lunes, 19 de noviembre de 2012

Dictadores

Richard Overy

Tusquets. 891 páginas. Ensayo de historia. Edición 2012.


“Las grandes ilusiones hechizan a la gente. La hipnotizan y le impiden ver que ocurre a su alrededor”
Pitrim Sorokin

La tentación de parangonarlos es muy, muy fuerte. El vulgo suele preguntarse: ¿quién fue peor? Ambos asesinaron a escala colosal pero no perduraron por el miedo y la represión que inspiraron, sino que eran tremendamente populares. Ambos fueron hijos de la Primera Guerra Mundial y de la casualidad, así como de una voluntad de acero y una ambición desaforada. Ambos empezaron sus carreras como terroristas y elevaron al poder supremo los valores de los bajos fondos. No eran locos pero contrajeron una morbosidad exagerada. Temían, con la intensidad de la paranoia, a las conspiraciones ocultas. Ambos adoraron la arquitectura ostentosa y la pureza utópica (racial uno, social el otro). Ambos fueron anticapitalistas y prohibieron el jazz y otras manifestaciones del arte burgués. Si sus metas ideológicas eran diametralmente opuestas, el ejercicio de la dictadura holística los hermanó. Tenían, los dos, una sensación hinchada de su propia importancia histórica. Ambos fueron una respuesta sangrienta al liberalismo occidental. Hitler y Stalin, se llamaban aquellos azotes de la civilización que se obsesionaron con construir un hombre nuevo y anticristiano.

Este ensayo erudito compara a los dictadores más conocidos del siglo XX. La primera edición data de 2004, pero mantiene un aire de obra definitiva, difícilmente superable. El catedrático inglés Richard Overy (1946) ha realizado un trabajo esclarecedor, bien documentado (presta especial atención a los textos escritos). En lugar de seguir la fatigosa cronología histórica, el libro avanza dando respuesta a ciertas cuestiones fundamentales. Verbigracia: ¿qué era lo que los impulsaba?; ¿por qué compartieron un notable historial de crecimiento económico?; ¿por qué enfrentaron tan poca oposición?; ¿cómo funciona realmente el culto a la personalidad?

Overy distingue los años excepcionales de la pauta general. Desmenuza la filosofía y la lógica interna de los regímenes, uno basado en la redención de la nación, el otro en la custodia del legado revolucionario. Y analiza, con frialdad, las cifras reales de las víctimas. El libro puede ser leído también como un llamado de atención: véase en lo que puede degenerar el Estado cuando se basa en la noción del enemigo perpetuo.
Guillermo Belcore

 Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa, del último domingo.

Calificación: MUY BUENO 

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