), fundador del célebre Grupo 47, hombre de letras en el sentido más amplio del término. Cierta crítica, no obstante, lo ha subestimado como artista y como conciencia pública. W. G. Sebald lo asesinó con letra impresa en un ensayo famoso. El sello Norma ha rescatado del olvido un escrito que Andersch forjó meses antes de su muerte. Su publicación en el otoño boreal de 1980 había sacudido a la sociedad alemana. La edición actual -bienvenida sea- lo confina a cuento largo, pues se limita a una unidad de tiempo y espacio con aisladas proyecciones al pasado y futuro: la narración se ciñe a una hora de clase en el Instituto de Humanidades más prestigioso de Munich. Corre 1928. Franz Kien, alter ego del autor, relata la historia. Se aburre en la clase de griego, pero ese día maldito la irrupción en el aula del director lo sume en el pánico y el escarnio. No se trata sólo de un docente gordo, sádico y anticuado como los demás. El rex se apellida Himmler, es el padre de quien en los próximos diez años se convertiría en el número dos del régimen nazi. Curiosamente, el muchachito simpatiza con el hijo rebelde del director. Minuto a minuto vemos como el viejo Himmler humilla y expulsa primero a un descarado miembro de la nobleza y luego a nuestro pobre Franz. ­ El texto es un retrato esclarecedor del caldero burbujeante donde se cocía el Tercer Reich: una aristocracia podrida, el catolicismo ultramontano, luteranos antisemitas y resentidos y el nazismo como expresión radical de los hombres pequeños. Nos induce a meditar también sobre la causa-efecto entre el pedagogo Himmler y su vástago diabólico.
Guillermo Belcore­

Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa
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­Calificación: Bueno­

sábado, 8 de noviembre de 2008

Un arte espectral. Reflexiones sobre la escritura

Norman Mailer­
Emecé.
Ensayo sobre Literatura. Edición 2008, 324 páginas. Precio apróximado: 60 pesos.

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Norman Mailer (1923-2007) explica en el prefacio que este libro, publicado en 2003, está dirigido a novelistas jóvenes, a la gente que desea escribir, a críticos, a estudiantes y, en general, a hombres y mujeres a quienes les encanta leer. Encierra cincuenta años de opiniones y conclusiones. Reúne fragmentos o artículos enteros sobre la escritura, sus peligros y alegrías, sus vicisitudes, su soledad, su celebridad si se tiene suerte. Incluye páginas tediosas y es raro el párrafo al que no le sobren algunas líneas. Se sabe que Mailer ha perseguido siempre los ritmos en lugar de la espléndida dicción. Empero, el buscador de tesoros hallará también una gran cantidad y variedad de pepitas de oro.­

Un ego que haría parpadear al Rey Sol, una astucia sutil y una prosa inconfundible -embellecida por la analogía y la metáfora pedestre- moldean el volumen. Mailer medita aquí sobre sus creaciones y las de los demás. Hay textos sobre el estilo, el oficio, la primera o la tercera persona, los bestsellers, la corrupción literaria, los géneros, los peligros de la masturbación. Hay comentarios y reseñas muy interesantes, incluso aquellos donde resulta evidente que la sonda fue arrojada a escasa profundidad. El chismorreo también puede saber delicioso. Por el contrario, Hemingway, Melville, D. H. Lawrence, Bellow y Henry Miller han sido colocados en la mesa de las autopsias.­

Es probable que esta compilación sea especialmente instructiva para la nueva camada de escritores argentinos, tan afectos por desgracia a la ligereza y al exhibicionismo del yo. Es la moda, qué se la va a hacer. Mailer resalta, por el contrario, la importancia del trabajo duro. ``Tienes que estar dispuesto a orinar sangre para encontrar el tono exacto'', alecciona.
Guillermo Belcore­
Publicado en el Suplemento Cultural del diario La Prensa.­

­Calificación: Bueno

jueves, 6 de noviembre de 2008

El nuevo paradigma de los mercados financieros

George Soros ­
Taurus, Ensayo de economía, 234 páginas

­George Soros amasó una colosal fortuna apostando con bonos, acciones y monedas. Como especulador se volvió legendario al forzar a Gran Bretaña a devaluar la libra esterlina en 1992. Después se abocó a la filantropía y a escribir libros. Se esfuerza hoy para que se lo honre como filósofo y para que los círculos académicos lo tomen en serio como agudo intérprete de la condición humana.­

El propósito de este libro -explica el magnate- es relanzar su confusa teoría de la reflexividad, la que advierte desde hace una década que resulta imposible predecir los acontecimientos humanos. Soros pretende que su creación intelectual sea consagrada como nuevo paradigma económico en reemplazo del moribundo fundamentalismo de mercado. Es un hombre, como se ve, de grandes ambiciones.­

A grandes trazos, el ensayo articula tres segmentos: una lúcida vivisección de las causas y de la naturaleza de la debacle global; una tediosa descripción de la reflexividad; y pronósticos para 2008, ya desactualizados. Es decir, sólo un tercio del escrito se lee con placer y provecho.­

