Benjamin Black
Alfaguara. Novela policial, 299 páginas
Sostiene el autor de esta novela policial que, básicamente, sobre la Tierra existen dos mundos, en conflicto. Aquél en el que moramos usted, yo y todos los pobres diablos sin poder que creen gozar de libertad. Y, tras esa fantasmagoría, existe el mundo real, donde prosperan las autoridades, la gente al mando, como políticos, funcionarios, hombres de negocios y dignatarios religiosos. Un lugar duro, desagradable, donde se toman las verdaderas decisiones y se llevan a cabo las acciones necesarias. Suena feo pero sin esa gente preparada para encarar la realidad y hacer el trabajo sucio, estaríamos hundidos hasta el cuello los de este lado. El problema es cuando uno de nosotros -es decir, un ser humano común y silvestre- entra en conflicto con uno de los de allá. El resultado es siempre el mismo. Podría dar fe (desde el más allá) Jerry Minor, periodista del diario ‘Clarion‘. Su cadáver, desnudo y desfigurado, apareció en las aguas de un canal de Dublin.
Investiga el horroroso crimen el médico forense Quirke Garret, protagonista de la magnifica saga que, como si se tratase de un fresco colosal de la irlandidad, viene elaborando John Banville (Benjamin Black es su seudónimo), una de las mejores plumas del idioma inglés, no nos cansaremos de decirlo. Dicha saga nos envía a la década del cincuenta. A “un pequeño e ignorante país, encorsertado rígidamente con reglas y normas formuladas en los pasillos y cámaras privadas del Vaticano, que se entregan a Irlanda como si estuviesen escritas en piedra, igual que las tablas de la ley”.
Es verdad, que Banville no deja de incurrir en melodramas y que la autocompasión de Quirke fastidia, pero la trama es tan compleja y sórdida, el misterio tan atrapante, y la novela está tan bien escrita (una rareza en el género) que la lectura siempre resulta placentera. Se nos presenta, además, una tribu celta de la que no teníamos noticias: los tinkers (Iris Travellers o nómades irlandeses) cuyas costumbre son similares a las de los gitanos, pero no comparten el mismo origen étnico. Son personas vengativas, al parecer.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa
Calificación: Bueno
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