miércoles, 30 de julio de 2025

Vikingos


Durante más de tres siglos, un fantasma aterrorizó a Europa. Tenía testa de dragón, cuerpo angosto y alargado, y en su interior burbujeaba la sed de riquezas y sangre. Imaginad el pánico que generaba entre las gentes sencillas ver esa cabeza monstruosa navegando entre las brumas. Era el preámbulo del pillaje, la esclavitud de niños y mujeres, el degüello de los hombres bajo el hacha o el cuchillo curvo de salteadores de barbas largas y cabelleras rubias. Los bárbaros venían del frío.


Nos referimos, claro está, a los antiguos escandinavos. En sus fuentes escritas, viking significaba piratería o ataque pirata, mientras que el hombre que participaba en tal saqueo era realmente llamado vikingr.


Los vikingos -que 100 años atrás atrapaban la imaginación de un tal Jorge Luis Borges- vuelven a estar de moda, gracias a la industria del entretenimiento, en especial de las series. Pero la literatura no se queda atrás. El sello Espasa -del Grupo Editorial Planeta- trajo a la Argentina una novela muy entretenida sobre aquel azote de la cristiandad medieval.


Vikingos. Una saga de los mercenarios del Norte (628 páginas) es obra de Bjørn Andreas Bull-Hansen (Oslo, 1972), premiado levantador de pesas, consumado marinero, que ha ganado notoriedad por las seis novelas que escribió sobre sus ancestros. Suele disfrazarse de vikingo para promocionarlas.


La payasada podría hacer suponer que se trata de literatura de supermercado, pero no es así, o no del todo. Como novela de aventuras, la primera entrega de la saga es muy buena y la reconstrucción histórica, excelente.


TORSTEIN DE OSLO


El bestseller está escrito en primera persona. El anciano Torstein Tormodson evoca su vida de película, al fin del primer milenio. Vio más crueldad que la mayoría de sus contemporáneos, mejor dicho que la mayoría de los habitantes de cualquier otra época. “Todo hombre tiene recuerdos que lo persiguen”, reconoce.


Le tocó nacer al fin del siglo X cuando Noruega era una costa sin ley donde los diversos reyezuelos y caudillos tenías tantos milicianos como pudieran alimentar. Era una tierra -recuerda Torstein- en la que cada persona tenía sus armas siempre a mano y en la que tanto hijos como hijas aprendían a pelear desde que eran capaces de ponerse en pie.


A las doce años debió presenciar cómo en una incursión vikinga en Vingulmorsk (la actual Oslo) le rajaban el vientre a su padre. El mismo bandido que lo dejó huérfano, lo rapta y vende como esclavo, no lejos de allí. Lo compra un artesano que le enseña el arte de la construcción de de arcos y la construcción de buques. Esos barcos mercantes o Dragones para la guerra eran la gran innovación tecnológica de los escandinavos, el as en la manga que les aseguró 350 años de hegemonía. Noruega o Dinamarca era cualquier tierra donde pudieran llegar por mar.


Otra irrupción pirata le permite a Torstein recuperar su libertad; no obstante, las cicatrices en el cuello (por la forzada anilla de metal) delata su condición de esclavo, la mercancía más lucrativa de la época. El chico al que el infortunio obligó a madurar de golpe debe escapar al extranjero. Va en busca de su hermano Bjørn.



Herr Bull-Hansen demuestra un gran talento para mostrarle al lector usos y costumbres del año 994 de la era del Señor. Convivimos con campesinos de las islas Orcadas y citadinos de la pestilente Jorvik (la actual York). Participamos de una brutal batalla naval en el fiordo de Trondheim. Conocemos la legendaria fortaleza de Jomsborg, en la desembocadura del río Oder, donde una hermandad de mercenarios convierte al joven Torstein en el mejor guerrero de su estirpe: los jomsvikings.


Hay que destacar que el autor trabaja también con personajes de la vida real como el deleznable Olaf Huesos de Cuervo, el primer rey cristiano de Noruega (los caminos del Señor son inescrutables).