Soros atisba un fin de época en la peor crisis desde la Gran Depresión. Ha concluido el momento de la expansión crediticia basada en el dólar como moneda de reserva. Culmina una extraordinaria expansión que duró veinticinco años. Dos son los responsables de la catástrofe. La burbuja inmobiliaria de Estados Unidos y una superburbuja global, que incubaron los esbirros de Thatcher y Reagan. En nombre de un supuesto conocimiento científico, influyentes ideólogos (hay varios premios Nobel entre ellos) persuadieron al mundo que lo mejor era dar rienda libre a los mercados. Proliferaron entonces los instrumentos sintéticos estructurados (como las hipotecas basura) que empujaron a Occidente al borde del abismo. Es engañoso y falso sostener que los mercados tienden por sí mismos al equilibrio, clama el multimillonario. Llegó la hora de la hiperregulación.­ Guillermo Belcore­
Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa­

­Calificación: Regular­

­PD: Nada que no supiera. Nada esclarecedor.­

lunes, 3 de noviembre de 2008

Los atormentados

John Connolly­
Tusquets. Novela policial, 425 páginas. Edición 2008

­Que quede claro. John Connolly (Dubl¡n, 1968) es uno de los mejores escritores de novela negra. Uno de los buenos, no un soldadito del pelotón del medio. La calidad de sus descripciones, el encanto de una prosa fiel al tópico, la invención de villanos espeluznantes, la pizca de elementos sobrenaturales, la vivisección de lo peor de Estados Unidos lo emparentan con los más brillantes narradores anglosajones. Tiene otro rasgo memorable. Su obra nos coloca cara a cara con la maldad pura, con forajidos capaces de torturar a un niño para calmar sus apetitos. Induce a meditar sobre el mundo horripilante en que nacimos. Uno ruega al Cielo que nunca nuestros seres queridos tropiecen con un depredador.

Connolly nació en Irlanda, pero sus libros son tan yankees como la comida chatarra. Ha creado al detective Charly Parker, un ex policía atormentado por su pasado y asistido por una pareja gay. No se confunda. Louis y Angel pueden ser letales como una cobra. Trabajan en Portland, la ciudad más populosa de Maine, un estado fronterizo en todo sentido, infestado de excéntricos y de viejos pecados.

Lo de Parker son los líos. Lo contrata en este libro Rebecca Clay, hija de un psiquiatra famoso que se esfumó en el aire años atrás, asediado por escándalos. Se piensa que fue un santo o bien que fue un depravado. La mujer es molestada por un ex convicto, cuya hija -también desaparecida- había sido paciente del viejo Clay. El detective se enfrenta con un asesino a sueldo, con sus propios fantasmas y con un secreto tremendo que una criatura fétida maquina sacar a la luz. La trama resulta adictiva, aunque tiene una mácula: quien no haya leído antes a Connolly quedará perplejo en la mitad del libro. Empero, una vez que la mente se acomoda el deleite está asegurado.­
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Muy buena.

PD: ¡Qué buen policial tenemos aquí! Me agradó la reseña de Mariana Enriquez en Página 12 del último domingo. Buscala enwww.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-3236-2008-11-05.html.

sábado, 1 de noviembre de 2008

La maravillosa vida breve de Oscar Wao

Junot Díaz­
Mondadori. Novela, 309 páginas.­ Edición 2008.

Este libro deslumbra a Estados Unidos. Time y The New York Times lo eligieron como el mejor de 2007. Su autor fue galardonado con el Pulitzer y el Premio Nacional de la Crítica. En verdad, los honores no son infundados. Seguramente la Historia lo situará en el mismo anaquel privilegiado que ocupa Llámalo sueño de Henry Roth. Honran ambos el subgénero “literatura de inmigración”.

La obra narra la triste saga del clan León. Cuatro generaciones son víctimas de un embrujo (fuku) o bien del destino funesto de haber nacido en una paupérrima isla caribeña, martirizada por uno de los más detestables tiranos de todos los tiempos: Rafael Leónidas Trujillo, el mulato con ojos de cerdo. El Oscar Wao del título es un nerd sin una pizquita de suerte. Oscuro, feo y obeso son sus sueños yacer con una mujer y convertirse en el Tolkien del Tercer Mundo. Su vida bascula entre la República Dominicana y los suburbios bravos de Nueva Jersey, conocidos en general como Negrápolis.

Junot Díaz nació en Santo Domingo en 1968, emigró a los seis años y hoy enseña literatura creativa en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Escribió en inglés esta novela consagratoria. Tardó once años en concluirla. Su prosa combina energía y sensualidad antillana, elementos autobiográficos (Yunior es su alter ego), gotas de realismo mágico. Hay un agradable uso del spanglish ("Es un old school pa' eso"). Hay escenas de maldad que realmente cortan el aliento. Hay un mestizaje sabroso entre la cultura erudita y el pop. No es desatinado postular que se trata del escrito más seductor que se ha publicado este año en la Argentina. Se devora con placer y estupor desde la primera a la última página. Y pronto será una película, producida por la Miramax y dirigida por el brasileño Walter Salles.­
Guillermo Belcore­
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.­

­Calificación: Excelente­

­PD: Bueno, aquí la tenemos. Sentencio que este es el mejor libro que he leído en 2008. A pesar de sus defectos, tiene todos los ingredientes que me encantan.