sábado, 11 de mayo de 2013

Limonov

 Emmanuel Carrère

Anagrama. Biografía novelada. 397 páginas.

Rusia es un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma, decía Sir Winston Churchill. Más que un espacio nacional, se trata de una atrayente y brutal civilización por derecho propio -mitad occidental, mitad oriental- que ha cautivado tanto a eruditos y estadistas, como a literatos. En efecto, desde Norman Mailer a Haruki Murakami son legión los que han aceptado el reto y convirtieron fragmentos de la historia rusa en material literario. En esta venerable tradición se encuadra Limónov, multipremiada obra proveniente de Francia. La más acertada descripción del libro, quizás, la haya acuñado el diario Le Point: Imposible soltarlo.

Cuando el estrépito audiovisual o la falta de compromiso con lo trascendente terminen de ahogar a la ficción literaria, cuando fatalmente se piense que ya no resta nada por inventar, acaso quedarán tallándose sólo joyas como esta: biografías noveladas. Es decir, novelas que reconstruyen la vida de las meteoros -libres y peligrosos- que surcan los cielos de una época y deslumbran a sus semejantes. Existencias novelescas que satisfacen la vieja máxima de Nietzsche: convierte tu vida en una obra de arte. Como la de Roberto Bolaño, Jack Kerouac o Jorge Luis Borges, poemas en sí mismos. Pero también como la de Eduard Limónov, el Johnny Rotten de las letras eslavas.

Emmanuel Carrère (París, 1957) reconstruye las peripecias de un aventurero ruso “magnífico pero capaz de cosas monstruosas“. Un tarambana sexy, astuto, divertido, “que tiene a la vez el aire de un marino de juerga y una estrella de rock”. Un outlaw, un perro rabioso aficionado a la provocación y a la vida heroica, con un aura que se percibe a cien metros de distancia. Limónov, que hoy frisa los setenta años, fue “ vándalo en Ucrania; ídolo del underground soviético; mendigo y después ayuda de cámara de un magnate en Manhattan; escritor de moda en París; soldado perdido en los Balcanes y ahora, en el inmenso desmadre del poscomunismo, viejo jefe carismático de un partido de jóvenes desesperados”. Con esa exorbitante materia prima, trabaja una novela que sigue la estela de A Sangre Fría de Truman Capote.

Nietzscheanos


El gran mérito de la novela documental es que no sólo retrata una personalidad con “el ímpetu vital que solemos encontrar en las obras de Henry Miller”, sino que también explora con relativa sensatez cincuenta años de historia rusa. El anverso y el reverso de la Unión Soviética. La diáspora en Estados Unidos y Europa. Gorbachov y el caos que generó el colapso del imperio comunista. Las matanzas en la antigua Yugoslavia. La democradura de Putin. Un recorrido fascinante (por algo la madre del autor, Hélene Carrère, es académica experta en el país eslavo). Carrère hijo ha alcanzado aquí el estadio más alto de la prosa con ambiciones: la creación oceánica que consigue enlazar un destino individual con el devenir colectivo. Y todo viene, en lo que al estilo se refiere, bastante bien servido. El relato combina retórica elegante, tremendas figuras de la vida real (como Joseph Brodsky o Werner Herzog o Arkán), sintaxis perfecta, erudición, retazos de las propias experiencias de Carrère, profundidad psicológica. Se tiene la impresión, casi siempre, de que hay en el timón de la novela un capitán ingenioso.

Ahora bien, cómo es el Limónov-escritor de culto en París y Moscú. El hombre cuyo principio existencial quema los dedos: “lo único fastidioso es morir siendo un desconocido”. Una curiosidad tronante que aun no ha llegado a la Argentina, capaz de extraer oro de aceptable calidad de sus vivencias en el fango o el palacio. Hacedor de libros “buenos, simples, directos, llenos de vida“, antes de (o durante) sus incursiones en la guerra y la política. Carrere nos obsequia un fragmento, no sin poética, de Diario de un fracasado:

“Vendrán todos. Los vándalos y los tímidos; éstos saben pelear. Los traficantes de drogas y los que reparten los anuncios de burdeles. Los masturbadores, los clientes de las revistas y de los cines pornos. Los solitarios que deambulan por las salas de los museos o consultan en las bibliotecas cristianas y gratuitas. Los que tardan dos horas en tomar a sorbitos sus cafés en McDonald’s y miran tristemente por el ventanal. Los fracasados en el amor, el dinero y el trabajo y los que han tenido la desgracia de nacer en una familia pobre. Los jubilados que hacen cola en el supermercado, en la fila reservada a los que compran menos de cinco artículos. (…) Los homosexuales, unidos de dos en dos. Los adolescentes que se aman. Los pintores, los músicos, los escritores cuyas obras no compra nadie. La grande y aguerrida tribu de los fracasados, losers en inglés, en ruso nieudáchnicki. Vendrán todos, tomarán las armas, ocuparán una ciudad tras otra, destruirán los bancos, las oficinas, las editoriales y yo, Eduard Limonov, iré en la cabeza de la columna, y todos me reconocerían y me amarán“.

Al protofascismo de Limónov, de “la vida tal cual es“, de existencias de primera y de segunda categoría, y de la agitación ultranacionalista, Carrère le opone un sutra de Buda que define como la cumbre de la sabiduría: “el hombre que se considera superior, inferior o igual que otro hombre no comprende la realidad”.

Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Muy Bueno

PD: Quintin, ese crítico formidable, no comparte mi entusiasmo por esta novela. Sus reparos son inteligentes y atinados. Pinche aquí.

3 comentarios:

Fernando dijo...

5 - Ignorarás el canto de las sirenas ideológicas. Arderás por siempre en el averno si osas condenar a un escritor por esgrimir ideas diferentes a las tuyas.­

A Quintín lo ciega demasiado su antikirchnerismo, ¿arderá en el averno?

Anónimo dijo...

Aqui un site frances muy interesante sobre Eduard Limonov con analisis interesantes y muchos videos reveladores ( dificiles de encontrar sin utilizar el alfabeto cirilico).
Tambien hay paginas en espanol y en ingles :
http://www.tout-sur-limonov.fr/
http://www.tout-sur-limonov.fr/222318806

Guiasterion dijo...

Muchas gracias, amigo o amiga.
G.B.