Proyecto Diez Mil Cuentos
Argumento número veintisiete
Jorge Luis BorgesArtificios (1944). Bruguera. Edición 1985
Red Sarlarch, el más ilustre de los pistoleros del Sur, juro vengarse del hombre que había encarcelado a su hermano. Al dios de todas las fiebres, le prometió sumir en un laberinto fatal al detective Erick Lönnrot. El plan era atraerlo a una quinta remota. Un heresiarca judío asesinado en ocasión de robo, le permitió montar el engaño. La temeraria perspicacia de Lönnrot fue tentada con un acertijo que involucra el nombre terrible del Altísimo (de cuatro letras), una brujula, una secta del siglo XVIII, un puñal, los rombos de una pinturería. Hubo otra muerte y un falso secuestro. El policía mordió el anzuelo; la venganza fue consumada.
PD: Esta joya fue evocada en una novela del rumano Norman Manea, que en unos días -Dios mediante- aquí recomendaré. La relectura era pues obligada. Me reencontré con esos espléndidos objetos verbales que sólo Borges era y es capaz de esculpir. Verbigracia: hay en el cuento "un caballo plateado que bebe el agua crapulosa de un charco". "Agua crapulosa", qué sublime combinación, imposible para cualquier otro autor. Hay un "ciego riachuelo de aguas barrosas, infamado de curtiembre y de basuras". Hay una "calle salobre en la que conviven el cosmorama y la lechería, el burdel y el vendedor de biblias". Hay un suburbio donde "crece el firmamento y ya importan poco las casas y mucho un horno de ladrillos o un álamo". Hay "una puesta de sol desaforada".
Estoy convencido (he comprobado) que sólo Borges le hizo decir cosas tan bellas al castellano. No sé para ustedes, pero para mí el placer es físico. Releer a Borges es casi una necesidad del cuerpo.
2 comentarios:
Gracias por esto, G. Esperaré la reseña del rumano. "Releer a Borges es casi una necesidad del cuerpo." Esto también está muy bueno, ¿eh? Solo comento aquí que en sus últimos tiempos JLB descreía ya de los efectos de la mucha metáfora y se decantaba por una prosa más fluida, lisa, digamos, aunque a nosotros nos sigan maravillando esos hallazgos como los que has mostrado. Lo recuerdo de memoria pero ahora busco en la web y encuentro esta cita que proviene tal vez de alguno de sus prólogos:
“Tenía como ahora - dice Borges -, un gran fervor literario, y una creencia, que ya no tengo. No sé porqué se me había ocurrido que la metáfora es el elemento esencial de la poesía. En buena lógica, bastaría un solo verso sin metáfora - y es fácil encontrarlo -, fuera de las metáforas inevitables que forman el idioma, para probar que esa teoría es falsa”.
Saludos!
Querida Lilia:
Yo participo de esa superstición, lo admito. Creo que el dominio de la metáfora es otra seña de identidad del escritor sublime; incluso Harold Bloom (uno de mis referentes)la ubica como uno de los cinco elementos que definen la potencia estética del texto. ULa metáfora es un ornamento admirable, insisto.
Gracias por escribir
G.B.
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