lunes, 10 de mayo de 2010

Tierra desacostumbrada

Jhumpa Lahiri
Cuentos, 348 páginas. Edición 2010. Editorial Salamandra

Hace dos años, se le escapó una necedad a Horacio Engdahl, crítico literario y secretario permanente de la Academia Sueca. A su juicio (al parecer, compartido por otros mandarines de Estocolmo), es "imposible que la literatura estadounidense compita con la europea" por el Premio Nobel porque los autores norteamericanos "no son el centro del mundo literario. Se encerraron como en una isla y ceden a la presión de la cultura masiva en sus libros''.

Tal disparate no sólo comete una flagrante injusticia con eminencias como Thomas Pynchon, Philip Roth o Don De Lillo. También delata crasa ignorancia ante uno de los brazos más fecundos de la caudalosa corriente americana: la llamada literatura de inmigración. Esa subespecie, que aborda de una manera suntuosa las glorias y los fiascos del beso entre culturas y la pugna intergeneracional, ha encontrado otra pluma magnífica. Su nombre es Jhumpa Lahiri (1967). Nació en Londres, de padres bengalíes y a los tres años se asentó en Rhode Island. Ya escribió tres libros: una novela y dos volúmenes de relatos que atraparon la imaginación tanto de la crítica como del público. El último acaba de llegar a la Argentina. Tierra desacostumbrada fue un éxito de ventas y The New York Times lo eligió Mejor Libro del Año 2008. La señora Lahiri puede ser comparada con Alice Munro; ambas autoras sólo explotan asuntos cruciales: el amor, el parentesco, el trabajo, la identidad, el sentido de vida, la muerte. Se asemejan también en otro punto: esculpen cuentos largos tan admirables que nos hacen olvidar para qué el hombre había inventado la novela.

Cinco más uno
Tierra desacostumbrada encierra cinco cuentos y una nouvelle extraordinaria y melancólica. La preocupación estil¡stica es constante. Estamos ante una artista capaz de elevar al Parnaso hasta la mera descripción de un acto sexual (página 139). Lahiri narra con una prosa minuciosa, elegante, rica en inferencias y recursos novelescos como el preámbulo, el desarrollo o el circunloquio. Demuestra gran talento para encontrar el adjetivo justo. Pero, quizás, la mayor virtud de la escritura radica en su capacidad para suscitar emociones. Cada una de las historias del libro provoca ternura, ansiedad, turbación, pesadumbre o bien nostalgia. "Es dif¡cil pensar en algún otro escritor contemporáneo que sea capaz de dar tanta dignidad a sus personajes", notó un comentarista de The Times. La escena de la ama de casa en su jard¡n, desairada por un amor prohibido, intentando reunir la valent¡a necesaria para encender un fósforo y acercarlo a su sarí empapado en querosén, es un ejemplo cabal de la potencia dramática del libro.

Esto no significa que se trate de una literatura ñoña o sensiblera. La autora tiene plena conciencia de la complejidad de los sentimientos. Como todo lector inteligente sabe, el maniqueísmo estropea la literatura y es raro en las relaciones maritales, fraternales e incluso entre padres e hijos. Las creaturas de Lahiri -como la señora Sudha- suelen tener "una abrumadora sensación de pesar aunque no saben exactamente por qué''. No son felices ni infelices, tal como ocurre con la mayoría de nosotros. Hablando de Sudha, ese trepidante relato en el que una familia debe lidiar con el alcoholismo de uno de sus vástagos es una de las cimas del libro. Al parecer, en la exitosa comunidad india de Occidente nada resulta más demoledor y paralizante que el fracaso de un hijo. Todos deben contribuir al inmenso c¡rculo de logros que están obteniendo por todo Estados Unidos e Inglaterra muchos bengalíes como cirujanos, abogados y científicos o autores de artículos de primera plana del Washington Post.

¿Desarraigo?
El título del volumen evoca una cita de Nathaniel Hawthorne: "la naturaleza humana no dará fruto, al igual que la papa, si se planta una y otra vez durante demasiadas generaciones en la misma tierra agotada. Mis hijos han tenido otros lugares de nacimiento y, hasta donde alcance mi control sobre su fortuna, echarán raíces en tierra desacostumbrada''.

En efecto, los personajes del libro son inmigrantes indios que se han trasplantado para prosperar en las ciudades del noreste de Estados Unidos, miembros de clase media acomodada y cosmopolita, exitosos en tareas intelectuales, al frente de la empresa -no sin dificultades- de los matrimonios mixtos. Dejaron atrás el calor y el desorden, pero también los casamientos concertados.

