Muñoz Molina, periodista y escritor muy reconocido en España, ha concebido una creatura ambiciosa. Rompió el cepo y las obligaciones del argumento para hacer “arqueología impaciente de lo que está sucediendo…” Dicho de otro modo por él mismo: “…archivar algo de la gran catarata permanente de lo que, todavía recién hecho, se despeña hacia la basura..” (Como Aira, M.M. se siente obligado a explicarnos su procedimiento). La prosa se convierte así en cámara de video y va acumulando -en formato pastiche- imágenes, hilachas de conversaciones, anuncios comerciales, títulos y artículos periodísticos, mensajes vecinales, todo… Una eslogan publicitario encabeza cada página. “No quiero enterarme de nada que no sea lo que llega a mis oídos y lo que ven ahora mismo mis ojos”, establece el narrador al principio.
Pero el juego de la observación incesante se agota pronto. M.M. debe incorporar a otros flâneurs famosos de las calles y del pensamiento como De Quincey, Poe o Benjamin para sostener el texto. Embute, además, afectos y asuntos familiares. El problema con el libro es que de ninguna manera puede afirmarse que se trata de un agudo examen de la urbe o la conciencia del siglo XXI. Tampoco encontramos una poética o una filosofía destacada. El tedio, por ende, es la consecuencia inevitable.
En tren de seguir emulando a Sebald que está de moda, o acaso sea otro cachivache posmoderno, el volumen añade imágenes que no aportan absolutamente nada. Más aún, provocan desazón por lo mal impresas, quemadas incluso. En pleno siglo XXI.
Guillermo Belcore
Calificación: Regular
PD: El País de Madrid, obviamente, cubrió de elogios esta novela: https://elpais.com/cultura/2018/01/24/babelia/1516789884_740987.html
¿Saben que Muñoz Molina escribe en El País, no?
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