lunes, 27 de febrero de 2012

Provocaciones

Mario Bunge
Edhasa. Ensayo de filosofía, 167 páginas. Edición 2011.

El superhombre que Nietzsche propuso no es la bestia rubia disfrazada de negro y calaveras plateadas, sino algo más pedestre: el individuo con convicciones filosóficas, ajeno a las modas y al oportunismo, que no siente miedo para expresarse y respeta a los más débiles. Alguien como el Mario Bunge que redondean estas páginas.

Un sello editorial reunió artículos que el filósofo argentino ha publicado en dos diarios. El conjunto resulta estimulante pues fuerza al lector a meditar sobre asuntos políticos (¿es el presidencialismo el cáncer de la democracia?), sociales (el inmigrante nos enriquece) y culturales (¿a qué se debe la creencia tan difundida de que la oscuridad indica inteligencia, originalidad o profundidad?). El libro atrapa porque -como notaba Borges- la mera sensatez también tiene capacidad de resplandecer, aunque Bunge, de tanto en tanto, guste provocar con caprichosas generalizaciones. No es del todo descabellado postular que Heidegger fue uno de los mayores macaneadores de la historia moderna, pero repudiar en bloque a toda la filosofía existencialista suena a injusticia, cuando menos. Implica ignorar rotundamente el espíritu de una época.  En segundo lugar, la pretención de Bunge de igualar todo el psicoanálisis al bla-bla-bla parece indigno de un pensador de fuste, si bien la psicolabia porteña -que me perdonen nuestros cincuenta mil graduados universitarios- merece ser azotada en público, entre otras cosas, por su absoluto desdén hacia la investigación.

Bunge se considera un cientificista cuyo modelo de país y sociedad es su patria adoptiva, la pacífica y civilizada Canadá. Hace revisionismo histórico en serio (¿por qué no hay en Buenos Aires una avenida Bernardo Houssey?), no como el que cunde en la Argentina de estos años, puesto de rodillas al servicio del gobierno de turno. En síntesis, los ensayos a vuelo de pájaro están muy bien, porque quien los ha escrito tiene vista de águila. Los recuerdos del autor tampoco carecen de interés. En cambio, los escritos que aspiran a ser literarios pueden tarcharse de pueriles.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Bueno

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