Proyecto Diez Mil Cuentos
Argumento número veinte
El sueño
Julian Barnes. Una historia del mundo en diez capítulos y medio
Anagrama. Edición 1994.
Un hombre sueña el Cielo. Cuando morimos, a cada uno se le da el Cielo que desea. El pomelo del desayuno, por ejemplo, es el pomelo soñado. El té sabe como si lo hubiese recolectado el séquito personal de un raja. El diario es fabuloso, la tinta no mancha los dedos y las noticias no te manchan la mente, te hacen feliz: tu equipo de fútbol se consagra campeón después de una tremenda final, los criminales se enmiendan, ya no hay guerras ni accidentes. Una hermosa mujer, mitad ángel, es nuestro cicerone en el más allá. Uno pasa los días haciendo sólo lo que le agradaba en la vida: en este caso, el señor va de compras o práctica deportes, mantiene relaciones sexuales casi todas las noches con una mujer distinta, incluso con las de la televisión. También conoce gente famosa de todos los tiempos. El problema es que no hay un número infinito de posibilidades, esa es la terrible verdad que tarde o temprano se aprende en el Cielo. Después de practicar tenis durante milenios, uno es capaz de derrotar a Borg, Sampras o Federer, a cualquier campeón que haya existido. O de jugar al golf en 18 hoyos. Pero en ese Cielo democrático en el que recibimos lo que esperamos, no lo que merecemos, el libre albedrío se respeta a rajatabla. Uno puede extinguirse cuando lo desee. Todas las almas terminan haciéndolo.
PD: Con su novela El sentido del final, Julian Barnes, ese exquisito narrador very british (incluso en su francofilia), acaba de obtener el Man Booker, prestigioso galardón de las letras del Reino Unido e Irlanda. El cuento elegante y perspicaz que aquí resumo y recomiendo es un claro ejemplo de las virtudes de su prosa. Por otra parte, yo encuentro un agrado profundo en todas las imaginerías sobre el Cielo y el Infierno que la Alta Literatura ha prohijado. Algún día me gustaría evocarlas por escrito.
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