domingo, 22 de marzo de 2020

Narcos México II Temporada

Casi ciego y sordo, a Miguel Angel Félix Gallardo le cuesta caminar. Su hogar es una cárcel en México, desde hace más de tres décadas. Lo han dejado vivir porque no abrió la boca; no ha salido en libertad porque Estados Unidos se la tiene jurada. Resulta imposible compadecernos de este delincuente extraordinario, nacido en Culiacán (Sinaloa) en 1946. Hizo cosas horribles. Fue Herodes y fue Judas. Tiene las manos manchadas de sangre y de cocaína, pero, acaso, cuando Dios llame a su alma estará purificada.
Félix Gallardo, magníficamente interpretado por Diego Luna, es el eje de una de las más esclarecedoras series de nuestro tiempo, otro tanque de Netflix que acaba de subir la II Temporada. Narcos México, en efecto, narra con rigurosa verosimilitud el ascenso y la caída en 1989 del factotum del Cartel de Guadalajara, elevado por un tiempo a la mítica categoría de Capo de Todos los Capos de México.
En la década de los ochenta, Félix Gallardo logró algo que se consideraba imposible: unir bajo su égida a casi todas los grupos mafiosos para constituir una Federación dedicada a transportar en gran escala a Estados Unidos primero marihuana, y luego cocaína proveniente de Colombia, con una muy baja efusión de sangre. Claro, todo en colusión con el Partido Revolucionario Institucional.
Un ex policía sinaloense se puso en el bolsillo a bandidos legendarios, familias de hampones bien asentadas, la Dirección Federal de Seguridad y barones feudales de esa "dictadura perfecta" (la definición es de Vargas Llosa) que era el México del PRI. Incluso en la serie se plantea una hipótesis que no conocía: Felix Gallardo prestó una ayuda decisiva en 1988 para que Carlos Salinas de Gortari le robara las elecciones a Cuáhtemoc Cardenas.
"¿Cuánto exporta Pemex por año?", le espeta sin rodeos Miguel Angel al ministro de Defensa del sexenio de Miguel de Lamadrid. "¿Cuatro mil quinientos millones de dólares? Yo exporto quince mil millones. Y si me llevo los dólares de nuestros bancos, México se derrumba", alardea.

UN EMPRENDEDOR

Es que Félix Gallardo, aunque al servicio del diablo, fue esa clase de emprendedor que crea un imperio desde la nada, tiene un olfato de sabueso para el negocio más lucrativo y abre rutas. Fue el primero en su país en cerrar tratos con los Carteles de Medellín y de Cali, cuando Estados Unidos cierra las rutas del narcotráfico en el Caribe. Los colombianos le pagaban 3.000 dólares -afirma la serie- por cada kilogramo de cocaína colocado en el país más drogadicto del mundo.
Escuchemos a un experto, Don Winslow, escritor estadounidense autor de una trilogía im-pres-cin-di-ble sobre el narco mexicano (1)
..."en algún momento se dieron cuenta de que su producto real no eran las drogas, sino la frontera de tres mil kilómetros que comparten con Estados Unidos y su capacidad de pasar contrabando a través de ella."... 
Vale decir, creó Félix Gallardo el llamado trampolín mexicano.
Las escenas del capo de Guadalajara con Pablo Escobar Gaviria (Wagner Moura), por un lado, y con Miguel Rodríguez Orejuela (Francisco Denis) y Hélmer Pacho Herrera (Alberto Ammann), por el otro, son un punto cenital de los veinte capítulos que distribuye Netflix.
En este punto, vale aclararle al lector que si bien Narcos México se basa en hechos reales, naturalmente, se tergiversan algunos destinos individuales para avivar la tensión dramática o por exigencias del guión. Por ejemplo, el gángster Cochiloco -cuate del joven Chapo Guzmán- no fue asesinado por sus adversarios de Tijuana. A ese bato lo liquidó el Cartel de Cali en las calles de Zapopan como castigo por robarse la mitad de un cargamento de cocaína de un barco. 