Otro acierto es que sitúa la acción en una época de transición. Escandinavia estaba abandonando los viejos dioses del paganismo para abrazar la fe cristiana. El Ungido reemplaza a Odin. Pero el viejo Torstein se queja: "¿Acaso el Cristo blanco ha amansado a todos los hombres y ha acabado con nuestro furor?... antes apreciábamos el coraje por sobre todo lo demás", dice a sus oyentes.


EL PENDULO


Hay en Bull-Hansen una sana pulsión realista, que lo distancia de la caricatura romántica de los vikingos que han propalado las series. Aquélla era una cultura esclavista, en la que se raptaban mujeres para el deleite inmisericorde de los guerreros. A algunas les cortaban la lengua para que no se quejaran.


Es curioso que los nórdicos del siglo X despreciaran al resto de los europeos por someterse a un rey. Veían a los francos como salvajes que no dudaban en quemar a los vasallos que no aceptaban convertirse al cristianismo. Reivindicaban los noruegos sus asambleas de hombres libres: el thing se considera un antecedente de los parlamentos modernos.


Para matizar, hay pinceladas de nacionalismo literario, lo que nunca es bueno para la obra. Los escandinavos no eran un solo pueblo sino varios. Muchos noruegos despreciaban a los vikingos porque un guerrero no solo debe ostentar valentía sino también tener corazón. Y, al fin y al cabo, esos brutos formidables no fueron peores que cualquier otro grupo de piratas esclavistas de la historia, se nos insinúa.


El escritor noruego transmite muy bien una suerte de erotismo de la batalla que desvela a ciertos hombres: “...la imagen de la flecha clavándose en el pecho de un guerrero de Gardarike, produce una extraña sensación, semejante al deseo de un hombre de intimidad con una mujer”.


Amigo lector, la mayoría de nosotros hemos sido bendecidos por nacer en un lugar y en un año que, hasta ahora, nos han privado de sentir en el pecho “la callada emoción que todo hombre siente cuando sabe que el fragor de la batalla se aproxima…”.

Guillermo Belcore

Calificación: Bueno

sábado, 19 de julio de 2025

The Waterfront, la serie

 


Tolstoi abre su novela Anna Karénina con esta frase: 


"Todas las familias felices se parecen unas a otras; cada familia infeliz lo es a su manera."


El mundo del arte la ha leído en el sentido de que sólo las familias desdichadas resultan interesantes para el público. La industria de masas le dio una vuelta de tuerca al concepto y nos persuadió de que las más seductoras de todas son las familias de criminales. Desde ya, los Corleone. Pero en el pingüe segmento de las series el epítome es (fuerte el aplauso) los Soprano.


Más acá en el tiempo, tenemos a los Byrde, que se mudaron a las depravadas montañas de Missouri para lavar dinero de un narco mexicano. Bien, la novedad es que Ozark tiene una digna sucesora. Se llama The Waterfront (El frente marítimo), un producto distribuido por la aplanadora Netflix de ocho capítulos.


LAS OLAS Y EL VIENTO


La trama nos lleva a un balneario de Carolina del Norte llamado Heavenport. Es un nombre de fantasía. Puede que la ciudad que más se le parezca sea Southport, pero el creador de la serie, Kevin Williansom, ha declarado que también tiene algo de Wilmington y de Wrightsville Beach.


Williamson nació en 1965 en ese mismo estado sureño de la Unión y asegura que la serie se inspira en sus propias experiencias familiares relacionadas con la pesca y el comercio ilegal. Es un reconocido creador, productor y guionista de la televisión y el cine de larga trayectoria. Entre sus firmas se encuentran The Following, The Vampire Diaries, y tres películas de la saga Scream.


The Waterfront narra las peripecias de los Buckley, la familia dominante del condado. Sin embargo, ahogados por las deudas y la caída de la rentabilidad de su empresa pesquera y del restaurante, deciden volver al negocio infame del abuelo: usar los barcos para traficar drogas. Necesitan con urgencia el dinero (la excusa de siempre).


