viernes, 3 de febrero de 2023

Sin fallos


Lee Child

Blatt & Ríos. Novela policial, 467 páginas


Imagine, estimado lector, que usted trabajó muy duro para el Estado durante trece años, realizando incluso tareas de cuestionable moralidad, sobre todo en el extranjero. Se retiró joven y percibió alguna especie de indemnización, muy jugosa; tiene en el banco una modesta fortuna y cobra pensión. Todos los meses retira unos 500 dólares para vivir. Y se dedica a recorrer su país natal, de punta a punta, sin equipaje ni rumbo fijo. Las aventuras le salen al paso.


Encarna el mayor (R.E.) Jack Reacher nuestros sueños de libertad absoluta. Es la conciencia sin ataduras ni miedos. El personaje es un gigantón pacífico y educado, pero será mejor que no te metas con él, porque lo lamentarás el resto de tu vida (si es que sales con vida). Suele proteger a los débiles y a los buenos, como corresponde a un héroe. Nunca le tiembla el pulso para el asesinato en serie cuando se trata de mafiosos, terroristas o malvados en general. Un vengador implacable.


El guerrero grandote es una invención del inglés Lee Child (1954) que, como otros europeos talentosos, se ha transformado en un narrador más estadounidense que el pavo del Día de Acción de Gracias. El ex policía militar protagoniza una saga policial absolutamente cautivante; son esos libros que magnetizan los dedos, imposibles de abandonar hasta la última página. También ha llegado a las pantallas con dos películas mediocres (Tom Cruise no era el más apropiado para el papel de Reacher) y una serie fidedigna en Amazon Prime que le ha atribuido el rostro irrevocable del musculoso actor Alan Ritchson (1).


Debemos agradecer al sello Blatt & Ríos que en la alborada de 2023 nos acerque otra gema de Child. Necesitamos evasión de la buena. Sin fallos es una novela tan entretenida y provechosa como las anteriores que leyó el autor de esta nota (2) y (3).


En esta ocasión, nuestro Hércules es contratado por una agente líder del Servicio Secreto de Estados Unidos para una auditoría externa: tiene diez días enteros para encontrar una manera de matar a la cuarta persona mejor protegida del planeta: el vicepresidente electo de Estados Unidos. Descubren Reacher y su ayudante -la sargento Neagley, una ex colaboradora en la milicia- 3,5 formas de liquidar al senador Brook Armstrong. Sí, tres veces y media.


Usted se preguntará por qué Reacher abandona el deleite del vagabundeo irresponsable. Por razones sentimentales, además del formidable desafío. La agente M. E. Froelich -una belleza de rasgos nórdicos- había sido novia de su hermano, asesinado en acto de servicio para la misma agencia gubernamental. Este libro es una aproximación al alma del difunto Joe Reacher, pues.


Después de la auditoría, la agente muestra sus cartas. El Servicio Secreto ha comenzado a recibir cartas con una creíble amenaza de muerte contra Armstrong. ¡Una de ellas apareció sobre el escritorio del jefe de Froelich! Comienza pues una fascinante cacería humana. El as de la División de Investigación Criminal del Ejército de Estados Unidos (R.E.) y su ayudante Neagley se suman al equipo de las Grandes Ligas que debe evitar un magnicidio. Pronto empieza a correr sangre. La trama es fascinante, con el suspenso muy bien dosificado.


DIDACTISMO


Los libros de Child no sólo permiten abandonarse al placer de la lectura. También cumplen un mandato imperioso de la industria editorial: siempre hay que enseñarle algo lector. El texto rebosa de datos con el fin de mostrarle al vulgo cómo se hacen realmente las cosas detrás de los cortinados del poder. En esta ocasión, nos enteramos de las faenas de la institución vicepresidencial en Estados Unidos y del modus operandi del Servicio Secreto. Sin fallos fue entregada por primera vez a la imprenta en 2002; es el sexto libro de la serie Reacher.


En el capítulo dieciséis, se nos informa que el Servicio Secreto compendia en libros minuciosos -"gruesos como una Biblia medieval"- la vida de cada uno de los peces gordos que debe custodiar. Los hechos relevantes tienen a continuación un número entre paréntesis que indica, del 1 al 10, cuán bien autentificado está ese suceso. Los periodistas deberíamos hacer lo mismo, ¿no le parece lector?

Guillermo Belcore

Calificación: Muy bueno



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