sábado, 7 de junio de 2014

La Gran Guerra

Peter Hart

Crítica, 563 páginas, ensayo de Historia.

Más de 9,7 millones de soldados murieron en los campos de batalla. Casi seis millones de civiles perecieron por hambre o enfermedades directamente relacionadas con el conflicto. Tres imperios colapsaron y otros dos, se arruinaron moral y económicamente. El Marne, Somme, Ypres, Verdún, Caporetto, eslabones sangrientos de una cadena que se hunde en los abismos más profundos de la miseria humana. Un sentimiento general de tragedia absurda, de futilidad, de matanza de los inocentes. La Primera Guerra Mundial fue, sin duda, el acontecimiento más importante del siglo XX, cuyas semillas maléficas aún hoy dan frutos envenenados. ¿Dónde? Miren los mapas de Medio Oriente. Escuchen el rugido infame de los neonazis o de los bolcheviques nostálgicos.

Se cumplen cien años del comienzo de aquella carnicería. Los sellos editoriales aprovechan el aniversario para lanzar ensayos eruditos, en este caso uno que confirma que los mejores historiadores militares del mundo nacieron en la Gran Bretaña. Peter Hart (1955) talla una minuciosa descripción de las operaciones bélicas entre 1914-1918, demasiado detallada quizás, se pierde por momentos la visión de conjunto. Pero la lectura nunca deja de ser interesante, al menos para el interesado en el tema. La crónica viene enriquecida con cientos de testimonios de primera mano. Hablan los protagonistas. Desde soldados rasos a los comandantes en jefe.

Se sabe que más de un ensayo ha sido malogrado por una obsesión que caracteriza a los historiadores: desafiar la sabiduría convencional. No es éste un caso de revisionismo bobo, pero curiosamente el señor Hart intenta convencernos de que la conducción militar de la Gran Guerra no fue tan calamitosa como se cree. Es un mito eso de que “los leones fueron liderados por burros”, afirma. Si hubo una locura ésta fue sin lugar a dudas la decisión inicial de resolver de todos los retos del momento por medio de una conflagración a gran escala, concluye el autor. Y la máxima responsabilidad por ello recae en dos entidad platónicas enloquecidas: Alemania y el Imperio Austrohúngaro. En 1914, sus élites se babeaban por abrir las puertas del infierno.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Bueno

1 comentario:

Marcelo dijo...

Estimado Guillermo:

Como sé que usted es un poco fan de Joe Hill, le dejo aquí las priemras páginas de NOS4A2, su nueva novela

360links.net/primeras-paginas-nos4a2-joe-hill


Saludos,
Marcelo