martes, 19 de febrero de 2008

Hija de la memoria

Kim Edwards
Del Nuevo Extremo. Novela de 383 páginas, publicada en 2007. Precio aproximado: 45 pesos
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La manera en que una persona toma las riendas de su destino es más determinante que el destino mismo, escribió Humbolt. Esta novela confronta dos opciones de vida: un buen doctor, exitoso a los ojos de los demás, elige edificar su familia sobre una mentira; la mujer que lo ama en silencio y sin tocarlo, una enfermera gris, prefiere la verdad y la compasión.
Hija de la memoria -primera novela de la autora- fue un raudo fenómeno de ventas en Estados Unidos. Resulta difícil de encasillar. Tiene tanto de ficción de calidad como de literatura de supermercado. Kim Edwards escribe con la naturalidad con que fluye el agua, pero la ausencia de belleza expresiva -eso que convierte la escritura en arte- la condena a la monotonía. Comete, además, el pecado de decirlo todo, de explicarle al lector cada giro.
La trama comienza en 1964. Bajo una feroz nevada, David Henry lleva a su mujer al hospital a dar a luz. No llegan, el doctor se las arregla en su consultorio sólo con su asistente Caroline. Nacen dos criaturas: Paul, perfectamente normal; y Phoebe con síndrome de Down. David se asusta, quiere ahorrarle a todos un dolor espantoso. Ordena a la enfermera que interne a la beba en un cotolengo. Dirá a su esposa y al mundo que nació muerta. Pero Caroline se apiada y decide criar a Phoebe como hija propia lejos de allí. En el siguiente cuarto de siglo, vemos degradarse a los Henry, bajo el peso de la culpa de un hombre que se empecina en guardar el secreto. El otro hogar, por el contrario, supera las penurias con la fuerza del amor.
No se trata, obviamente, de Crimen y castigo, pero es una de esas historias que conectan con la sensibilidad popular. Se lee con un nudo en la garganta. La fuerza emocional de la obra es devastadora

Guillermo Belcore­

Publicado en el suplemento cultural del diario la Prensa

Calificación: Bueno

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