Algo tuvo que ver este blog con la reaparición de Las varonesas (pinche aquí), un acto de estricta justicia artística. Hay un gran narrador en la ciudad de Santa Fe que se llama Carlos Catania. Su don merece un amplio reconocimiento y su obra maestra, por cierto, merece miles de lectores. En la Argentina también se han escrito (no muchas) magníficas novelas oceánicas.
Me gustaría compartir con los lectores del blog una parte del prólogo que escribí para la nueva edición de Las varonesas. El propósito es, naturalmente, despertar curiosidad y recomendar una de las lecturas que más he gozado en los últimos años:
El encanto de las quimeras
Por Guillermo Belcore
Cada principio de año me fijo ambiciosas metas como lector. En enero de 2013, una de esas promesas imposibles de cumplir fue “agotar la obra de Roberto Bolaño“. De inmediato, puse manos a la obra; compré ‘Entre paréntesis’, una recopilación de discursos, artículos periodísticos y miniensayos, recuperados por el gran crítico español Ignacio Echeverría. En la página cincuenta y cuatro, tropecé con un párrafo llamativo:
“... el narrador argentino Cataño, creo que ése es su nombre aunque no estoy seguro, autor de una novela notable y olvidada: ‘Las Varonesas‘, editada en Seix Barral a finales de los setenta, se marcho a Costa Rica, en donde estuvo viviendo hasta el triunfo de la revolución sandinista, tras lo cual se fue a Managua… ¿Dónde está Cataño ahora? No tengo ni idea. Sólo leí de él una novela. Espero que siga escribiendo”.
Bolaño, un crítico fiable, redactó el comentario a fines de los noventa en Barcelona, aunque le pifió con el nombre del autor (más adelante comprobé que algunos datos biográficos también eran apócrifos). Me picó la curiosidad. Acudí a Mercado Libre y conseguí un ejemplar usado de ‘Las Varonesas’ en el barrio de Belgrano, a la sazón el último disponible en la Argentina. Vaya suerte. Recuerdo perfectamente esa mañana luminosa. Recuerdo la emoción del descubrimiento, leyendo a Carlos Catania en estado de fascinación, en un café horrible de la zona. Debí postergar a Bolaño.
La pregunta era inevitable. ¿Quién es éste compatriota que ha urdido una de las mejores novelas de todos los tiempos, qué desmiente la sospecha de que los argentinos -con honrosas excepciones- son incapaces de labrar una novela oceánica; es decir, aquella que aspira a encerrar una porción sustancial del universo? Google y un amable colega del diario ‘El Litoral’ me ayudaron a encontrar al autor. La obra de Carlos Catania es el secreto mejor guardado de la ciudad de Santa Fe. No ha tenido la suerte de Juan José Saer. La dictadura militar prohibió la obra maestra de Catania en 1978 y hasta ahora no hubo reimpresiones.
Quise remediar la injusticia, desde una módica trinchera. Publiqué un largo artículo en el diario ‘La Prensa’, entremezclando la reseña con una entrevista al autor. Albino Diéguez Videla, el editor del Suplemento de Cultura, lo tituló: "Las Varonesas, la joya perdida de la literatura argentina“. ‘El Litoral’ tomó nota y conversó de nuevo con Catania. Añadí en mi blog una serie de intervenciones contra el olvido. Por fortuna. Matías Raia, un intelectual con una fina sensibilidad, visita a menudo ’La biblioteca de Asterión’. Así llegamos a la presente edición, una hermosa noticia para nuestro acervo cultural y para los lectores de fuste“…
5 comentarios:
Felicitaciones para usted.
Y que maravilla como ha aportado internet a la igualdad de oportunidades. Sin capital ni amistades este blog con talento y perseverancia ha logrado una cierta influencia, impensable para un particular en otra época.
Excelente Noticia!
La verdad que desde que leí el artículo en este blog tengo ganas de leerla.
Ahora, a conseguirla!
Saludos.
Muchas gracias Ericz. Sus palabras son muy estimulantes.
Abrazo
G.B.
Felicitaciones. Yo soy uno de esos lectores anónimos que rara vez deja comentarios en su blog pero que recurre a él cada vez que quiere enterarse de qué va un autor o una obra. Espero no ser el único, y que seamos varios los lectores que encontramos acá un lugar para descubrir literaturas. Le agradezco el trabajo que hace.
Saludos cordiales,
Claudio
Gracias, Claudio, por el empujón.
G.B.
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