NETFLIXLANDIA I
La gente de la televisión suele ser muy convencional. Les atraen, como la luz a las polillas, las fórmulas probadas. En Estados Unidos, por ejemplo, se han devanado los sesos tratando de generar otro Mad men, es decir una genialidad que encante tanto al público como a las críticos, y que integre de manera sublime los personajes rotundos, el espíritu de una época y una porción de la colmena humana (el mundo de…) que resulte cautivante. Bueno, parece que al fin lo han logrado. La primera temporada de Mindhunter, penúltima proeza de Netfllix, combina con maestría los tres ingredientes.La trama nos lleva a Quantico, 1977. Comenzó a gatear el Departamento de Análisis de Conducta del FBI, las viejas motivaciones criminales ya no sirven para explicar a alguien como el Hijo de Sam, a quien un perro había ordenado liquidar a muchos. Un par de agentes especiales (Bill Tench y Holden Ford) junto a una catedrática de Boston asumen la misión de delinear los perfiles psicológicos de los peores homicidas del país. Su propósito ultimo es prevenir matanzas. Se trata de una investigación sin precedentes, que da a luz al concepto de ‘asesino serial’. Se calcula, por cierto, que de manera constante hay aproximadamente treinta y cinco de estos demonios en libertad tramando infiernos para sus semejantes en Estados Unidos. Cae un asesino vocacional y nace otro.
Una salvedad: la serie se basa en hechos reales. Los tres pioneros, exploradores en un mundo poco conocido, fueron los agentes John E. Douglas y Robert K. Ressler y la psicóloga Ann Wolbert Burgess. Escribieron libros muy elogiados.
QUE PAREJA
Si la memoria no me falla, desde Sara Linden y Stephen Holder (The killing), que no veíamos en Netflix una pareja de detectives con tanta química como Tench (Holt McCallany) y Ford (Jonathan Groff). Este último vendría a ser el Don Drapper de la serie, sin el glamour, of course. Un cruzado en busca de la verdad; quiere entrar en la mente de un ser humano que decapita a la madre y luego tiene sexo con esa cabeza aun sangrante. Es un joven sin escrúpulos, capaz de arruinar un maestro de escuela por una sospecha. Suele meterse en problemas; sus métodos heterodoxos para que los homicidas suelten la lengua horrorizan a sus compañeros y superiores. Las tensiones se suscitan entre el avance científico y la ética: laboratorio vs. vida corriente.El duro Tench, con sus problemas familiares a cuestas, opera como una suerte de Sancho Panza, es quien le proporciona al entusiasta Ford el principio de realidad. La doctora Wendy Carr (Anna Torv) es fría como las tetas de una bruja. Bella y eficaz. Pero, acaso, los personajes más fascinantes son los secundarios: es decir los sociópatas que nuestros chicos viajan a entrevistar en prisiones dantescas: Edmund Kemper (foto de arriba), Jerry Brudos, Richard Speck, aparecen en esta temporada de diez capítulos. Ellos también provienen del mundo real. Sus representaciones son memorables, escalofriantes incluso. El casting es excelente.
Después de decir que las conversaciones entre Holden Ford y su novia casi socióloga son otro punto alto, hay que destacar que el factotum de la creatura es nada menos que David Fincher (productor ejecutivo y director de cuatro episodios), lo que demuestra que el universo de las series -el segundo más atractivo después del literario- puede convocar hoy a los cerebros más talentosos. Se han encontrado semejanzas entre Mindhunter y Zodiac, una de las joyas de Fincher. La misma sobriedad narrativa. La misma apuesta por lo intelectual (no hay escenas de acción). Un dato menor: Charlize Theron es otra de las productoras.
Si la calidad de la primera temporada se mantiene firme, no es aventurado afirmar que seguiremos disfrutando de Mindhunter por lo menos hasta que termine la segunda presidencia de Macri. Ah, un motivo de deleite adicional es la música setentosa.
Guillermo Belcore
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