LA CAIDA

El hilo conductor de la segunda temporada de Narcos México II lo tejen los esfuerzos desesperados de Félix Gallardo para mantener unida la Federación. Había cometido una chingadera fatal: ordenó el asesinato del agente de la DEA, Kiki Camarena (Michael Peña), quien fue sometido a espantosos tormentos. La agencia federal nunca se lo perdonó. Como escribió Winslow:
 ..."los norteamericanos pueden bombardear, quemar y envenenar a otros pueblos, pero hazle daños a uno de ellos y reaccionarán con farisaico salvajismo..."
De hecho, la serie pone en el banquillo no sólo la corrupción institucional de México lindo y querido sino también la política exterior del reaganismo. Conjetura que Félix Gallardo -en busca de impunidad- acordó con la CIA entregarles armas a las milicias antisandinistas de Honduras con los mismos aviones en que traficaba la cocaína colombiana. El famoso escándalo Irán-Contras. La lucha contra el comunismo justificó, siempre, cualquier tropelía del faro de la libertad.
El relator de la segunda temporada es un tal Walt Breslin (Scoot McNairy), un cowboy de la DEA que lidera una task force clandestina, orquestada para cobrar venganza por el asesinato de Camarena (Operación Leyenda). Es otra suerte de Capitán Ajab y su ballena blanca son los traficantes de drogas mexicanos a los que responsabiliza por la muerte de su hermano en Texas. Su nexo con el Palacio de los Pinos es, acaso, el personaje más fascinante de la trama por su maquiavélica ambigüedad, el comandante de la Policía Judicial Guillermo González Calderoni (Julio Cedillo), agente doble o triple, siempre en delicado equilibrio. En la vida real, a Calderoni lo ejecutaron en Texas de un balazo en la cabeza en 2003 tras haber revelado acciones sucias de los Salinas de Gortari.
Hay que destacar que Narcos México II es una producción con grandes actores. La humanización de los capos mafiosos resulta siempre convincente. El Chapo Guzmán (Alejandro Edda) y el Güero Palma (Gorka Lasaosa) líderes del Cartel de Sinaloa (los narcovaqueros), en brutal competencia con el Cartel Tijuana de los hermanos Rodríguez Arellano (Alfonso Dosal Manuel Masalva). En Baja California había comenzado a despuntar Enedina Rodríguez Arellano (Mayra Hermosillo), considerada hoy como el cerebro de la organización tras la captura de sus carnales por comandos de Estados Unidos. También Jesús Ochoa como Juan Nepomuceno Guerra, histórico contrabandista de Tamaulipas, creador del Cartel del Golfo. Y José María Yazpik como Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos y del Cartel de Juárez.
Nos conmueve la matanza de Santa Elena (episodio basado en el libro El zar de la droga del periodista Terrence Poppa), cuando el establishment mexicano -con la insuperable ayuda del FBI- ajustó cuentas con Pablo Acosta Villarreal, (Gerardo Taracena) el zorro de Ojinaga, un bandidote de Chihuahua de la vieja escuela mafiosa, esa que -sin renunciar al frecuente uso de las pistolas- se imponía ciertos códigos, como la obligación del paternalismo en el lugar natal.
A la excelencia de los interpretes, los aciertos de la trama, el fresco cultural y la denuncia punzante, añádale la música virtuosa. Es la mano de Gustavo Santaolalla. Ingresamos con Sandra Avila Beltrán (Teresa Ruiz), la Reina del Sur, a una discoteca de Tijuana en busca de un camionero para transportar la cocaína del Cartel del Valle Cauca (los enemigos jurados de Cali) y nos sorprende Persiana Americana de Soda Estéreo. O la Cumparsita en la entronización de Salinas de Gortari. Mi favorita: mientras camina un atribulado Félix Gallardo suena De nada sirve de Moris ¡Bravo por la argentinidad!
Una última reflexión. Hay un asunto venenoso que se prolonga hasta el presente. La caída de Félix Arellano abrió de par en par las puertas del infierno. Como le dice el protagonista, ya encerrado, al agente Breslin: "Me van a extrañar, las bestias han salido de sus jaulas". 
Tras la Federación y su paz precaria, en efecto, los distintos cárteles se declararon la guerra entre sí en busca de las mejores rutas a Estados Unidos. Tijuana vs Sinaloa. Juárez vs el Golfo. Los Beltran Leyva vs. todos los demás. Súmele nuevos actores, incluso más sanguinarios que los anteriores como Los Zetas. Así, se ha sumido México en una espiral de violencia sin precedentes, con decenas de miles de civiles muertos y desaparecidos. Las ejecuciones son espantosas. Podría uno preguntarse: es sensato tratar de administrar esa violencia (¿negociar con el cartel dominante?) o es mejor declararle una guerra sin cuartel como hizo el presidente Felipe Calderón hace ocho años y de este modo multiplicar los daños colaterales. Quien esto escribe aún no ha encontrado una respuesta.

