martes, 18 de septiembre de 2012

El viaje de Mina

Michael Ondaatje

Alfaguara. Novela, 283 páginas. Edición 2012


Entre la infinidad de mapas que pueden trazarse de la literatura universal éste es uno de los más rudimentarios: existen básicamente tres categorías de escritores, los que tienden a revelar el universo como es; los que lo representan degradado (Faulkner, Onetti, Celine); y aquellos que lo embellecen. Michael Ondaatje (1943, Sri Lanka) pertenece a la última condición. Después de saborear sus espléndidas y delicadas ficciones, el lector concluye que el mundo bulle de personajes fascinantes, aguardándonos a la vuelta de la esquina. Vale la pena vivir, aunque sea para oír sus historias maravillosas. Así se explica Ondaatje, no sin un punto de demagogia:

 “Lo que de verdad es interesante e importante sucede casi siempre en secreto, en lugares donde no existe el poder. Casi nada de valor duradero ocurre nunca en la mesa principal, que se mantiene unida por una retórica por todos conocida. Quienes disfrutan del poder continúan deslizándose por el surco trillado que han ido preparándose”.

En esta ocasión, el autor de El paciente ingles relata de manera retrospectiva y con empaque autobiográfico las peripecias en un buque de pasajeros, desde Colombo hasta Londres, de un pillo asilvestrado de once años que vive metiéndose en líos con sus dos amiguetes y termina presenciando un homicidio. Es un viaje de descubrimientos, un rito de paso, que desborda de anécdotas divertidas, narradas en primera persona y esmaltadas con hermosos pensamientos sobre el drama de vivir. Cierta crítica apresurada o propensa a los superlativos ha encontrado parangones con las vidas en alta mar de Conrad e incluso con las aventuras de Tom Sawyer. Los sucesos asombrosos del libro tienen ecos, para mí, de Salman Rushdie (¡Ah el mágico Oriente!). También hay una pequeña dosis de suspenso.

Algo hay que decir de la prosa. Ondaatje práctica la sutileza de la palabra justa. Escribe de tal manera que los párrafos dan la impresión de ser una cosa tridimensional a la que se talló de manera amorosa y se pulió hasta refulgir. Dicho de otra manera, el estilo es un gozo para el lector, incluso cuando la trama se abisma en insoportables sensiblerías.

Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Bueno

PD: Es  la segunda vez que me pasa. Comienzo una obra de Ondaatje con la impresión de que se trata de uno de los libros del año, con el vislumbre de que tengo en las manos una obra excelente, pero luego mis expectativas no se cumplen del todo. No es que el libro sea malo, las historias son interesantes y están muy bien escritas como digo más arriba, pero hay algo que -como dicen los chicos- no me cierra sobre este autor multicultural, que no carece de inteligencia, por cierto. Acaso sea cierta propensión al melodrama culto, o al optimismo fácil. Debo meditar un poco más sobre ello.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó la novela, y sí, Ondaatje y sus historias son optimistas, pero eso no le quita calidad y profundidad, se suele creer que todo lo "profundo" es oscuro, kafkiano, pesimista... Claro que me gustó más DIVISADERO, una obra más madura, mucho más compleja.
De cualquier manera un autor como este es MUY SUPERIOR a lo que tenemos por aquí, miren que nos toca lidiar con mediocres fanafarrones como Mario Mendoza, Ricardo Silva, Angela Becerra, Carolina Sanín, Margarita Posada... En fín, poder leer a escritores como Ondaatje es toda una bendición.