sábado, 11 de septiembre de 2010

La última noche en Twisted River

John Irving
Tusquets. Novela, 657 páginas. Edición 2010

Ay planes, planes, planes… ¡Cómo hacemos planes para el futuro como si el futuro fuera un hecho seguro!
John Irving

Pudo haber sido otra joya americana. Si no fuera por el absurdo final, el malogrado Ketchup (una caricatura de leñador que parece inspirada en el Sr. Edwards de la Familia Ingalls), la urdimbre
retorcida hasta lo increíble, la candidez política, y las monomanías del autor (las mujeres colosales son las menos desagradables de sus obsesiones) aquí hubieran llovido los elogios. Pero los defectos obligan a calificarla apenas como un “novelón siempre interesante de leer“. Eso sí, se trata de una auténtica irvingneada: desbordante de sucesos, anécdotas y personajes secundarios; riquísimo en sensaciones, complejidad sexual y tragedias domésticas; con gran legibilidad y hábiles saltos en el tiempo. Sencillamente, el autor ha sido dotado con el espléndido don de la narración. Las palabras nunca dejan de fluir.

John Irving lleva al lector desde los bosques de New Hampshire, a la comunidad italiana de Boston; de allí al Vermont rural y a la universitaria Iowa City para recalar finalmente en la elegante Toronto. La trama abarca medio siglo. Se relata la fuga del cocinero Dominic Bacigalupo con su hijo Daniel, a la postre escritor famoso, lo que le permite al autor (que no es un gran teórico) desplegar sus teorías literarias. Huyen de un sheriff malvado. Dan, cuando tenía doce años, había matado de un sartenazo a su novia -una lavaplatos india de ciento cincuenta kilos- que casualmente era amante del padre. La confundió con un oso cuando se encontraba encaramada sobre Dominic. Este es un mundo de accidentes.

Como acostumbra, Irving explora alguna colmena humana. Aquí describe con esmero la vida en los campamentos madereros y el arte del chef. Se nos revela hasta el secreto para la masa de la pizza casera (dos cucharadas soperas de aceite de oliva y una cantidad casi equivalente de miel) Hay otro juego seductor en el libro. Hay una novela dentro de otra; el texto se compone a sí mismo. Daniel, el escritor famoso, va armando la historia de su vida y la de su padre. Lastima el final tan ñoño.
Guillermo Belcore
Publicada en los Suplementos de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata

Calificación: Buena

PD: ¿Una novela con un mal final es buena? Ya he polemizado con amigos sobre el tema.

PD II: Pincha aquí para leer el comienzo del libro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado asterion.
Creo que lo bueno o lo malo....siempre es un conjunto.
Algo puede ser bueno o malo...según un gusto, lo que es algo personal.

Cariños
Ale
Desde chile

Anónimo dijo...

es una buena novela; a propósito ¿no has probado masa de pízza con oliva y miel?