miércoles, 15 de julio de 2020

Mañana no estás

Jack Reacher es un hombre rico no en el sentido vulgar del término, sino porque tiene todo lo que necesita para ser feliz, que es la definición de ‘afluencia‘. Desde que abandonó el Ejército hace diez años, se ha librado de todas las cadenas que lastran la libertad (trabajo, familia, amigos, bienes, egotismo) y va por la vida sin saber a ciencia cierta donde dormirá la próxima noche. Lleva en los bolsillos un puñado de dólares, la tarjeta de débito, el pasaporte y un cepillo de dientes. Viaja sin siquiera una muda de ropa.

Vaya tipo este Reacher. Policía Militar, que ha recibido las máximas condecoraciones de Estados Unidos. Pesa unos ciento quince kilos y mide cerca de dos metros. Es un vagabundo orgulloso al que se trata con respeto -incluso los poderosos- si no te arrepentirás de haberlo conocido. Tiene la inteligencia de Sherlock Holmes (aplica el método deductivo) con el aplomo y el porte de Philip Marlowe. Su mente inquisitiva busca un enigma por resolver como un sabueso a su presa.

Por desgracia, Hollywood le ha dado el rostro agraciado de Tom Cruise (fueron afortunadamente sólo dos películas; la segunda, espantosa). Conviene entonces buscar a Jack en los libros de su demiurgo, el inglés Lee Child (seudónimo de James Dover Grant). Aquí venimos a recomendar la novela número trece de la saga Reacher: Gone Tomorrow, entregada a la imprenta por primera vez en 2009 y ahora publicada en español por dos buenos sellos argentinos (Eterna Cadencia y Blatt & Ríos) con el título Mañana no estás (485 páginas).

La trama es realmente adictiva. Jack. R. viaja a los dos de la mañana en la línea 6, ramal de la Avenida Lexington, del subterráneo de Nueva York. En el mismo vagón, se encuentra una mujer vestida de negro que emite todas las señales delatoras del terrorista suicida (hay un manual israelí que detalla los once puntos que deben ser tenidos en cuenta por el observador). El lobo solitario se acerca a la dama y le habla. Quiere evitar un atentado, pero Susan Mark no es una kamikaze… Es una persona de interés para el Pentágono, para el FBI, para el Departamento de Policía de NY, para un ascendente legislador de Carolina del Norte que integró las Fuerzas Especiales Delta y para el terrorismo internacional. 

No podemos decir una palabra más sin arruinar uno de los muchos efectos sorpresa de un ’thriller’ de espionaje -narrado en primera personal- que magnetiza los dedos y al que sólo podemos reprochar haberse rendido a la moda industrial de trozar una historia en capitulitos.

Jack deberá resolver un peligroso misterio, sepultado bajo capas y capas de incógnitas. Estamos en plena guerra caliente entre Al Qaeda y la administración Bush. Los derechos individuales -incluso los de un héroe norteamericano- han sido relegados a esa oficina destartalada del subsuelo en la que nadie atiende. La acción es trepidante. “El mundo es la misma jungla en todas partes, pero Nueva York es su destilado más puro“, se nos advierte. Child sabe narrar una pelea (con una frialdad pasmosa). Y se ha documentado muy bien.

Otro de los agrados del libro es que cumple, cabalmente, con este férreo mandato editorial: siempre le enseñarás algo a tu lector. Aquí, por ejemplo, se nos revela pormenores de los cartuchos de la 357 Magnum y del subfusil Heckler & Koch MP5SD, de los hoteles de Nueva York (hay un truco en los de una o dos estrellas para conseguir habitaciones a mitad de precio) y del arte de la vigilancia en la vía pública, entre tantas ramificaciones interesantes.  

Se plantea básicamente una antinomia entre los tiempos postmodernos y la era que concluyó bajo los escombros del 11-S. Es decir entre Jack Reacher y sus enemigos, que están -por cierto- en los dos esquinas del cuadrilátero. El de hoy, se nos dice, es un mundo de locos. Resulta sorprendente que pueda sobrevivir un viejo lobo solitario que ni siquiera sabe usar un smartphone o una computadora, aficionado a la cafeína y a las comidas pesadas. Pero lo hace. Tiene una inteligencia, un puño y una puntería infalibles.  

La prosa es absolutamente funcional a una historia que lo devora todo. La traducción de Aldo Giacometti, impecable. Debo decir, por último, que en todas las novelas policiales o de espionaje que he leído no he encontrado un capítulo tan escalofriante como el número 63 de Gone tomorrow. El más diabólico acto de tortura en Afganistán.

Child han vendido más de cien millones de copias. Colegas eminentes, como Stephen King, adoran sus productos. Hombre supersticioso, todos los años comienza una novela el 1 de setiembre. Para quien esto escribe, es un espléndido descubrimiento.
Guillermo Belcore

Calificación: Muy bueno


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