Javier Marías
Alfaguara. Cuentos. 433 páginas. Edición 2012
Siempre es saludable que se publique la creación secundaria de un autor esencial; en esta ocasión, el más relevante, quizás, de la literatura española de hoy. Javier Marías (Madrid, 1951) ha demostrado ser un gran fondista (su trilogía Tu rostro mañana es magnífica) , pero en las distancias cortas no desentona: sus cuentos, incluso los escritos por encargo, concentran aquellas virtudes que caracterizan las novelas: elegancia en la expresión, maestría en la digresión y el giro argumental, considerable cultura, inteligencia en la construcción de personajes y tramas. Por momentos Marías da la impresión de hacer literatura inglesa en español.
El libro contiene todos los relatos breves del autor. El material se divide en dos categorías: “cuentos aceptados” y “cuentos aceptables“. Se elogiarán sólo los primeros, pues los “aceptables” adolecen de inexperiencia. Como en Faulkner o en Juan Benet (una de sus grandes influencias), en Javier Marías importa más la exquisita voz del narrador -sobre todo en primera persona- que la historia propiamente dicha, aunque no escasean los argumentos francamente atractivos. Es el caso de ‘Sangre de lanza’, un cuento policial de cuarenta y cinco páginas en el que se investiga la muerte de un amigo de la infancia, ensartado con una lanza africana. ‘Mala índole’, que reconstruye la personalidad y el entorno de Elvis Presley, es otra de las cimas.
Hay también aquí dos cuentos de fantasmas (se percibe la autoridad de Henry James), uno futbolero y otro con sexo, un repaso del tema del doble, y la singular confirmación de la tesis que había expuesto Borges en ‘Pierre Menard, autor del Quijote’. Pero por encima de todo, hay una distinguida galería de gente torcida: escritores fracasados, un abogado infame y seboso que filma obsesivamente a su bella y joven enamorada a la que tarde o temprano deberá matar, un guardaespaldas y un médico que degeneran en homicidas, mafiosos y asesinos a sueldo. La erótica del relato suele provenir del contraste entre estos temibles seres excepcionales y un hombre común y corriente, tan civilizado y decente como podemos ser usted o yo.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa
Calificación: Bueno
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