Uno de los pilares de la ideología hollywoodeana es el igualitarismo democrático. Cualquier hijo de vecino, llegado el momento, puede convertirse en superhéroe (o en supervillano, lo mismo da). Un obrero, una maestra, un taxista son capaces de hazañas que deslumbrarán a sus vecinos. Concluidos esos trabajos extraordinarios -faenas que opacan, incluso, las doce de Hércules para el rey Euristeo- volverán los civiles a su tediosa cotidianeidad. Happy end.
Siempre pensé que, además de producto de una cultura populista, ese igualitarismo era un ardid de la industria del entretenimiento para potenciar el interés del público. Lo creía hasta que este minucioso libro de historia llegó a mis manos. Y descubrí que, hace ciento cincuenta años, un pacífico profesor de música de Ohío llamado Benjamín Grierson se convirtió de la noche de la mañana en un coronel de caballería terrible que devastó las campiñas de varios estados sureños. Personas común y corrientes han perpetrado matanzas y destrucciones sin precedentes en el siglo XIX. El entonces diminuto Ejército profesional en los Estados Unidos convirtió a la Guerra de Secesión, uno de los más feroces enfrentamientos de la humanidad, en una contienda de aficionados, empezando por el presidente Abraham Lincoln, absoluto diletante en cuestiones militares aunque un hijo inquebrantable de la clase trabajadora con una notable intuición estratégica del valor de la oratoria en tiempos difíciles.
Un competente historiador militar de la Gran Bretaña (ya elogiado en este blog) ha publicado también una obra monumental sobre el “más extenso conflicto ideológico de la historia“. Imprescindible para quien le interese el tema, aunque fue escrito no sin demagogia. Una delicadeza de John Keegan (1934-2012) para no herir las susceptibilidades sureñas. La prosa es clara y accesible; la lectura, nunca deja de ser amena. Es raro que lleguen al español ensayos sobre este asunto.
Algunos datos que llamaron mi atención:
* En 1861, Dixieland, con su credo nacionalista, se había convertido en una entidad bien diferenciada en Estados Unidos. Fue una guerra entre pueblos.
* De cinco millones de blancos del Sur sólo 48 mil eran hacendados (con mas de 20 esclavos), pero constituían su clase gobernante: dominaban la economía y la política. La mayoría de los sureños estaba apegado a la peculiar institución de la esclavitud. Hasta la rata más pobre aspiraba a tener esclavos, era un símbolo de éxito social. Todo el excedente financiero del Sur se destinaba a comprar más esclavos y tierras. En el Norte, a la industria.
* Carolina del Sur fue el corazón de una secesión regional, que fue tanto un interés económico como un estado mental. Por eso el sur rebosaba de entusiasmo bélico y luchó con fanatismo hasta el final.
* En cuatro años se libraron doscientos treinta y siete batallas con nombres y muchas otras acciones menores y escaramuzas. Hubo más de un millón de bajas. Fue una terrible demostración de lo que un hombre decidido con su rifle es capaz de hacer contra un enemigo.
* La batalla típica fue aquella signada por la ambigüedad de su desenlace, no obstante el gran número de bajas en ambos bandos. Un anticipo de la I Guerra Mundial.
* La mayoría de los soldados eran campesinos veintiañeros.
* Fue básicamente una sangrienta guerra de desgaste en la que las bajas estuvieron equitativamente distribuidas y cuyo desenlace favoreció al ejército que mejor soportó la agonía.
* Unidad por unidad, y tal vez hombre por hombre, el ejército confederado superaba en calidad al de la Unión, de modo que el Norte triunfó al final gracias a su mayor número de soldados y sus recursos superiores.
* Desde las victorias de julio de 1863 en Gettysburg y Vicksburg la derrota del Sur era inevitable.
* Un siglo le costó, en términos de prosperidad económica, al Sur reponerse de la guerra.
* El conflicto puso fin, definitivamente, a la construcción de barcos de guerra de madera. Comenzaba la era de los acorazados.
* Marx, que tenía un ojo excelente para la geografía estratégica, escribió profusamente sobre la guerra civil. Llamaba Secesia a la Confederación.
* El general William T. Sherman anticipó en su feroz campaña de dos meses en Georgia y las Carolinas la técnica de guerra psicológica empleada por Hitler en Rusia y por las potencias occidentales en el Tercer Mundo. La idea diabólica establece que el enemigo puede ser derrotado haciendo sufrir a su pueblo en cuerpo y alma.
* Walt Whitman fue el gran poeta de la Guerra de Secesión. Redobles de tambor es uno de los más espléndidos poemas de guerra jamás escritos.
Guillermo Belcore
Calificación: Muy bueno
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