Los lectores argentinos encontrarán un aire de familia en los hogares indios que retrata Lahiri. Las comidas, por caso, ocupan un lugar crucial como vínculo afectivo y lugar privilegiado para conservar la tradiciones. No resulta fácil desembarazarse de la influencia de los padres; algunas señoras, por ejemplo, consideran la idea de que un niño duerma solo en su habitación una crueldad típica de los norteamericanos. Es decir, hay una exuberancia afectiva que cualquier latino reconocería como propia.

La señora Lahiri está familiarizada con nuestro idioma. Contrajo matrimonio con un periodista guatemalteco, Alberto Vourvoulias-Bush, director del diario en español con más tirada de Nueva York. A su primer hijo lo llamaron Octavio. Maravillas del melting pot, ese caldero de costumbres, ideas y sueños, donde según se ve, se cuece la mejor literatura estadounidense.
Guillermo Belcore
Este artículo abrió el Suplemento de Cultura del diario La Prensa el domingo pasado.

Calificación: Excelente

4 comentarios:

ericz dijo...

Estoy viendo muchas series de tevé inglesas, y es notable como consideran a los inmigrantes (musulmanes, indios, caribeños, africanos). Todos los capítulos incluyen padres inmigrantes con sus hijos ingleses.
Creo que la BBC hace una fantástica televisión de inmigrantes.

gabrielaa. dijo...

ya lo encargué, obviamente. después le cuento. :)

Hadrian Bagration dijo...

No es sensato, y no hay dudas de ello, juzgar a un libro por su título, menos aún cuando su versión en español contiene una traducción ciertamente inexacta. "Unaccostumed earth" de Jhumpa Lahiri es, sin embargo, un compendio de argumentos generacionales al que la autora nos tiene demasiado acostumbrados. Si bien en el moribundo estado actual de la literatura puede aseverarse que este volumen es estrictamente correcto, nada hallará en él el lector para que su lectura se vista de asombro. Lahiri ha sido fustigada por su empeño en negarse a representar en sus historias la diversidad del mundo bengalí, y no sólo la acomodada parcialidad de facilidades inmigratorias a la que pertenece la autora por derecho de sangre y de matrimonio. Esa ceguera parcial le enajenó, tal vez injustamente, la aprobación de compatriotas más interesados en desventuras menos domésticas o menos universitarias. "Unaccostumed earth" es simplemente un retroceso respecto de "Interpreter of Maladies"; no he conseguido dar con la que es hasta ahora su única novela, cuya crítica ha sido ligeramente favorable. La menos lograda de las características de la producción de Lahiri es la enclenque relación que sabe forjar entre sus personajes, poco autobiográficos y demasiado autorreferenciales, y el lector. Un par de líneas aparte merece la pobre edición original del libro en inglés: sus responsables parecen haber trabajado, por expresarlo de una manera liviana, desganadamente, si es que hemos de prestar atención a los errores gramaticales, sintácticos y de puntuación, amén de términos repetidos ad nauseam y de la recurrencia de frases hechas. No es quizás esta suma de descuidos imputable a Lahiri. He leído, abandonado y vuelto a explorar esta colección de cuentos con esforzada indiferencia. Carezco del ingenio y la severidad de las autoridades en la materia; simplemente doy a conocer una opinión aventurada acerca de la literatura de Jhumpa Lahiri: espero con impaciencia su madurez estética y critica, o su desaparición en el fárrago de autores efímeros que a todas las épocas acompaña.

Hadrian Bagration

Guiasterion dijo...

Querido Hadrian:

Usted no carece de ingenio y tiene el mismo derecho a argumentar que cualquiera de los críticos "profesionales", que no son otra cosa que lectores acostumbrados a organizar por escrito sus impresiones.

No estoy de acuerdo con un juicio suyo: "la literatura actual se encuentre en un estado moribundo". Yo sigo encontrando, sin mayores dificultades, novelas, cuentos y ensayos para deleitarme. Como esta hermosa colección de cuentos.

Obviamente, la divergencia es una mera cuestión de gustos y de opiniones. Le agradezco que me haya escrito, así los lectores del blog tienen una visión distinta sobre "Tierra desacostumbrada". Espero volver a tenerlo por aquí.

A sus órdenes
G.B.

PD: Muy interesante lo que ha escrito en su blog sobre el Bicentenario argentino.