Tres décadas atrás, el viejo Buckley se había coligado con el Cartel de Cali, hasta que la ambición lo cegó. Traicionó a sus socios y terminó asesinado tras ser sometido a brutales tormentos.


Es que el tráfico de drogas es adictivo, como admite Harlan Buckley. “Tienes dinero en los dedos, codicia en los ojos y nunca quieres dar marcha atrás”, sentencia el pater familias en la actualidad.


Fue muy acertada la elección de Holt McCallany para interpretar al patriarca. Se le da muy bien el papel de tipo duro de pelar a este actor neoyorquino que se venía destacando como segundón hasta que en Mindhunter nos demostraba que tiene la talla para ser protagonista.


Harlan está casado con Belle (María Bello) desde hace más de treinta años, pero ahora intenta sobrellevar sus problemas cardíacos con altas dosis de alcohol y prostitutas. Siempre fue un esposo deleznable. Tienen dos hijos, grandes: Cane (Jake Weary), el único que muestra un atisbo de conciencia, o mejor dicho de escrúpulos; y Breed (Melisa Benoist), una adicta en recuperación que le había prendido fuego a la casa de su ex con el hijo de ambos adentro.


Los Buckley se convierten en transportistas del productor local de heroína Grady (Topher Grace), un psicópata narcisista, con toques de inmadurez, que va aumentando sus exigencias sin pausa, lo que constituye el motor de la trama y causa de tragedias.


Hay subhistorias no siempre seductoras como el adulterio del inseguro Cane con una novia de la infancia, la aparición de un hijo extramatrimonial de Harlan y los negociados de Belle para vender, de manera subrepticia, unos terrenos del marido.


INFIERNO EN EL PARAISO


La crítica estadounidense ha comparado El Frente Costero también con Bloodline por “los dramas familiares oscuros y el crimen en un entorno costero”.


Otro punto que tiene en común con Ozark es el clima de absoluta degradación moral de la sociedad. La Oficina del Sheriff de Heavenport está más sucia que el palo de un gallinero. Aparece un agente de la DEA al que sus jefes no toman muy en serio por su afición a los drogas duras.


Los personajes principales evolucionan, pero en dirección a los peores pecados. Matar es algo que los Buckley tenemos que hacer cuando es necesario, sentencia Harlan. El regreso al crimen es el gran tema.


En tiempos de corrección política (ese azote del arte) los guionistas se cuidaron mucho en respetar la paridad de género (las mujeres se van consolidando como el poder real) y de no ofender a las minorías. Por eso, las bandas de narcotraficantes tienen apellidos WASP (white + anglo saxon + protestant).


Los diálogos son ágiles; las escenas de acción, poco realistas; la iluminación, deslumbrante. El toque de melodrama, discutible. Puede que lo mejor de todo sea el aire caricaturesco -incluso shakespereano- de Grady. No hay serie de crímenes que destaque sin un villano que atrape nuestra imaginación.

Guillermo Belcore


Calificación: Buena


FICHA TECNICA

* Título Original: The Waterfront.

* Título en Español (alternativos): El frente costero, Aguas turbias.
* Año de Estreno: 2025.
* País de Origen: Estados Unidos.
* Género: Drama, Thriller, Crimen, Familiar.
* Creador: Kevin Williamson.
* Reparto principal: Holt McCallany, Maria Bello, Melissa Benoist, Jake Weary, Rafael L. Silva, Humberly González, Danielle Campbell, Brady Hepner Topher Grace.
* Productores Ejecutivos: Kevin Williamson, Ben Fast, Michael Narducci, Marcos Siega (también dirige los dos primeros episodios).
* Guionistas: Kevin Williamson (creador principal), Lloyd Gilyard Jr., Brenna Kouf, Michael Narducci, Hannah Schneider, Katelyn Crabb (entre otros).
* Directores: Kevin Williamson (creador), Erica Dunton, Liz Friedlander, Marcos Siega (entre otros). * Música: John Frizzell.
* Fotografía: Ramsey Nickell, Itai Ne'eman.
* Compañías Productoras: Outerbanks Entertainment, Universal Television.
* Distribuidora: Netflix.
* Temporadas: 1 (hasta el momento).
* Episodios: 8.


miércoles, 16 de julio de 2025

Agua turbia


Agua turbia

Por Morgana Kretzmann

Edhasa. Novela 282 páginas


A esta altura del partido, si de algo estamos seguros es que los "ismos" y las "istas" estropean la obra literaria. La segunda novela de la escritora gaúcha Morgana Kretzmann pretende ser un manifiesto del feminismo y el ecologismo, con una clara tendencia moralista.