Calificación: Muy buena

FICHA TECNICA
Narcos México. Segunda Temporada. País de origen: Estados Unidos y México. Episodios: Diez. Directores: Andrés Baiz, Amat Escalante y Marcela Said. Productores ejecutivos: Carlo Bernard, Doug Miro, Eric Newman, José Padilha. Guionistas: Carlo Bernard, Johnny Newman, Eric Newman, Eva Aridjis, Clayton Trussell, Doug Miro y Alec Ziff. Reparto: Diego Luna, Joaquín Cosío, Fernanda Urrejola, Fermín Martínez, José María Yazpik, como Amado Carrillo Fuentes, Gerardo Taracena, Alfonso Dosal, Manuel Masalva, Teresa Ruiz, Alejandro Edda, Julio Cedillo, Gorka Lasaosa, Scoot McNairy, Mayra Hermosillo.

lunes, 9 de marzo de 2020

Copérnico

En 1976, antes de que la crítica estableciera que John Banville es el mejor estilista de la anglósfera, el literato irlandés publicó una exquisita biografía de Nicolás Copérnico.

Por fortuna, ha sido traducida al español. Ha llegado a nuestras manos, ansiosas de Alta Literatura, la edición de Sudamericana de 1990. Copérnico (262 páginas) encierra casi todas las virtudes de la prosa madura de Banville: fulgor poético, dominio de la metáfora, sublimes retratos, profundidad psicológica, excelente construcción de escenas.

No obstante, el valor cenital de este libro es el juego de ideas que deviene de una magnífica reconstrucción histórica. Es un viaje fascinante a la Europa del Renacimiento y la Reforma. Trabamos relación, de primera mano o de mentas, con personalidades como Savonarola, Rodrigo Borgia, Lutero, el rey Segismundo de Polonia, el Gran Maestre Albrecht von Hohenzollern (sanguinario reyezuelo de los Caballeros Teutónicos), el príncipe-obispo Johannes Dantiscus. La lista sigue. 

Recorremos Cracovia, la Prusia Real, Bolonia, Padua, Roma (en el jubileo del año 1500), Königsberg, Wittemberg. Viajamos al siglo XVI para conocer al frío, remilgado e indiferente prusiano que “dio a conocer la música secreta del universo a un mundo que se revolvía en la ignorancia”. Herr Nicolás Koppernigk, hijo de un mercader de Torum que ascendió a la dignidad de Doctor Copernicus. Canónigo que en Italia estudió medicina, “una especie de escondite desde donde podía dedicarse clandestinamente a sus aficiones” en los enclaves alemanes del Báltico: crear -perfeccionar, mejor dicho- una nueva teoría cosmólogica, el heliocentrismo. Destronó a Tolomeo. “El firmamento cantaba como una sirena”, para Nicolás. 

Vemos también cosas horribles. Enfermedades: Andreas, el hermano amado-odiado de Nicolás fue destrozado por la sífilis. Matanzas: los Caballeros Teutónicos arrasaban ciudades enteras en la Prusia bajo el dominio de la monarquía polaca. Y la monstruosa red de intrigas políticas y religiosas europeas. Además, claro, de la persecución a los “sodomitas“.

LA OBRA MAESTRA


La biografía se articula en cuatro etapas: I) Orbitas Lumenque; II) Magister Ludi; III) Cantus Mundi; IV) Magnum Miraculum, que recorren el ciclo vital del astrónomo entre 1473 y 1543. 

La tercera parte, la mejor de todas, fue escrita supuestamente en 1579 por Georg Joachim von Luachen, apodado Rheticus, discípulo alemán que viajó hasta el obispado de Erland (hoy Warmia, en Polonia) para conseguir la edición de ’De Revolutionibus Orbium Mundi’, la obra maestra de Copérnico, que ocultó a la Humanidad hasta casi el final de sus días por temor a la reacción de los poderosos y del populacho. Convengamos que un universo centrado en el sol no era algo que pluguiere a un mundo saliendo del Medioevo, ansioso de alegría, libertad y salvación.”Yo creo en las matemáticas, en ninguna otra cosa”, decía el enjuto y desgarbado inventor de una teoría del cielo.

Por cierto, Rheticus admite que retocó el original: “Saqué aquella frase absurda en que especulaba sobre la posibilidad de órbitas elípticas, ¡órbitas elípticas, por el amor de Dios!”. Vaya tonto.

“El astrónomo que estudia el movimiento de las estrellas es como un ciego que con ayuda del bastón de las matemáticas debe hacer un enorme, interminable y peligroso viaje, pasando por innumerables parajes desolados. ¿Y cuál será el resultado? Avanzará nervioso un trecho y andará a tientas golpeando el bastón contra el suelo pero llegará un momento en qué se apoyará en él y suplicará al Cielo, a la tierra y a todos los dioses que lo ayuden en su angustioso camino”…

Este hermoso párrafo de la página doscientos uno describe en realidad a la Humanidad. Todos somos ciegos; lo que varía es el bastón que usamos a poder recorrer nuestro camino.
Guillermo Belcore

Calificación: Muy buena