Arnaldur Indridason
RBA. Novela policial, 287 páginas. Edición 2009
Islandia. Remota isla en el extremo norte de Europa, gobernada por el mismísimo Dios de las Tormentas. Allí, sostenía Borges, los vikings inventaron la novela. Quién sabe. La CIA, en su esclarecedor The World Factbook, calcula que en julio de 2012 tendrá estimativamente 313.183 habitantes (ocupa el lugar 179 en el globo). Es decir, más que un país se trata una ciudad ampliada, donde toda la población -de homogénea composición racial, paraíso de los necios mixofóbicos- de alguna u otra manera se relaciona. El asesinato es, obviamente, una tragedia muy rara, pero las letras islandesas se las han apañado para brindar al mundo un muy competente autor de novelas policiales. Arnaldur Indridason (1951), se llama.
Historiador, periodista y crítico de arte, Arnaldur creó al detective Erlendur Sveinsson, sin que ello implique un esfuerzo de imaginación portentoso. El policía tiene todos los tics del género. Fuma como un condenado, postergó a su familia, lleva el alma en carne viva por hurgar en la inmundicia -metafórica y real- de la sociedad en que vive. Es un solitario que vive para su trabajo aunque en este libro lo sorprendemos tratando de rehacer la relación con su hija drogona. Investiga el homicidio de un anciano malnacido, aficionado a la pornografía más asquerosa (adultos con niños y animales). En su momento, fue un violador que se salió con la suya. Le reventaron la cabeza con un cenicero. Era portador de una temible enfermedad hereditaria.
El acto de lectura es sencillísimo; la novela renuncia a las densidad formales y temáticas; los capítulos son diminutos del tipo una-sola-cosa-a-la-vez. Pero contiene escenas de fuerte contenido dramático (sobre todo el final) sin incurrir nunca en melodramas, lo que delata la influencia inglesa sobre Arnaldur. Incluye, además, la suficiente dosis de exotismo como para atraer a un lector de sangre latina. Islandia, o Iceland, ese nombre atrapa la imaginación.
Guillermo Belcore
Calificación: Bueno
PD I: Leer una novela policial (o de ciencia ficción) entre dos obras densas y profundas de Alta Literatura es una buena costumbre que he adquirido. Me permite relajarme. Me limpia las papilas gustativas, como un vaso de agua helada o un sorbete entre dos platillos de sabor contundente. Pruébenlo.
PD II: En este blog se publico la reseña de otra obra de Indridason. Me temo que en algunos conceptos me he repetido. Pinche aquí.
1 comentario:
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