El mensaje es el colmo de horrores es una frase que suele atribuirse a Oscar Wilde. Hasta donde uno sabe no hay registros que lo confirmen, pero escribió una idea parecida en el prefacio de El retrato de Dorian Grey: "El arte no expresa nada excepto a sí mismo". La señora Kretzmann piensa, al parecer, todo lo contrario. Se esfuerza por bajar línea. A la legión woke les resultará encantadora.

Agua turbia nos lleva a la tierra natal de Kretzmann: el oeste de Río Grande do Sul, en el límite con Misiones. Transcurre la acción a ambos lados del río Uruguay, cerca de los saltos del Yucumá. El epicentro es el Parque Estadual do Turvó. Ese paraíso, el último refugio del jaguar en el sur de Brasil, está en peligro. La codicia del hombre la amenaza.

Tres mujeres en conflicto entre sí animan la trama: Chaya Sarampião, guardaparque; Olga Befreien, periodista y asistente de un legislador venal, amiga de la infancia de Chaya; Preta Sarampião, jefa de una banda delictiva robinhoodnesca que opera a ambos lados de la frontera, prima de la agente estatal. Hay una larga historia de enemistades entre dos familias de la zona, los Sarampião y los Romano.

El motor de la historia es la construcción de la Represa Binacional Gran Roncador, un proyecto fogoneado con ahínco por el Palacio del Planalto, políticos locales, grandes empresas brasileñas y cómplices argentinos. Al pueblo se le promete otra Itaipú y repetir la experiencia exitosa de Foz de Iguaçu, pero el negociado despierta resistencias porque generará una catástrofe ambiental y obligará a agricultores a dejar sus tierras. Olga intenta hacerles tragar esa píldora; Chaya lidera la resistencia; y Preta conspira con los malos. La bandida es contrabandista de vinos argentinos y carne de animales silvestres.

Al parecer, hay un proyecto similar en danza en la vida real: la construcción de la megarepresa binacional de Garabi-Panambi.

El tema, como se ve, es fascinante, pero la corrección política rebaja el conjunto. Y la ejecución es defectuosa. La prosa podría tacharse de telegráfica; y los capítulos son demasiado cortos. Extrañamente, la señora Kretzmann prescinde de la descripción, en medio de lo real maravilloso. No desdeña, en cambio, el estereotipo. Si hay un diputado corrupto debe ser gordinflón, lúbrico y sudoroso.

Kretzmann, licenciada en Gestión Medioambiental en Santa Catarina, incluye también pinceladas de realismo mágico. No como proyecto estético a lo Faulkner, García Márquez o Murakami, sino como añadido folklórico, acaso con la creencia -fatalmente equivocada- de que es un condimento que no puede faltar en un platillo tropical.

A favor, podemos decir que la autora tiene talento para la escena. Su biografía nos dice que ha sido guionista de la Disney y debe ser muy competente; por momentos Àgua turva (el título en portugués) parece un guión. Y desborda de sucesos; prácticamente este thriller ecológico no tiene espacios muertos.

La traducción de Guillermo Saavedra es correcta, aunque hubiéramos preferido que a la “onça-pintada” la llamase como lo hacemos en la hispanósfera: jaguar o yaguareté. El volumen ha sido volcado al inglés, francés y alemán. Se trata de una pieza de época. Y creemos que aquí estriba su mayor debilidad. Qué decir de esta idiotez postmoderna: en el texto los buenos son animistas y el malandro le reza a Jesucristo.

Guillermo Belcore

Calificación: Regular